Por Soledad Gutiérrez, directora Ejecutiva de la Corporación del Libro y la Lectura
Ha transcurrido más de una semana desde que se conoció la decisión del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de declinar la participación de Chile como país invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt en 2025. La información desencadenó una tormenta cultural y política, incluida la confesión pública del Presidente Gabriel Boric sobre no haber sido consultado por esto y su instrucción al ministro Jaime de Aguirre para revertirlo y conseguir el papel central para el país en la Feria, en 2025 o en los años siguientes.
Hasta ahora no se ha hecho público si efectivamente se iniciaron las conversaciones, tampoco cuál ha sido la respuesta de las autoridades de la Feria. Como una señal para el mundo del libro y de la cultura, sería plausible mostrar qué argumentos del debate público acogió el Ministerio para volver a tocar la puerta del mayor encuentro literario a nivel mundial, y aceptar el honor otorgado a Chile de destacar entre miles de propuestas editoriales.
El remezón provocado por el caso Frankfurt ha servido como una alerta para la compleja situación que vive el Ministerio de las Culturas. Aunque esta semana el paro de funcionarios comenzó a resolverse, al lograr acuerdo con la mayoría de los trabajadores, y en el plano legislativo -uno de los más débiles- se aprobó en primer trámite el proyecto de ley que libera del IVA a los servicios culturales, el panorama sigue siendo crítico, con un ministro fuertemente cuestionado a solo tres meses de asumir y sin proyectos de mayor visibilidad de cara a la ciudadanía; y una subsecretaria de las Culturas y las Artes que arrastra varios conflictos internos de larga data que incluso han llegado a Contraloría.
El Ministerio de las Culturas no es un ente aislado sumergido en sus propios problemas. Es parte del aparato estatal y urge mejorar su comunicación con otros organismos. Fue llamativo que el mismo día en que se alertó sobre la negativa a Frankfurt, ProChile presentara un alentador plan para las “economías creativas” que consideraba, por cierto, el fortalecimiento de la representación nacional en encuentros culturales, como la propia feria de Frankfurt.
Las sucesivas crisis demuestran que se necesitan acciones decididas para superar las polémicas y avanzar de manera decidida en una agenda cultural potente del Ministerio… Y, mientras tanto, seguir llamando a Alemania.