Columna de Yun Tso Lee: La crisis surcoreana
Por Yun Tso Lee, Director del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales/Universidad del Desarrollo.
El 3 de diciembre, el Presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, declaró una sorpresiva ley marcial. Ante escándalos políticos y una derrota electoral, Yoon intentó consolidar su poder mediante el uso de la fuerza militar, pero encontró una rápida resistencia de legisladores, ciudadanos y la comunidad internacional. La medida fue anulada en pocas horas, y para el 14 de diciembre, la Asamblea Nacional lo destituyó, dejando al país en una incertidumbre política.
Este episodio ha revelado profundas debilidades en la democracia surcoreana, principalmente la polarización política. Esto nos hace preguntarnos: ¿cómo transformará esta crisis la democracia coreana? ¿Catalizará reformas que refuercen la democracia o profundizará la inestabilidad?
Solo el tiempo nos dará las respuestas a estas cuestiones fundamentales. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que el principal partido de oposición, el Partido Democrático, está en posición de ganar las próximas elecciones presidenciales. Este posible cambio de liderazgo probablemente traerá cambios significativos.
En primer lugar, el Partido Democrático tiene una tradición de abogar por relaciones más amistosas con su vecino del norte. Este enfoque priorizará el compromiso y el diálogo como alternativa a la confrontación.
En segundo lugar, la relación de Corea del Sur con Japón, países que han mantenido tensiones por décadas y que históricamente se han intensificado cada vez que el Partido Democrático ha estado en el poder.
En tercer lugar, las relaciones con China y Estados Unidos. En una nueva administración del Partido Democrático, este probablemente buscará una relación más cercana con China, reflejando su énfasis en equilibrar las relaciones entre Beijing y Washington, lo que seguramente no agradará al recién electo Donald Trump.
En resumen, en pocos días, debido a un fatal error de cálculo, la configuración de fuerzas cambió drásticamente. Ahora solamente queda esperar las reacciones de Washington, Beijing y Tokio, que no se harán esperar.
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