Tras su paso por la Fiscalía Regional de La Araucanía, el exfiscal Cristián Paredes asumió en abril de 2021 el cargo de director de la Unidad Especializada en Delitos Violentos y Responsabilidad Penal Adolescente de la Fiscalía Nacional. Desde ahí, ha constatado los cambios en el perfil de los homicidios. A su juicio, hay una serie de factores que explican el aumento de la violencia en este delito, aunque destaca dos: la participación de extranjeros y la instalación de bandas ligadas al crimen organizado.
¿Cómo ha cambiado el perfil de los homicidios en Chile?
Hasta no hace mucho tiempo los homicidios se cometían básicamente en contextos más bien vecinales, de conflictividad local y con presencia del alcohol como elemento gatillante en la violencia. Actualmente eso no es así: tenemos cada vez mayor presencia del empleo de armas de fuego, de modalidades más cruentas de comisión, y de presencia de elementos como el sicariato y otros que dan cuenta de formas de criminalidad organizada.
¿Existe un aumento en la violencia de estos hechos?
Sí, efectivamente es cada vez mayor la violencia en la comisión de homicidios. Un estudio que efectuó la fiscalía, analizando los homicidios del año 2016 al año 2020, se podía advertir que cuatro de cada 10 se cometían con el empleo de armas de fuego. Hoy el recurso del arma de fuego se ha ido incrementando.
¿A qué atribuiría este cambio en la realidad criminal?
Son varios los factores que influyen. Uno que podría explicar esta mayor complejidad en los homicidios es el fenómeno de la migración, que nos permite evidenciar, sobre todo, cómo en las regiones de la Macrozona Norte, cada vez la mayor presencia de imputados de nacionalidad extranjera. Y también muy relacionado con eso, aquello que era más excepcional, como es la constatación de sicariato, se ha ido presentando con una frecuencia que nos permite evidenciar que también la criminalidad organizada está afectando otras áreas o sectores del país.
¿Cómo ha influido el cambio de modalidad en las investigaciones?
Hay dos grandes niveles para hacerse cargo de este fenómeno. Uno de ellos es el caso a caso, de abordar de mejor forma el empleo de tecnología para llegar a mejores resultados, la integración de las cámaras de seguridad, de georreferenciación y de bases de datos balísticas. Ahora, el cómo abordamos el fenómeno en una mirada más global: haciéndose cargo de la criminalidad organizada que está presente en esta clase de delitos, abordando una investigación que emplee mucho más análisis criminal.
En cifras, el número de imputados desconocidos ha aumentado, ¿a qué atribuye aquello?
Está directamente relacionado con la forma que ha ido mutando el delito de homicidio, que antes ocurría en contextos más vecinales, se actuaba mucho más rápido y se procedía en flagrancia. Hoy se emplea cada vez mayor cantidad de armas de fuego, hay indicios de presencia de bandas organizadas, estructuradas para la comisión de estos delitos. La posibilidad de detener a las personas en el momento inmediato a la comisión del delito ha ido disminuyendo, se torna más difícil y desafiante abordar esas investigaciones.
Respecto de los imputados conocidos, ¿cómo definiría el perfil de las personas que cometen este delito?
Los estudios revelan que el 91% aproximadamente de los casos con imputado conocido, el autor es hombre. En segundo lugar, los rangos de edad se concentran en la edad de adulto joven, básicamente entre los 14 y 20 años y entre los 26 y 30 años. En tercer lugar, la mayoría de los homicidios se cometen por chilenos. Y en cuanto a la participación minoritaria de extranjeros, antes eran de nacionalidad peruana y colombiana. Hoy eso ha ido variando, y sobre todo en el norte de Chile, hay cada vez más participación de extranjeros y especialmente de nacionalidad venezolana.
¿Y existe diferencia en el actuar de los extranjeros?
Falta un análisis más sociológico, pero sí puedo constatar ciertos hechos que son evidentes, sobre todo en la zona norte del país. Ahí se advierte con preocupación el empleo de modalidades cada vez más violentas para cometer homicidios. Si uno conversa con fiscales que trabajan en las regiones de Arica, Tarapacá y Antofagasta, ellos reseñan cómo ha cambiado de manera muy preocupante el homicidio en cuanto a modus operandi. Hoy se presentan secuestros extorsivos y sicariatos de una manera que antes no se presentaba en las investigaciones de esos fiscales.
En los términos judiciales, también ha existido un cambio, ¿se está condenando menos por este delito?
Si tenemos un fenómeno de homicidios con cada vez mayor cantidad de imputados desconocidos va a ser mucho más difícil poder arribar a resultados investigativos satisfactorios y presentar sujetos a juicios. A mayor número de imputados desconocidos, menor posibilidad de obtener sentencias condenatorias, pero también no podemos olvidar que los últimos dos años hemos pasado por un periodo excepcional impulsado por una pandemia.
¿Considera que la forma de estos homicidios incide en el índice de temor?
Sí, yo creo que está directamente relacionado. El fenómeno de criminalidad, no sólo en homicidios, sino que también en robos, secuestros, se ha ido complejizando y hay más presencia de bandas organizadas, y el empleo cada vez más frecuente de armas de fuego impacta en la sociedad de una forma que es muy profunda.