“Estamos en busca de un consenso y una decisión que nos represente a todos”. Esa es la frase que Magdalena Rosas, actual miembro del directorio de la Fundación Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI), utiliza para definir las últimas semanas que han marcado a la fundación, luego de que el 29 de diciembre de 2022 Irina Karamanos oficializara su salida del gobierno del Presidente Gabriel Boric y anunciara el cierre definitivo de la Coordinación Sociocultural de la Presidencia para el pasado 31 de diciembre.
Una decisión que no fue bien recibida por una parte de los 11 miembros que componen el directorio de la FOJI, pues el cierre de la coordinación implicaba modificaciones estatutarias de las fundaciones que presidía y permitir así que se vincularan de manera más estratégica con sus ministerios sectoriales y que la presidencia fuera nombrada por el titular de cada cartera y no por el Presidente de la República, quien tradicionalmente designaba a su pareja o cónyuge.
“No respetar la institucionalidad de la FOJI conlleva también vulnerar a toda su organización, proyectando inestabilidad a los sueños de niños y familias que ahora no tienen la certeza de que la FOJI seguirá siendo administrada de la misma forma que le ha permitido crecer y desarrollarse”, dijo en su momento Diego Matte, director de FOJI y del Centro de Extensión de la Universidad de Chile.
Así, en diciembre de 2022 se efectuó una votación por parte de la directiva de la fundación ante una propuesta que permitiría un cambio en los estatutos para que así el titular del Ministerio de las Culturas designara al nuevo presidente del directorio, quien, además, estaría facultado para nombrar a cuatro miembros más de esa entidad.
No obstante, la votación terminó con el rechazo de la propuesta, luego de no alcanzar los dos tercios requeridos para su aprobación y Karamanos sigue al frente hasta cuando se apruebe un nuevo estatuto que permita seleccionar la organización definitiva para la fundación.
Una propuesta en la mira
La FOJI se define como una “institución de derecho privado sin fines de lucro”, siendo hace 55 años la primera orquesta sinfónica infantil de Chile y Latinoamérica y que en 2001, durante el gobierno del expresidente Ricardo Lagos, fue refundada por la primera dama Luisa Durán con la misión de “ser un espacio de oportunidades para que los niños, niñas y jóvenes con habilidades musicales pudieran contar con un instrumento y formar parte de una orquesta, aun cuando sus familias no contaran con los recursos necesarios para financiarlo”.
Actualmente, la fundación cuenta con más de 500 agrupaciones de Arica a Punta Arenas, además de contar con 18 orquestas sinfónicas propias en todo el país, tres de ellas en Santiago y las tres restantes en regiones. Así, más de 1.000 niños y jóvenes, de entre ocho y 24 años, reciben anualmente “apoyo financiero, psico-social, instrumental y técnico para desarrollar su talento”, según reza en su página web.
Tras el rechazo del cambio estatutario y frente a la importancia sociocultural de la fundación, el director ejecutivo de FOJI, Miguel Farías, sostiene que el ambiente de la organización “se ha mantenido igual, puesto que las modificaciones legales no tienen que ver con el funcionamiento de la FOJI ni con la interna, tampoco con su desarrollo práctico, sino más bien se trata de un cambio en el directorio que no tiene relación con la situación de los estudiantes ni trabajadores”.
“Después de que el estatuto se votó y se rechazó, Irina, que aún sigue siendo la presidenta, propuso un programa para trabajar de la manera más responsable a través de una comisión que discutiera distintas propuestas de quién es la persona que va a ocupar la presidencia del directorio”, prosigue Farías.
Y, según miembros de la directiva, así se ha hecho. Con la participación de cinco de los 11 integrantes de la directiva, la comisión se reúne semanalmente para discutir propuestas que luego serán presentadas a todos los miembros del directorio.
“Nos quedan solo dos sesiones más de discusión, porque ya en febrero esperamos tener una propuesta concreta para presentar a los demás. Pese a que los miembros de la directiva compartimos opiniones distintas sobre quién va a presidir la FOJI a futuro, nuestras conversaciones han tenido un ánimo positivo, lo que nos mandata es el espíritu de unidad y cariño hacia los jóvenes. Hay un buen espíritu de por medio. Por respeto a la directiva no puedo dar detalles de nuevas conversaciones, pero debo decir que vamos por buen puerto”, esboza Rosas, quien forma parte de la comisión.
Parte de la directiva también ha puntualizado que pese a que Karamanos ya no forma parte del gobierno (La Tercera trató de contactarse con ella, pero no hubo respuesta), “ella no se ha desligado de las conversaciones, los eventos y los planes de la fundación”.
Sin bien las declaraciones de miembros de la directiva demuestran que se está trabajando de forma activa en una solución hacia quién presidirá la organización y que esta discusión no ha generado un cambio en la orgánica y funcionamiento de la FOJI, para Eileen Karmy, musicóloga designada en representación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio el pasado 4 de abril, “sí genera un problema más a largo plazo”.
“Como llevamos meses discutiendo este tema de la presidencia, no hemos logrado tratar temas profundos y que sí van a tener impacto en la FOJI. La fundación ha seguido funcionando como ha funcionado todo el tiempo, en eso no hay duda, pero el directorio también tiene como función hacer recomendaciones, evaluar y velar por el óptimo cumplimiento de los objetivos, más allá de quién estará a la cabeza de la organización”, recalca Karmy.
Agudos y graves
Valeria Sitja (23) ingresó a la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil en 2018. Para ella, este fue uno de sus grandes logros musicales, luego de enamorarse del violín a los 11 años, lo que la llevó a estudiar este instrumento de forma profesional en 2016.
“Entrar a la FOJI es como el sueño de cualquier músico en Chile. Es una posibilidad de ejercer nuestra carrera en el país, porque acá, para los músicos hay muy pocas oportunidades laborales para ejercer lo que hemos pasado estudiando gran parte de nuestras vidas”, sostiene la estudiante de interpretación musical.
Sitja ingresó a la FOJI a través de un concurso público con el que funciona la fundación. Según se detalla en el formulario para postular al segundo llamado de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil 2022, las bases tienen por objeto establecer las reglas conforme a las cuales la FOJI adjudicará las Becas Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil (OSNJ) a las personas que queden seleccionadas.
Tal beca consta de una subvención económica de $200 mil por nueve meses destinada a cubrir parcialmente los gastos derivados de su formación musical, tales como clases de instrumentos, lectura musical, accesorios, mantención y/o reparación del instrumento, libros o materiales de estudios, conexión a internet para clases online, entre otros.
Pero esta remuneración, según Sitja, “se ha vuelto compleja y ha precarizado nuestra participación en la fundación”. Y se explaya: “Este monto que recibimos no nos alcanza para cubrir los gastos. Hay que tener en cuenta que muchos de nosotros trabajamos y estudiamos, y gran parte del tiempo esto no es compatible con nuestros ensayos en la orquesta. Entonces, este monto se vuelve nuestro único ingreso al mes”, relata.
A esto también se suma un problema alimentario. Durante las sesiones y el estreno de la Octava Sinfonía de Mahler, el pasado 13 de enero y que contó con la presencia de alrededor de 600 músicos en el Teatro Caupolicán, usuarios de redes sociales utilizaron el hashtag “#colaciones dignas” para aludir a que los becados no contaban con meriendas “nutritivas” durante los ensayos.
“De los años que llevo en la orquesta he sido testigo de cómo el alimento se ha deteriorado. Al comienzo nos entregaban cereales, yogur o colaciones nutritivas, pero ahora con suerte nos dan unos paquetes de galletas que debemos compartir entre más de 100 personas. Eso pasó en el gran concierto. Y también se repite en los ensayos diarios que tenemos en la FOJI”, detalla.
El exalumno Jorge Díaz, violinista, concuerda. El músico formó parte de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil hasta este año, pero recuerda que su paso por la FOJI también se marcó por jornadas de trabajo de más de tres horas sin interrupción o apenas con 15 minutos de descanso, además de colaciones que contenían sólo una barra de cereal y un jugo.
“En su momento tratamos de comunicar estas inquietudes a la directiva, pero no tuvo mucha repercusión, pues no teníamos trato directo con ellos. Era desmotivante, sobre todo con la comida, porque luego de pasar tanto tiempo trabajando en ensayo, uno esperaba al menos un alimento que nos diera más energía para continuar”, dice.
No obstante, Paolo Bortolameolli, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, retruca esa idea. “Las condiciones en la orquesta son las mismas que hace años, al igual que la alimentación y las jornadas de trabajo. Se puede entender que la exigencia durante la presentación de Mahler haya sido mayor, porque era uno de los eventos más importantes del año, pero nada distinto a otros años, cuando la misma orquesta se prepara para una gira internacional. Son proyectos que en sí mismos requieren de un esfuerzo muy fuerte”, aseveró.
A lo expuesto por los estudiantes también se suma el Sindicato N°2 de trabajadores, el cual se conformó el 19 de mayo de 2022 debido a algunas denuncias por temas de maltrato en la administración pasada y vulneración de derechos al interior de la organización.
La agrupación ha llevado adelante procesos de negociaciones y ha trabajado en propuestas para abordar lo que ellos definen como “desvinculaciones y renuncias injustificadas” y sostienen que tras un inicio “mancomunado, el diálogo se fue mermando hasta llegar a punto cero”.
“Durante estos meses hemos logrado solo tres de los cinco puntos que hemos propuesto. Y la comunicación con la directiva se ha interrumpido. Esperamos que con el pasar de los meses la comunicación vuelva, tenemos esperanza”, aseveran