En las tranquilas, limpias y ordenadas calles de Taipei, la vida transcurre sin sobresaltos: solo los carteles con imágenes de los candidatos para las elecciones locales del domingo alteran el paisaje. Nada parece dar luces sobre la creciente preocupación ante un posible conflicto bélico con China, cuya costa se ubica a apenas 130 kilómetros de la isla. Pese a la tensión, las extensas jornadas de los escolares permanecen intactas, al igual que los horarios de trabajo.
La posibilidad de que Beijing invada a Taiwán siempre ha estado en los pensamientos de Lin Pei-wen, de 25 años y que trabaja en un local ubicado en la plaza Maji Maji en Taipei. “Siempre nos hemos preguntado con mis amigos qué es lo que ocurriría si hay una guerra. No sabemos cómo reaccionar, si vamos a defendernos como lo hicieron en Ucrania. Sabemos, eso sí, que algunas personas ya se están entrenando, pero yo no sé qué haría”, comenta a La Tercera.
Las preocupaciones de Lin no son infundadas, ya que en octubre pasado el Presidente chino, Xi Jinping, aseguró un tercer mandato en el Congreso del Partido Comunista chino. Y, de paso, volvió a agitar la amenaza de una confrontación con Taiwan en un discurso en el que le pidió a su Ejército que se prepare para la guerra. Poco después, en el marco de su reunión con el mandatario estadounidense Joe Biden el 14 de noviembre en Bali, Xi advirtió que Taiwán es una “línea roja” que Estados Unidos no debe cruzar. Biden había dicho en septiembre que las tropas de su país defenderían Taiwán en caso de una invasión de China, que ve a la isla como parte de su territorio.
La historia del origen de Taiwán se remonta a 1949, cuando las fuerzas nacionalistas de Chiang Kai-shek -atrapadas durante años en una guerra civil con los comunistas de Mao Tse-Tung-, fueron derrotadas. Junto con gran parte de su Ejército, Chiang huyó a Taiwán y estableció un “gobierno en el exilio”. De ahí que el nombre oficial de la isla sea República de China. En su momento, ese gobierno fue reconocido por Washington, pero en los años 70 Richard Nixon cambió su política respecto de Beijing, y finalmente EE.UU. reconoció a la República Popular en 1979.
Desde entonces, el estatus de Taiwán ha sido ambiguo, ya que Washington reconoce el reclamo de Beijing sobre la isla, aunque sin reconocer su soberanía sobre ese territorio.
Según los expertos, el objetivo político de China ha sido preservar la posibilidad de unificación política con Taiwán en algún momento indefinido en el futuro. Beijing ha estado persiguiendo ese objetivo al promover una rápida integración económica con Taiwán, y hasta la pandemia de coronavirus, permitió una gran expansión de los viajes a través del estrecho, con millones de turistas chinos de visita en la isla. A su vez, cientos de miles de taiwaneses trabajan en China. Sin embargo, desde 2020 las prohibiciones de viaje y las cuarentenas en China y Taiwán han reducido drásticamente los viajes.
Con Ucrania en la mira
Reportes de inteligencia indican que Xi y el PCCh tienen claro que una invasión total a Taiwán sería una tarea estratégica de enormes proporciones y pondría fin a cualquier retorno del statu quo anterior. Tal conflicto podría durar años y China estaría sujeta a sanciones estadounidenses y posiblemente multilaterales, además de un bloqueo de EE.UU. Es más, la guerra en Ucrania ha puesto sobre la mesa un escenario sobre lo que eventualmente podría ocurrir.
“Cuando somos amenazados, como el Ejército chino nos amenaza, la respuesta de las personas en Taiwán es que nosotros atesoramos la forma de vida democrática, atesoramos nuestra libertad y continuaremos luchando por nuestra libertad”, señaló el canciller taiwanés Joseph Wu, durante una reunión con periodistas extranjeros en Taipei a la que fue invitada La Tercera.
“Lo que a nosotros más nos preocupa tiene que ver con el frente económico. Si observa la política económica actual, especialmente la política de Covid Cero, el gobierno chino parece estar bastante decidido a continuar con ella, pero esta política está conduciendo a la desaceleración de la economía. Es posible que uno piense que si Taiwán se enfrenta a un adversario cuya economía se está desacelerando, podría ser algo bueno para Taiwán, y la respuesta es no. Lo que nos preocupa es que esto lleve al deterioro e inestabilidad social. Cuando el gobierno autoritario de un país autoritario no es capaz de manejar la estabilidad interna, la forma más fácil para el país autoritario, como lo revela una teoría clásica sobre el autoritarismo, es que podría querer crear una crisis externa para desviar la atención interna o mantener unido a su país”, indicó.
Desde que comenzó la guerra en Ucrania, los medios taiwaneses han cubierto con mucho detalle este conflicto. A menudo se han mostrado imágenes sobre la valentía de los ucranianos que decidieron defender su país, incluso sin tener un entrenamiento militar. Esto ha inspirado a muchos jóvenes taiwaneses.
Distintas encuestas llevadas a cabo tras la invasión rusa contra Ucrania han expuesto un fuerte aumento en el número de taiwaneses dispuestos a luchar por su territorio en caso de una invasión china. Así, el 70% dijo que tomaría las armas, lo que ha alentado los planes del gobierno para renovar las fuerzas de defensa territorial de la isla.
“Si observamos a los combatientes en Ucrania, no solo hablamos de su Ejército, sino también de la gente común y corriente que está muy decidida a desempeñar un papel en la defensa de su territorio y estamos aprendiendo esa lección aquí en Taiwán. Por eso se ha creado un organismo para la formalización de la defensa, encargado de realizar todo tipo de movilizaciones”, dijo el canciller taiwanés.
En medio de este ambiente y en las dependencias de una Iglesia Presbiteriana funciona la Academia Kuma, un instituto que organiza entrenamientos de defensa civil para los residentes taiwaneses en caso de que Beijing decida invadir la isla. El curso de un día incluye geopolítica y estrategia a través del estrecho de Taiwán (o de Formosa), escenarios de invasión y desinformación. También se les enseña la diferencia entre los uniformes militares y cómo atar un torniquete. La academia planea brindar entrenamiento militar civil a tres millones de personas en los próximos tres años.
Ciberataques
A nivel político, China terminó la comunicación formal de alto nivel con el gobierno de Taiwán en 2016, después de que los votantes de la isla eligieran a Tsai Ing-wen como Presidenta, a quien Beijing considera como separatista. Pero con aviones de combate chinos realizando maniobras casi diarias alrededor de Taiwán desde que la titular de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó la isla en agosto, ha aumentado la preocupación entre algunos expertos en seguridad de que el silencio oficial plantea riesgos en momentos en que ambos Ejércitos mantienen contacto frecuente.
Los aviones militares chinos ahora ignoran la línea media del estrecho, una frontera no oficial que ambas partes respetaron en gran medida durante décadas. Al mismo tiempo, prohibiciones a la exportación castigan a los agricultores y las empresas taiwanesas, mientras que los funcionarios de Beijing prometen un “castigo firme” para cualquiera que se considere que apoya la independencia de Taiwán.
En el plano militar, Taipei propuso en agosto un presupuesto para defensa de US$ 19.410 millones para el próximo año, lo que significa un aumento de 13,9% con respecto a 2022 e incluye fondos para nuevos aviones de combate. El Ministerio de Defensa de Taiwán dijo en un comunicado que el presupuesto consideró plenamente la “amenaza enemiga” y equivalía al 2,4% del PIB proyectado de la isla para el próximo año.
En marzo, China dijo que gastaría un 7,1% más en defensa este año, fijando la cifra de gasto en US$ 211.620 millones, aunque muchos expertos sospechan que esa no sería real, una afirmación que el gobierno cuestiona.
Una invasión a gran escala de Taiwán implicaría un desembarco anfibio, lo que requeriría el transporte de una gran cantidad de soldados, armaduras y suministros a través del estrecho. Los expertos militares estiman que el Ejército Popular de Liberación chino aún no está equipado para lograrlo, aunque la capacidad militar de China ha aumentado en los últimos años.
Más allá del ámbito militar, los analistas creen que Taiwán necesita hacer mucho más para aumentar la resiliencia de su sociedad y disminuir su dependencia del comercio con China. De hecho, un 43,9% de sus exportaciones van a China o Hong Kong y solo un 14,6% se dirige a Estados Unidos. Como si fuera poco, sus empresas fabrican los drones con los que China los podría atacar.
El otro problema tiene que ver con su independencia energética, debido a que importa el 98% de su energía, por lo que sabe que mantener la seguridad en este sector es de suma relevancia y trabaja para aumentar significativamente sus reservas de energía en una década. Al mismo tiempo, está procediendo a cerrar todas las centrales nucleares restantes.
Sin embargo, en muchos sentidos, Taiwán ya está en guerra, porque a la constante intimidación militar enfrenta ataques cibernéticos sistemáticos, muchos de los cuales tienen como objetivo a sus empresas de alta tecnología, que son uno de sus principales activos. De hecho, hay un chiste en Taipei que dice que en caso de un conflicto, las empresas de semiconductores serían el refugio perfecto. Esto, porque el 92% de los microchips de gama alta del mundo se fabrican justamente en la isla.
Para ello, Tsai creó un Ministerio de Asuntos Digitales y reforzó las ciberdefensas para responder a las constantes campañas chinas de piratería informática y desinformación.
“No tenemos una bola de cristal, no puedo decir qué es lo que va a pasar, pero preocuparse por lo que va a pasar no es útil. Así que básicamente nuestra gente sigue trabajando muy duro. Respecto de las exportaciones de drones a China, eso depende de Estados Unidos, que es quien nos dice a quién le podemos enviar un producto y a quién no. Sobre un posible bombardeo, eso es probablemente lo último en lo que necesitamos preocuparnos, la razón es que los semiconductores taiwaneses se encuentran en las posiciones de liderazgo y creo que tanto el gobierno de Estados Unidos como el de China no quieren que se bombardee acá, quizás en otro lado”, comenta Miin Wu, presidente y director ejecutivo de Hsinchu, Macronix International.
Pese a lo anterior, los expertos dicen que no hay alarma en la población. “La reacción ha sido de calma, no estamos en pánico, existe confianza en Estados Unidos y la comunidad internacional. La gente cree que esta situación ya la han visto antes”, concluye Tsun-yen Wang, del Instituto para la Defensa Nacional en Taipei.