Cronología del día más triste del INBA

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Cronología del día más triste del INBA Foto: Andres Perez

Una salida de overoles blancos desde el liceo terminó en una tragedia, con 35 estudiantes quemados. La comunidad del internado se trata de levantar, mientras que la Fiscalía investiga la posible presencia de adultos en estos actos.


Esa mañana del 23 de octubre en el Internado Nacional Barros Arana (INBA) avisaba que iba a ser tensa, dicen profesores y funcionarios.

Lo que anticipaba la comunidad del establecimiento educacional es que ese día se estaban juntando dos cosas. Por un lado, se sabía que se iba a realizar la “bajada de cuartos”, una actividad que por lo general se realizaba entre abril y mayo con motivo del aniversario del colegio, pero que había sido pospuesto.

Esa “tradición” había nacido varias generaciones atrás en el liceo.

-Años atrás, los de cuarto medio desordenaban a los más chicos -dice una profesora en reserva de identidad-. Los asustaban, cosas de ese estilo. Como que le pasaban la posta a los nuevos cuartos medios.

Pero desde hace unos seis años, dice esa profesora, esta actividad fue mutando hasta llegar a otra cosa: un día donde los capuchas se acostumbraron a aparecer.

Lo otro que se asomaba: un llamado a repetir las manifestaciones con motivo de un nuevo aniversario del estallido social hizo que un grupo de estudiantes encapuchados quisieran salir a la calle. No habían podido participar el mismo 18 de octubre en las manifestaciones que se convocaron ese día. Por eso, querían sumarse a una que se iba a realizar al mediodía en el metro Santa Lucía. A las 10 de la mañana empezaron los disturbios.

-Tiraron bengalas, bombas de ruido y una molotov en el patio interior del liceo -dice esa profesora en reserva.

Según otros funcionarios del INBA, afuera del establecimiento había alumnos del Instituto Nacional y del Liceo 2 esperando a que salieran sus pares. Pero no les autorizaron el “despacho”. Las dos entradas del liceo estaban cerradas y la tensión creció.

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24 Octubre 2024 Fachada Inba (Instituto Nacional Barros Arana). Foto: Andres Perez

Por eso, el grupo que quería salir del colegio se retiró al baño. Querían quitarse las capuchas, overoles y tratar de esconder los artefactos explosivos con los que se curtieron.

El tema, dicen empleados del liceo, es que cuando se organizan salidas de estudiantes también pasa otra cosa. A ese grupo de capuchas se le suma otro de similares dimensiones. Son los “mirones”: niños que no se encapuchan, pero asisten a los overoles para que hagan más fuerza en número, para que salgan con más tranquilidad e incluso para que se mimeticen con el resto una vez se termina el episodio violento.

Cuando los overoles entraron al baño, lo hicieron junto a los mirones.

Ahí comenzó la tragedia.

Poco antes de las 11 de la mañana se sintió una serie de explosiones en el sector de los baños del INBA, cerca del Patio Rojo. Uno de los registros audiovisuales del momento muestra cómo, en cuestión de segundos, y después de un gran estruendo, van apareciendo escolares con su uniforme quemado y con evidentes lesiones en su piel.

Las investigaciones del Laboratorio de Criminalística de Carabineros (Labocar) y del Ministerio Público están tratando de dilucidar la razón por la cual una de las bombas estalló. Esto, se cree, provocó la explosión de más elementos incendiarios.

Los profesores tuvieron que actuar. Ellos trasladaron como pudieron a los estudiantes heridos en sus autos particulares.

“Había unos que estaban incendiándose, otros ya se estaban sacando ropa. Los chiquillos, desesperados por sus compañeros, salían a buscar ayuda, agua. Hubo gritos de desesperación de los asistentes, los profesores”, señala Branny Figueroa, representante del centro de padres y que estaba presente ese día. “Primero, impresión, susto, desesperación, un caos, porque fue todo tan rápido, todo tan veloz”, recuerda de sus sensaciones al ver la escena.

El resultado fueron 35 alumnos quemados, de los cuales 23 siguen hospitalizados; dos en riesgo vital y ocho en estado crítico.

La tragedia estaba desatada.

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Al menos 4 estudiantes en riesgo vital tras explosión de combustible en el INBA.

La catástrofe

Una de las ideas que más dan vueltas entre miembros de la comunidad es que les sorprendió que haya pasado algo así.

Lo dice una de las profesoras con algo en mente.

-El colegio había estado tranquilo, a diferencia de otros años, donde pasaban muchas cosas -dice-. No había nada que nos dijera que algo así iba a ocurrir.

Lo otro que aporta esta profesora es que la tragedia ha sido transversal a toda la comunidad.

-No hay un curso más afectado que otro -asevera-. Hay niños de primero a cuarto medio, y de todos los cursos. No hay un profesor jefe que tenga más de uno o dos accidentados, por ejemplo.

Pronto, la red de apoyo del liceo comenzó a actuar: se difundieron cuentas bancarias donde llamaban a donar para costear el tratamiento de los menores. Las redes sociales también se convirtieron en un lugar de difusión.

A través de cuentas vinculadas al colegio, y otras al anarquismo y a difusión de salidas de overoles, se compartieron llamados a donar sangre en distintos bancos de sangre de la capital. Lo otro, es que desde otros establecimientos como la Usach, U. de Chile y el liceo llamaron a hacer completadas y rifas para reunir fondos para los heridos.

Varios de los heridos llegaron al Hospital San Juan de Dios y a la ex Posta Central. También a la Mutual de Seguridad. En total 11 recintos sanitarios recibieron alumnos quemados.

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Lo que se asume es que el golpe fue muy duro en una comunidad que trata de reponerse de la violencia. Los profesores del INBA firmaron un comunicado, el cual se replicó en redes.

En ese escrito calificaron como una “tragedia” y una “catástrofe” lo ocurrido. Allí también hicieron una alusión a algo más: “Como docentes condenamos todo acto de violencia y confiamos en que la investigación en curso nos dé la tranquilidad que deseamos para nuestra comunidad”.

Lo otro que comentan fuentes dentro del colegio es que hay miedo de querer hablar.

“Es difícil que alguien de la comunidad escolar hable -dice una exautoridad del INBA-. Tienen miedo. Por un lado, te pueden funar. Pero también te puede pasar algo peor”.

La comunidad inbana espera que este triste episodio, quizás sí el peor de su historia, se cierre sin pérdidas humanas. En tanto, la investigación del Ministerio Público apunta a algo más: si había adultos ajenos al internado entre quienes participaban. Interior y Santiago ya se querellaron en búsqueda de esas verdades.

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