Por Valeria Escobillana, terapeuta y autora de Revolucionariamente Única (2023)
Comenzar a despedir el verano asumiendo la partida de los primeros meses del año, suele generar algún nivel de resistencia. Para la mayoría es el periodo en el que se disfrutan las reparadoras vacaciones que nos preparan para comenzar el año productivo.
Marzo genera una intensidad única, a la que nuestro cuerpo ya está condicionado y en donde el estrés llega para quedarse. Es un mes que hace sentir que todo comienza abruptamente acelerando el ritmo sin tregua hasta concluir el año. Se despierta la vorágine por hacer, de manera reactiva y usualmente sin tomarnos un momento para evaluar si vamos encaminados hacia dónde realmente queremos.
Reflexionar sobre lo siguiente puede ofrecer la claridad necesaria para que este nuevo comienzo sea más armonioso. Hemos crecido convencidos que mientras más ocupados estamos, más productivos somos, sin embargo, ¿esta sobreocupación verdaderamente genera lo que deseamos para nuestra vida y nuestros seres queridos?
Cuestionar esta normalizada manera de gestionar el tiempo puede resultar muy revelador para comenzar a vivir el día a día de una manera más amable y disfrutada. Si somos objetivos, casi todo lo que hacemos y la manera en la que lo hacemos, lo hemos aprendido de otros, no es de nuestra propia elaboración.
Hemos asimilado una pauta que nos conduce por la vía socialmente validada, garantizándonos pertenecer y ser reconocidos por nuestro entorno. Replicamos conductas normalizadas que no cuestionamos, hasta que consideramos la posibilidad de algo distinto renunciando al conformismo de seguir en lo habitual.
Una vez reconocido esto, nos es posible ajustar nuestra percepción y accionar buscando mejorar lo que ya tenemos. La perfección es una cualidad altamente deseable porque no tiene reparos, es inmejorable y muy apreciada. Normalmente corresponde a un modelo externo idealizado y difícil de alcanzar. Ello le otorga su gran valor.
¿Cuál es la verdadera causa que nos presiona al iniciar marzo?: La seguidilla de compromisos y ajustes que debemos hacer para retomar la rutina habitual, de la que, recuerdo, ya hemos sobrevivido y superado cada año previo. O la abrumadora urgencia de ajustarte a lo que se espera de nosotros para merecer aprecio y reconocimiento.