Columna de Vivienne C. Bachelet: El paradigma de los anticuerpos en la sangre
Por Vivienne C. Bachelet, Epidemióloga clínica. Profesora asociada, Escuela de Medicina, USACH
Es complejo tomar decisiones en salud; más aún en tiempos de pandemia, con poca información, cambios dinámicos y politización de la ciencia. La principal herramienta frente a la pandemia ha sido la vacuna. Los gobiernos se preguntan: ¿Cuánto durará la protección? ¿Focalizamos en los más vulnerables o ampliamos a toda la población? ¿Cuánto cuestan? ¿Qué otras prioridades de salud compiten por los recursos disponibles? ¿Cómo evaluaremos su efectividad?
Esta última pregunta es clave: qué parámetro utilizará el gobierno para determinar si las vacunas que se han aplicado en el país han sido efectivas, seguirán siendo efectivas, o dejarán de ser efectivas. El gobierno actual decidió que el parámetro son los anticuerpos en la sangre.
Con una población altamente vacunada con esquema primario completo, y con un panorama mundial aún complejo ¿existe una base de evidencia científica irrefutable que sostenga que debemos tener anticuerpos en la sangre para estar protegidos frente al Covid-19?
No necesariamente. Todavía no existe un consenso en la comunidad científica sobre el correlato de protección frente al Covid-19. Estudios muestran que la exposición a vacunas o virus genera un tipo de respuesta inmune que se llama de memoria y celular, complementaria a los anticuerpos. Es más lenta para actuar, pero es lo suficientemente importante como para prevenir los cuadros más graves en las personas inmunocompetentes.
En conclusión, frente a un virus mutado, más transmisible pero menos virulento, que crecientemente escapa de la protección que brindan las vacunas que tenemos hasta ahora, y con la perspectiva de que muy probablemente habrá otras variantes más, insistir en levantar los anticuerpos en la sangre de la población con las mismas vacunas es una decisión desinformada, cara, y posiblemente contraproducente en el corto plazo. Las vacunas sirven y son seguras, pero su implementación debe decidirse sobre bases científicas y programáticas sólidas.