Tres segundos. Ese breve lapso de tiempo tuvieron 850 chilenos para responder una pregunta tan abierta como evocativa: ¿Cuál es la primera palabra que se le viene a la mente cuando le digo “lo que me motiva en la vida es...?”. El 40% de los consultados para una encuesta realizada por la Universidad Andrés Bello y el Instituto Unab de Políticas Públicas (IPP) respondió “cuidar a los hijos”, mientras que el 25% se decantó por la familia y el 15% por el trabajo. Apenas el 7% dijo “ser feliz” y el 3% “aprender” o “estudiar”. La misma cantidad de segundos tuvieron para responder sobre su principal sueño. En ese caso, y de manera absolutamente espontánea, el 28% señaló que un “buen trabajo” y “estabilidad económica”, 14% una “casa propia” y el 12% “salud, vivir más y vejez digna”. Solo el 5% indicó que su sueño era tener una profesión o estudios.
Con el propósito de realizar una “Radiografía de la (des)confianza de Chile”-como reza el título de la encuesta-, la UNAB llevó a cabo un estudio cuyo trabajo de campo se realizó en febrero en 16 regiones del país y entre mayores de 18 años.
Pese a que cuatro de cada 10 chilenos reconoció que su mayor motivación es el cuidado de sus hijos, la respuesta tiene un matiz: el 1% de ese universo corresponde a hombres y el 99% a mujeres. A su vez, del 25% que respondió “la familia”, el 98% son hombres y apenas un 2% mujeres.
El director del Observatorio Territorial de la UNAB, Jaime Bellolio, explica que “los hombres y mujeres siguen replicando parte de uno de los estereotipos, de una cuestión que es cultural, de una norma donde el hombre es proveedor y la mujer es cuidadora, aunque hay muchas mujeres que encabezan familias, por tanto, la preocupación específica es sobre sus hijos”. En ese sentido, agrega que “todo esto tiene que ver con la ratificación de cierto estereotipo que va cambiando en los jóvenes; sin embargo, en términos de motivación o de preocupación inmediata para aquellos que tienen hijos, por supuesto que proyectan un futuro más largo, es decir, cuando dejan de pensar en sí mismos, esa proyección que se hace más inmediata para el hombre, es familia y trabajo, familia y estabilidad económica, que es su manera de ser proveedor. En cambio, las mujeres es cuidado de sus hijos y la seguridad”, indica.
En cuanto a las principales preocupaciones de hoy, el 41% respondió que la delincuencia, el 16% quedarse sin trabajo, el 11% la economía, el 6% la salud y apenas el 3% la política. Al mismo tiempo, ante la pregunta sobre cuál es el principal problema de la sociedad chilena, el 30% dijo la inseguridad y la delincuencia, el 24% la “avaricia, poca empatía, individualismo y falta de respeto”, mientras que el 15% mencionó la inmigración.
Además de las actuales inquietudes, el estudio indagó también en lo que más preocupa del futuro. En ese caso, las preocupaciones cambian: el 34% mencionó el “trabajo” y la “estabilidad económica”, el 29% la seguridad y el 10% la salud y la vejez. En línea con esta tendencia, el 51% reconoció que la economía “es el principal problema que me afecta a mí y a mi familia”. De todos modos, el 45% indicó a la delincuencia como el tema más importante que deben enfrentar el gobierno y las autoridades, tanto en el presente como en el futuro. Apenas el 12% se decantó por la salud e igual porcentaje por la educación.
Frente a la variación de las preocupación en presente y futuro, Bellolio expone que “la seguridad tiene un efecto inmediato, es algo cotidiano, se ve en tu casa, en lo que pasa en los trayectos o en el país, lo que habilita el resto de las dimensiones que preocupan a los chilenos”. En cambio, “la economía se ve como una preocupación para adelante, porque es cómo me voy a mantener para poder seguir con mi calidad vida, si me va a alcanzar el sueldo o no hasta final de mes”, dice.
La encuesta, además, indagó en lo que más detestan chilenos y chilenas: el 23% respondió que la mentira y la hipocresía, el 16% la injusticia y el 11% la corrupción. La mentira y la hipocresía es un sentimiento mayoritario entre quienes tienen 18 a 29 años (37%). Y sobre en quiénes o en qué desconfían, el 25% dijo que en los políticos, el 18% en las personas en general y el 12% en los inmigrantes.
En línea con el cuidado de los hijos y la relevancia que se da a la familia, ante la pregunta espontánea sobre “lo que más me importa”, casi siete de cada 10 (un 67%) dijo que el bienestar familiar, mientras que el 9% mencionó a sus hijos, el 7% la seguridad, el 6% tener trabajo y el 5% tener salud.
Una de las cifras del estudio que provocaron mayor sorpresa fue el bajo porcentaje de chilenos que sueñan con acceder a una profesión o estudios. Según Bellolio, “frente a un futuro incierto, las personas necesitan fórmulas para disminuir esa incertidumbre, y eso es mantener mi trabajo, poder llegar a final de mes”. Por lo tanto, “las inversiones largas, algo que tengo que hacer pero que rendirá frutos de 10 a 20 años más, en el caso de las pensiones, no parecen hoy día estar dentro de la planificación, por eso la educación no está en los factores que más anhelan los chilenos”, afirma.
En el estudio se da cuenta que una de las mayores preocupaciones actuales es la estabilidad económica en sectores rurales más que en urbanos. En ese sentido, Bellolio explica que uno de las mayores implicancias de vivir en el sector rural es la baja probabilidad de acceder a otro empleo en caso de perder el anterior. “Es más preocupante porque existen menos oportunidades. Por tanto, si una persona pierde su empleo en el sector urbano habrá más alternativas disponibles. En cambio, en el mundo rural existen menos chances y es más preocupante perder un trabajo”, afirma.
Dimensión cultural
El sondeo exploró también en la relación de los chilenos con el poder, el individualismo, la estabilidad y la autonomía, entre otros aspectos. Nueve de cada 10 chilenos (90%) señaló que el país tiene una estructura social “donde algunas personas tienen más poder que otras”. Por otro lado, el 76% dijo que la sociedad actual “da mayor importancia a los éxitos y logros personales”, mientras que ante una pregunta sobre estabilidad y riesgos, el 40% dijo que Chile posee una cultura “que busca seguridad y estabilidad”, mientras que el 40% indicó que “es una cultura abierta a tomar riesgos”.
De acuerdo con el estudio, la sociedad “manifiesta una ambivalencia emocional, ya que por un lado se identifican en su estado de bienestar y satisfacción respecto a sí mismos y las condiciones generales de sus vidas (el 61% dijo sentir alegría), pero por otra hay factores que generan tensión, ansiedad o preocupación (el miedo fue mencionado por un 57%)”.
En cuanto a esta ambivalencia que surge, el académico indica que “cuando las personas tienen su primer sentimiento de alegría y el segundo es miedo, pareciera que son contradictorios unos con el otro. Sin embargo, al estar juntos, lo que ocurre es que son factores desmovilizadores”. Y agrega: “Las personas que están frente a la incertidumbre se refugian en lo propio, que es su familia, amigos. Entonces en ese entorno encuentran alegría, y en lo externo encuentran miedo”.
La democracia
Otro de los hallazgos de la encuesta -y que de cierta manera va en línea con otros estudios- tiene que ver con el estado de la democracia. A la pregunta de “cómo valoras la importancia de la democracia para el presente y el futuro de Chile”, solo tres de cada 10 (30%) respondió que “esencial”. El resto (28%) se mostró neutral, el 21% consideró que era “importante, pero mejorable”, el 13% dijo sentirse desconfiado y el 8% manifestó desinterés o rechazo.
Al dividir esto por edad, los más escépticos respecto de la democracia son las personas entre 18 y 29 años. En ese grupo, apenas el 17% dijo que la democracia era esencial, el 28% que era importante pero mejorable y el 38% se manifestó de manera neutral. “La valoración de la democracia varía significativamente por grupo etario, con un desinterés o rechazo más marcado entre los más jóvenes -un 55% se considera neutral, desconfiado o desinteresado de la democracia-”, concluye el estudio.
A su vez, en el grupo entre 30 y 59 años, el 29% dijo que la democracia era esencial, el 32% neutral y solo el 14% que era importante pero mejorable.
Bellolio marca estas diferencias debido un hecho histórico: “Hemos visto lamentablemente que hay algunos segmentos de personas más jóvenes que son muy intolerantes con la diferencia, que creen en la lógica de la cancelación, esa lógica identitaria que ha propugnado la izquierda más radical, lo que hace es también demoler el espacio colectivo, porque no genera la posibilidad de la convivencia entre los diferentes, que es el triunfo de la democracia”.
El futuro que traza la encuesta no es del todo esperanzador en cuanto a la confianza entre los chilenos y quienes ostentan el poder. En ese sentido, el 29% dijo que “la confianza entre las personas y aquellos en posiciones de poder no cambiará”, el 27% consideró que “empeorará ligeramente”, el 25% que “mejorará ligeramente”, el 10% que mejorará significativamente” y el 9% concluyó que “empeorará”.
No por nada el 79% mostró desconfianza con los parlamentarios, igual porcentaje con los inmigrantes, un 76% con los influencers y un 75% respecto del Presidente de la República.