Si todo hubiese sido como estaba planificado, hace cinco semanas que sabríamos quiénes integrarán la Convención Constitucional que redactará la nueva Constitución.
Ninguno de los protagonistas del acuerdo del 15 de noviembre que inició la ruta constitucional imaginó entonces que una pandemia mundial alteraría el calendario electoral. Menos aún que estas elecciones se realizarían por primera vez en la historia en dos días y bajo la amenaza de un rebrote del coronavirus.
La travesía que hoy tiene uno de sus principales hitos con la elección de los 155 convencionales constituyentes se inició en el marco del estallido social y cuando la crisis política y la violencia amenazaban la institucionalidad. Y, fuera de todo pronóstico, ha estado moldeada también por los efectos de la pandemia, que primero obligó a cambiar de fecha el plebiscito y luego convirtió este 15 y 16 de mayo en el fin de semana de las megaelecciones de convencionales, alcaldes, concejales y gobernadores.
¿Cómo llegamos hasta acá? El camino partió la madrugada del viernes 15 de noviembre con la firma del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, que definió el plebiscito de entrada para aprobar o rechazar una nueva Constitución y el órgano que debiera redactarla.
Los protagonistas
La última vez que el exministro del Interior Gonzalo Blumel y el expresidente del Senado Jaime Quintana hablaron fue en octubre del año pasado. Entonces, el senador por La Araucanía invitó al exsecretario de Estado y actual candidato a la convención a participar en el lanzamiento de su libro Sírvanse conectar: crónica de acuerdos y desacuerdos desde el estallido social a la pandemia. Hacía tres meses que Blumel había dejado el gobierno, estaba decidido a retirarse de la vida pública, por lo tanto, agradeció a Quintana la consideración, pero optó por pasar. Hasta hoy ambos personeros se reconocen mutuamente como figuras clave del acuerdo constitucional.
Blumel asumió el Ministerio del Interior 10 días después del estallido social, cuando la violencia crecía y la presión sobre el gobierno también. El domingo 10 de noviembre, en la casa del Presidente Sebastián Piñera, con todos los timoneles de partidos y jefes de bancadas del oficialismo presentes, se abre por primera vez la opción de avanzar en una fórmula para cambiar la Constitución.
La primera pista la dio el mismo Blumel en el programa Mesa Central, ese mismo domingo. “Vamos a impulsar un mecanismo de cambio constitucional (…). Vamos a sumarnos a ese debate, vamos a enviar una propuesta”, dijo entonces.
La fórmula que por entonces miraba el Ejecutivo estaba lejos de la Convención Constitucional 100% electa que se definirá en las votaciones de hoy y mañana. Piñera y las huestes de Chile Vamos planeaban la oferta de hacer cambios a la Constitución a través del mismo Congreso.
Desde ese domingo las cosas se precipitaron. Blumel inició las consultas con la academia y también con los miembros de las comisiones de Constitución del Senado y de la Cámara de Diputados. Pero al día siguiente se produce un llamado de huelga general de la mesa social y en la noche se suceden una serie de hechos de violencia que hacen trastabillar todo.
En medio de las imágenes de incendios, barricadas y enfrentamientos con la policía, el Presidente Piñera evalúa volver a decretar estado de emergencia. Con los militares en la calle las posibilidades de un acuerdo con la oposición quedarían en cero. Así se lo recalca Quintana a Blumel, y este, a su vez, al Mandatario, quien opta por darle 24 horas para amarrar un acuerdo y hace un llamado a la paz en cadena nacional.
Esa noche, con la presión encima de que el jueves había nuevas protestas convocadas por la muerte del comunero Camilo Catrillanca, Blumel cita en su casa a Quintana -quien optó por suspender la sesión del Senado- y al senador Felipe Harboe, quienes son recibidos por el entonces subsecretario Claudio Alvarado. La discusión ahí gira en torno a los guarismos: los parlamentarios de oposición pedían un 70% de la convención elegida y un 30% designada desde el Congreso; los representantes del gobierno, en tanto, hablaban de un 50% y 50%. Esa noche también se abrió la discusión por el quórum de la convención, que hasta entonces se evaluaba en 3/5. Cada uno de los asistentes a la reunión anotó en un papel los puntos de la reunión y salieron con la misión de socializar con su gente el pacto.
Al día siguiente entran al juego los senadores Juan Antonio Coloma (UDI), Felipe Kast (Evópoli), Andrés Allamand (RN), que escuchan de Blumel los términos de la reunión de la noche anterior. Quintana y Harboe, en tanto, socializan las conversaciones con el gobierno con los senadores de la Comisión de Constitución Francisco Huenchumilla (DC), el entonces vicepresidente del Senado, Alfonso de Urresti, y con los senadores del bloque PS-PPD.
En las siguientes horas de ese jueves 14 de noviembre adquirirán un rol clave el diputado Gabriel Boric y el senador Coloma, quienes abordaron el nudo del plebiscito de entrada (que la derecha no quería) y el quórum de los 2/3. También toma la delantera en las negociaciones el entonces timonel y actual presidenciable de RN, Mario Desbordes, que terminó aprobando los términos de acuerdo a contrapelo del senador Allamand.
“No se paren de la mesa hasta sellar el acuerdo”, fue el llamado que hizo Blumel a los parlamentarios de oposición y Chile Vamos, consciente de que ya se sentía la presión de los extremos de un lado y otro por evitar un acuerdo. A esa hora el PC se había bajado de las conversaciones y un sector del FA ya comenzaba a cuestionar la disposición de Boric. Mientras en la UDI la presidenta del partido, Jacqueline van Rysselbergue, y el senador Allamand no escondían su desacuerdo con el camino que se estaba marcando.
Uno de los grandes ausentes de la jornada que sí fue convocado a participar fue el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores, quien optó por no suspender las sesiones de la Cámara en Valparaíso, marginándose de las tratativas que se estaban desarrollando en el edificio del ex Congreso en Santiago.
Once días después de la histórica foto del acuerdo transversal de todas las fuerzas políticas, Blumel, Quintana, De Urresti y el subsecretario Alvarado se reunieron en la casa de huéspedes de la residencia presidencial de Cerro Castillo. La expectativa de la oposición esa noche era avanzar ahora en una agenda social. La idea, sin embargo, quedó trunca. Lo que seguiría sería avanzar en los aspectos que quedaron abiertos del acuerdo.
El Capítulo XV
El 19 de diciembre de 2019, el Senado hizo realidad lo que se firmó la noche del 15 de noviembre al despachar a ley la reforma constitucional que habilita la consulta y, con ello, el proceso constituyente.
La norma aprobada reformaba el Capítulo XV de la Constitución, estableciendo un mecanismo para elaborar una nueva Carta Fundamental a través de la convocatoria al plebiscito que entonces estaba proyectado para el mes de abril. Ahí quedó establecido que en las urnas se le preguntaría a la ciudadanía si prefería una Convención Constitucional 100% electa por la ciudadanía o una Convención Constitucional mixta, que incluya un 50% de parlamentarios en ejercicio.
Ese día, sin embargo, el Congreso no logró aprobar las tres disposiciones transitorias que buscaban asegurar paridad de género, escaños reservados y un mecanismo que facilitaba la participación de independientes en el órgano constituyente.
La paridad solo se lograría despachar del Congreso en marzo de 2020, mientras que la norma que aseguraba escaños reservados para los pueblos indígenas debió esperar hasta diciembre de 2020, luego de un largo debate que estableció en 17 los cupos especiales para las etnias.
Y llegó la pandemia…
El calendario constitucional parecía inalterable hasta marzo del año pasado. Pero apenas las autoridades decretaron que el país entraba en fase cuatro por la expansión de casos de coronavirus, se alteró el trazado que las fuerzas políticas aprobaron el 15 de noviembre. De a poco se empezó a instalar el debate por cambiar la fecha del plebiscito, fijado originalmente para el 26 de abril.
Piñera le pide por esos días a Blumel analizar el tema con la entonces presidenta del Senado, Adriana Muñoz.
En medio de esas tratativas aparece un nuevo actor: el Colegio Médico, encabezado por Izkia Siches, que se vuelve clave para abrochar un acuerdo en torno a mover la elección.
Siches cita a los presidentes de partidos. Allí plantea la escasa información que hasta ese minuto existía sobre el virus y el peligro que revestía el alza de contagios. El doctor Mauricio Canals entregó las proyecciones y se abordó derechamente la necesidad de mover el calendario electoral. La primera en apoyar la medida -según el Colmed- fue la “doctora” y presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe.
Una semana después del acuerdo de los partidos, los senadores de la oposición presentaron una reforma constitucional para postergar la fecha del plebiscito, que pasó del 26 de abril al 25 de octubre, junto con el aplazamiento de las elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores y convencionales constituyentes para el 11 de abril de 2021.
En el plebiscito, la opción Apruebo aplastó con un 78% de las de los votos y más de un 80% optó por una convención 100% electa por la ciudadanía. La participación, que llegó al 51%, puso también una vara alta para los comicios que parten hoy y que debido al rebrote de la pandemia también se debieron atrasar por cinco semanas.