Columna de Vivienne C. Bachelet: ¿Podemos convivir con el SARS-CoV-2?
Por Dra. Vivienne C. Bachelet, epidemióloga clínica Profesora asociada, Escuela de Medicina, Universidad de Santiago de Chile (USACH)
Partiendo por el ministro de Salud, muchos han dicho que vamos a tener que “aprender a convivir con el virus”. Suponen que Covid-19 se va a convertir en una enfermedad endémica, es decir, con una presencia estable y relativamente baja por largos períodos de tiempo—años o décadas—interrumpida por brotes ocasionales, como la influenza. Pero SARS-CoV-2 es diferente porque hay mucha población aún susceptible y la enfermedad puede ser devastadora en demasiados casos.
Si lográramos vacunar a la población antes de que se produzcan nuevas variantes que escapen las vacunas, podríamos eliminar el virus en las regiones con altas coberturas de vacunación. EL Covid-19 se tornaría endémico en regiones pobres y rezagadas del mundo, generándose un reservorio humano de riesgo de transmisión. Sería un escenario frágil y muy dependiente de la movilidad de las personas desde y hacia las zonas endémicas.
Si las vacunas logran protegernos de enfermedad grave o muerte, entonces los brotes importados llevarían a cuadros leves o moderados, y podríamos convivir con el virus. Pero si las vacunas no logran protegernos del todo de los efectos más severos o mortales (incluyendo el Covid prolongado), o no logran bloquear la transmisión del virus, o hay población resistente a vacunarse y no se alcanza la inmunidad colectiva, no se podría convivir con el virus porque el impacto sanitario sería intolerable.
La convivencia que hoy tenemos con el virus es disfuncional y no es una “nueva normalidad”. El futuro depende fuertemente de la magnitud y duración de la inmunidad que adquieran las personas, ya sea por vacunas o por exposición al virus, y de cuánto evolucione el virus. Ambas son interrogantes que están siendo activamente investigadas por los científicos. Por ahora, seguimos en pandemia y plantearnos la convivencia con el virus es adelantarse a la historia de esta enfermedad. Debido a la inequidad en la distribución de vacunas en el mundo, el escenario de una pandemia prolongada no es tan improbable.
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