Por Soledad Gutiérrez, directora ejecutiva de la Corporación del Libro y la Lectura
Desde que esta semana se supo que Chile será invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt en 2027, un suspiro de alivio recorrió el mundo del libro en el país. Tras una de las polémicas más sonadas del año en cultura -la negativa de participar en ese espacio de privilegio en la cita de 2025-, las gestiones encabezadas por el gobierno lograron enmendar el daño que provocaba perder una vitrina única, no solo para la literatura y el mercado editorial, sino para toda la producción cultural, artística y patrimonial de nuestro país.
Sin duda, esta es una excelente noticia para el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio que ha vivido una crisis permanente durante este año: tres secretarios de Estado a cargo; paros de funcionarios de diversas reparticiones; demandas insatisfechas de artistas y gestores; y el continuo fantasma del “proceso de instalación” de la institución.
A los ciudadanos toda esa trastienda nos supera. Lo que sabemos, en concreto, es que en un ministerio que prometía ser una carta segura para el gobierno del Presidente Boric, tiene museos, bibliotecas y reparticiones administrativas importantes para el mundo cultural cerradas; el Bafona acarrea meses de conflicto y desde abril existe un Plan Nacional del Libro, la Lectura y las Bibliotecas que ha tenido una partida lentísima, entre otros.
Por eso, la presencia estelar en Frankfurt no solo representa la voluntad de resarcir, también de desarrollar un trabajo conjunto del Estado, los privados y la sociedad civil en general para una representación a la altura en la Feria más importante del mundo a nivel editorial. Que los autores nacionales de diversas épocas estén representados, que las editoriales que publican a esos escritores e ilustradores muestren su trabajo, y que el diseño, las artes plásticas, el cine, el teatro y la artesanía, junto a otras disciplinas, tengan el lugar que corresponde para realzar nuestra identidad frente a miles de personas.
Al igual que Santiago 2023, Chile como invitado de honor en la Feria de Frankfurt 2027 puede ser esa nueva tarea que convoque al sector público y privado y saque lo mejor de nuestra identidad y cultura.