Por Víctor Hugo Castañeda, ex jugador y ex técnico de Universidad de Chile
La gestión de Mauricio Pellegrino ha sido de altibajos. En la primera parte fue inteligente e hizo lo que había que hacer con un equipo al que le hacían dos goles por partido. Afirmó desde atrás. No importaba mucho la forma de jugar, porque había que sumar y superar los traumas de los años anteriores. Sacó puntos con una forma distinta a la identidad histórica de la U.
En esta última parte no sé que ha pasado: todos hablan de los cuatro partidos que lleva sin ganar y yo digo que de 10 solo ha ganado dos. El equipo no tuvo respuestas anímicas ni futbolísticas en el último partido, donde fue pasado a llevar por un elenco limitado como O’Higgins.
Es difícil opinar estando a 500 kilómetros de distancia (estoy en La Serena) por lo que uno ve a través de la TV, pero las señales no son buenas. Un equipo que no tiene respuestas anímicas ni espirituales no entrega buenas sensaciones. Se puede perder si futbolísticamente no andas, pero no puedes dejar de meter, de correr, de luchar. En la U eso no se transa. Tiene que haber un golpe de timón. Hace cuatro fechas, con estos mismos jugadores, Pellegrino sacaba resultados. No sé qué cambió.
Lleva seis meses. No sé si se puede hablar de desgaste. La gente no reclamaba por la forma de jugar producto de los resultados. Estaba sumando con un fútbol que no la identificaba, no perdió con Colo Colo y le ganó a la UC. Con eso, al parecer, bastaba. Puede gustar o no, pero así le fue. Al no tener resultados ya no se puede disimular un modelo que no es atractivo. El hincha me conversa y me dice que no se siente identificado con lo que ve. Que la U juega de chico a grande. Yo digo que se hizo lo que tenía que hacer para rearmarse. Ir de atrás hacia adelante. Había que hacerlo.
Hoy, Pellegrino tiene que sacar resultados. No le sirve otra cosa. Y de a poco recuperar la confianza para revisar la situación de sus jugadores. No puede fijar la línea de retroceso en la mitad de la cancha, porque queda muy expuesto defensivamente, pero ¿tiene los jugadores para contraatacar si juega metido atrás?.
Hay gente que puede opinar distinto, pero quien lo ve en la contingencia es él. Él sabrá por qué Assadi y Osorio no juegan juntos. Algo verá. Son proyectos y en la U toda la vida los ha habido, pero se tienen que consolidar.
Aún así, la permanencia de Pellegrino no debería correr riesgo. A mí me gusta que los procesos se respeten, pero en este fútbol en que a los dueños no les gusta que los insulten toman decisiones de apuro. La U se ha transformado en una máquina moledora de técnicos en ocho años. Hemos pasado muchos. ¿Somos todos malos o no toda la culpa es de los técnicos?