Por Vicente García-Huidobro S., presidente de la Fundación Vicente Huidobro
El hallazgo del manuscrito de Altazor era inimaginable, al menos para mí. Tenía noticias algo vagas de su existencia. Muchos años antes, en conversaciones separadas con los poetas Braulio Arenas y Eduardo Anguita, ambos me habían comentado que lo habían hojeado, y que el prefacio estaba escrito en tinta y los demás cantos en lápiz mina, o grafiti. Eso nunca lo olvidé, y al abrirlo y ver que era así, no podía creer que fuera cierto. Pero sí, tenía en mis manos un ejemplar manuscrito de una obra tan emblemática, tan original; en cierto modo tan inasible, que cada generación la lee de diferente manera. La siente, la ama (u odia) de diferente manera.
Disponer de los originales manuscritos, con correcciones, avances y retrocesos, apuntes, fechas y observaciones de puño y letra de Vicente Huidobro, ha permitido profundizar el conocimiento de su obra y también de su tiempo, y de las vanguardias históricas. Es una pieza de enorme interés para historiadores, filólogos, y estudiosos de la literatura. Y, desde luego, para jóvenes escritores.
Al exhibirse por primera vez, entre abril y junio de 1996, en la sala Cervantes de la Biblioteca Nacional como “Altazor. El viaje en paracaídas (Huidobro en manuscrito)”, la prensa, los artistas e investigadores calificaron su hallazgo como un verdadero acontecimiento para la cultura nacional. Un año antes, el 19 de abril de 1995, la sola ceremonia de entrega en depósito del manuscrito a la Fundación Vicente Huidobro convocó a altas autoridades del país. También se leyó un saludo escrito del Presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle.
Luego, en 1999, el manuscrito se publicó en dos volúmenes, como ALTAZOR de puño y letra. El primero reproduce el manuscrito con la mejor tecnología de la época. Fue una tarea difícil y exigente. El segundo volumen contiene un estudio palabra por palabra del texto manuscrito, la edición original de Altazor, y la opinión de grandes escritores e investigadores sobre la obra, e imágenes de la vida de VH.
Sin duda, queda mucho por hacer. Una de las preocupaciones principales de la Fundación ha sido buscar procurar reeditarlo en distintos formatos el manuscrito y difundirlo gratuitamente entre los jóvenes. No ha sido posible. Pero, tal vez, hoy más que nunca esta sea una exigencia de época. Hoy las tecnologías nos hacen leer en limpio, versiones y ediciones finales, sin borrones, sin correcciones. Según el poeta Oscar Hahn, en Altazor, Huidobro tacha 19 veces la palabra Virgen y encima escribe Amada. Imaginen qué alivio para un joven escritor, ver por sí mismo, las persistentes dudas que habitan la creación de un autor reconocido en una de sus obras más famosas.