Con 25 candidatos a la presidencia, Costa Rica abre mañana el año electoral en Latinoamérica. Luego de una confusa campaña, con debates difíciles de organizar y en medio de casos de corrupción que han debilitado al partido gobernante, Acción Ciudadana, son los históricos Partido Liberación Nacional (PLN) y Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) quienes lideran la carrera.

Con las encuestas sin dar claros ganadores, lo único que se sabe con certeza es que ninguno alcanzará el 40% necesario para ganar la presidencia. El balotaje está previsto para el 3 de abril, y los tres nombres que suenan son José María Figueres (PLN), Lineth Saborío (PUSC) y el pastor evangélico Fabricio Alvarado, de Nueva República. En tanto, el candidato oficialista Welmer Ramos no alcanza ni el 1% de las preferencias.

Para explicar la gran cantidad de candidatos, los expertos señalan que la legislación “tica” permite postularse a presidente y a diputado al mismo tiempo, y que es muy fácil inscribir partidos políticos. Adrián Pignarato, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica, agrega otro motivo: “Podría ser que el contexto de insatisfacción política y la impopularidad del gobierno actual, y los ocho años de Acción Ciudadana en el Ejecutivo, promuevan la fragmentación, en un entorno institucional que ya la facilitaba”, explica a La Tercera.

La candidata por el Partido Unidad Social Cristiana, Lineth Saborío, en un debate televisado. Foto: Reuters

Vuelta al bipartidismo

Según la última encuesta publicada, a pesar de las 25 opciones a la presidencia, la ganadora es la indecisión: a menos de cinco días de las elecciones, el 32% de los costarricenses no sabía aún por quién iba a votar. Lo más probable es que el próximo presidente pertenezca a alguno de los dos partidos que, entre 1948 y 2014, mantuvieron el poder: Partido Liberación Nacional, por la socialdemocracia, y el Partido Unión Social Cristiana, por la centroderecha.

De la primera tienda y liderando con un 17%, José María Figueres Olsen parece estar asegurado en la papeleta del balotaje. Hijo de “Don Pepe”, el tres veces presidente que abolió el Ejército costarricense en 1948, el candidato del Partido Liberación Nacional ya tiene experiencia con la banda presidencial, que cargó él mismo entre 1994 y 1998.

Un poco más a la derecha que su contendor, y con 12% en los sondeos, Lineth Saborío también luce currículum para el puesto de presidenta: entre 2002 y 2006, fue vicepresidenta en el gobierno de Abel Pacheco, en un período donde el crecimiento del país en términos económicos promedió un 5,4% anual. Su énfasis en esta campaña ha ido en propuestas dirigidas a reactivar la economía.

La sigue Fabricio Alvarado, un pastor evangélico que ya había dado la sorpresa hace cuatro años, cuando se llevó la primera vuelta con el 25% los votos, para luego perder frente a Carlos Alvarado por amplio margen: 60% a 39%. Esta vez, el candidato más conservador entre los tres suma 10%, según las encuestas.

Marco Solís, profesor de Filosofía Política en la Universidad de Costa Rica, destaca lo impredecible de la carrera presidencial: “La pelea en este momento, y al tenor de las encuestas, tiene como ganador al sector ‘indeciso’, por más del doble que el porcentaje que apoya al partido que las encabeza: Liberación Nacional. Esto hace que la pelea esté en realidad entre al menos cuatro candidaturas, una de las cuales es el Frente Amplio, partido que se define de izquierda”, señala a este medio.

El exmandatario y actual candidato del Partido Liberación Nacional, José María Figueres. Foto: AFP

La recuperación económica ha estado al centro de una de las democracias más saludables de América Latina, y que por lo demás ingresó a la OCDE el año pasado, siendo el primer país de Centroamérica en el bloque de los países desarrollados. A pesar de ser uno de los países líderes en educación y salud en la región, el desempleo aumentó a un 14% en Costa Rica, y la pobreza llegó a un preocupante 23% de los hogares. A inicios de 2021, el gobierno de Alvarado suscribió un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, con el que se concedió al país US$ 1.750 millones para estabilizar sus finanzas. Con esto, Alvarado se vio en la necesidad de reducir el gasto fiscal, enfrentándose a una oposición que ha bloqueado todos sus intentos en el Congreso para hacer reformas en esa dirección.

“Hay una especie de consenso en los problemas por resolver: economía, equilibrio fiscal, infraestructura, corrupción. Las diferencias están en las recetas”, apunta Pignarato.

Otra tema central en la campaña ha sido la corrupción, que según una investigación de la Universidad de Costa Rica es la principal preocupación de los costarricenses, con un 23%, y seguida por el desempleo.

Al respecto, Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional, opina: “Debemos agregar los desafíos que afronta la democracia ‘tica’, la cual, pese a mantener un alto nivel de apoyo ciudadano (71%) evidencia un marcada caída de la satisfacción con el funcionamiento de la democracia y un progresivo aumento de la disfuncionalidad del sistema político que viene arrastrando desde hace más de dos décadas”, dice a La Tercera.

Con 25 candidatos, los debates presidenciales resultaron un tema difícil de organizar para los medios de comunicación. Al final, tanto en la radio como en la televisión, se optó por solo convocar a los seis candidatos que corrían con ventaja en las encuestas. Una opción diferente fue la que tomaron desde el Tribunal Supremo de Elecciones, que organizó cuatro debates nacionales en cuatro días seguidos, juntando a los candidatos en grupos de seis bajo el criterio del orden en que salían en la papeleta.