Columna de Valeria Escobillana: 8M convocatoria a ser revolucionariamente Única

Por Valeria Escobillana, mentora de empoderamiento y disfrute femenino. Autora de Revolucionariamente Única.
El 8 de marzo es una fecha emblemática que conmemora luchas históricas de mujeres por sus derechos laborales, sociales y políticos. También visibiliza los logros que se han conquistado hasta ahora y los que quedan por alcanzar, gracias a una sociedad más receptiva y dispuesta a colaborar en ello. En este contexto, la confrontación con lo externo pierde protagonismo, dando paso a la acción individual y proactiva como los siguientes pasos para ahondar en esta reclamación de igualdad.
Normalmente nuestro bienestar se define en función del entorno y circulo relacional, es decir, lo que pasa fuera nuestro. Esta dependencia deja negligentemente en manos de terceros lo que debe ser custodiado por nosotras mismas. Te invito a considerar el 8M no solo como un hito de resistencia, sino también una declaración de soberanía personal, donde la autogestión es relevante.
Observa objetivamente lo que hemos heredado como mujeres: elegimos dentro de lo permitido para encajar en lo que otros decidieron por nosotras. Aprendimos que el sacrificio es virtud, que el placer es peligroso y que el amor implica sufrimiento. Nos inculcaron que el goce debía medirse, que la plenitud debía postergarse y que nuestro valor se define en función de cuánto damos y cuán poco exigimos. Nos domesticaron con la culpa, nos moldearon con el miedo, nos vendieron la renuncia como un acto de amor y la sumisión como una cualidad femenina. Hoy sabemos que ser mujer no significa entrega incondicional ni espera eterna y que la verdadera desobediencia no es gritar más fuerte, sino renunciar a nuestra necesidad de validación.
Apropiarnos de nuestro cuerpo sin remordimientos, del deseo sin justificaciones y del placer sin censura nutre el amor propio y sentido de merecimiento. Empoderarse no es ser más fuerte, sino más auténtica para dejar de pedir permiso y habitar el goce cotidianamente y no como un lujo. Esta revolución no es contra el mundo ni los hombres, es contra todo lo que nos enseñaron a temer. La verdadera revolución con cada una: atreviéndote a mirar lo que te limita, renunciar a ello y comenzar a decidir en coherencia con quien eres, integrando el placer como derecho en vez de pecado. Porque el cuerpo que goza, la mujer que libremente decide y la vida que se expande son actos políticos del liberación global y trascendencia.
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