Cuando en España apareció una camada de jóvenes asociados al mundo intelectual de izquierda, lo que más tarde sería conocido como Podemos, en Chile una generación aún más joven también hizo su arribo al escenario político, lo que se transformó años después en el Frente Amplio (FA). Ambos nacieron producto de manifestaciones sociales y se posicionaron a la izquierda de los antiguos partidos y conglomerados, como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la ex Concertación. Con unos años de diferencia en su formalización, estos nuevos exponentes se convirtieron en partidos políticos que nacieron como críticos de los sectores que durante décadas se dividieron el poder.
Poco después, en la vereda contraria, un grupo de políticos que alguna vez militó en la derecha tradicional -el Partido Popular (PP) en el caso español, y Chile Vamos- decidió salir a disputar lo que consideraban una afrenta a los valores que defendían, con menos complejos a la hora de atacar directamente a sus opositores políticos y con un rápido ascenso electoral. Así nació tanto Vox como Republicanos.
El surgimiento de los nuevos conglomerados españoles y chilenos no fueron coincidencia, como tampoco los resultados que han tenido en las urnas. Así lo creen cinco analistas políticos locales, pero que actualmente residen en España, con los que La Tercera conversó para dilucidar los puntos de cruce y las diferencias entre ambos ecosistemas políticos.Las elecciones municipales y autonómicas reflejaron un giro a la derecha, convirtiendo al PP -el principal partido de la oposición- en el gran ganador de la jornada, con el 31,5% de los votos. A su vez, Vox logró consolidarse en el tercer lugar al duplicar su desempeño respecto de 2019.
Así, al jefe del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez (PSOE), no le quedó otra que anunciar el lunes el adelanto de elecciones para el 23 de julio. El resultado de los comicios significó un duro golpe para la coalición de gobierno (PSOE y Unidas Podemos). De hecho, el partido de Pablo Iglesias obtuvo su peor resultado electoral desde que ganó sus primeros votos en unas elecciones europeas en 2014. El 20% de apoyo que Podemos logró en 2015 se esfumó, quedando relegados al cuarto lugar.
Tan lejos tan cerca
Chile ha sido una suerte de espejo –o reflejo-, de España, y viceversa, acotan varios de los expertos consultados. La idea no es nueva, pero la historia reciente se empeña en recordarlo de vez en cuando, como ha venido ocurriendo durante los últimos 12 años respecto de la manera en cómo se ha desarrollado la política de ambos países. Las recientes elecciones de consejeros constitucionales en Chile, o las autonómicas y municipales en España, han puesto nuevamente sobre la mesa las similitudes políticas entre ambos países: mientras en la nación europea los partidos tradicionales se impusieron el 28M (PP y PSOE), en Chile ha ocurrido todo lo contrario debido a la irrupción del Partido Republicano. En cuanto a los puntos en común, en ambos países la izquierda no tradicional (Podemos y el Frente Amplio) ha sufrido duras derrotas en las urnas.
Para el profesor visitante de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y académico de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda, quien ha investigado de cerca el fenómeno que relaciona a Vox y Republicanos en lo que denomina una “nueva derecha radical”, mas no extrema, “la relación entre los dos países va más allá” de algo meramente comparable.
“Chile tiene un fuerte vínculo con lo que es la política española y la política francesa, por lo que muchas de las coordenadas que hay en esos dos países han marcado la historia política contemporánea del país”, asegura. “Lo que varía son los ciclos o tiempos políticos”, plantea.
Eso sí, Aranda dice no estar seguro de que la relación sea de espejos, sino que, al menos en lo que a Vox y Republicanos respecta, son “partidos cuasi gemelos, no idénticos”, por las diferencias en el contexto político de cada país. Pero son distintos, sostiene, a otras formas de nuevas derechas aparecidas en el mundo.
“Si uno va a casos como los de Trump o el de Javier Milei, en Argentina, uno ve que la traducción política no funciona tanto en el caso de Vox. Trump tiene muchos elementos de palioconservadurismo, y Milei es un ultraliberal, o incluso ultraneoliberal, diría yo. En cambio, en el caso de Vox y de Republicanos hay muchos elementos de conservadurismo valórico, al mismo tiempo que una defensa del neoliberalismo y lo económico que los emparenta”.
Para la doctora en Ciencia Política y presidenta de la Fundación Hay Mujeres, María de los Ángeles Fernández, “se acostumbra a buscar paralelismos entre Podemos y el Frente Amplio, que, sin duda, comparten señas de identidad, no solo por su origen y composición, sino también por el tipo de ideario de izquierda al que adscriben. Se trata de una izquierda de corte posmaterial e identitaria que emerge de los cenáculos universitarios, con fuerte aire de contestación frente a lo establecido y ambas criticando los llamados ‘pactos’ de la transición a la democracia”. Para la académica, otra idea que une a esta “izquierda juvenil” es que “afrontan las derrotas electorales escudándose en relatos exculpatorios que bloquean la crítica”.
Otro académico que conoce bien este tema es el sociólogo Alberto Mayol. “Estructuralmente, hay similitudes”, explicó el politólogo. “Con estructuralmente me refiero no mirando el caso espejo, sino que mirando todo el escenario, donde se ve una similitud histórica en términos de coyuntura, literalmente, al mismo tiempo. El 2011, en el mes de mayo, se intensifica la protesta asociada fundamentalmente con las relaciones entre los derechos sociales y las formas específicas del desarrollo económico, en el caso de España por la vivienda, y en el caso de Chile, una combinación entre endeudamiento y educación, entre otras razones”, apunta.
Según Mayol, la aparición de un colectivo de izquierda permitió “que un sector de la derecha diga ‘esta extrema izquierda es un fenómeno preocupante, y la única forma de detenerla es ir a defender nuestras banderas sin complejo’. Y entonces surge Vox. En Chile, inicialmente hubo pocos actores disponibles para eso. El más conocido es José Antonio Kast. Como columnista estaba Teresa Marinovic, que era capaz de defender por igual a Reagan, Thatcher, Pinochet y Juan Pablo II diciendo: ‘Yo no voy a permitir que digan no sé qué cosa de Juan Pablo II o de Pinochet’”.
En esa línea, en España sucedió algo distinto, cree Mayol. “Vox tiene un tejido en la sociedad civil más fuerte. No de grandes empresarios, pero sí de medianamente grandes, que financian organizaciones, ONG, fundaciones que van a disputar espacios, como colegios, uno a uno, comuna por comuna y con un trabajo muy, muy serio. ‘Están haciendo este tipo de educación sexual en el pueblito equis’, de literalmente 500 habitantes, se avisan, lo que ocurre hace 10 años. Son los mismos que promueven el bus de la libertad, que va a Chile y ataca la agenda gay. Es un trabajo muy sistemático”, detalla.
Aranda coincide en este análisis y recuerda que la “Fundación Disenso, que asesora y colabora con Vox, también habla con Republicanos”.
En ese sentido, Gonzalo García, historiador e investigador posdoctoral en la Universidad del País Vasco, plantea que el giro en los discursos se ve en “la denominación de ‘derechita cobarde’ elaborada por Vox en su momento de auge en contra del PP, lo que influyó en muchos españoles asiduos al partido azul”.
Pasado, presente y futuro
En palabras de María de los Ángeles Fernández, una razón que podría explicar la relación que se atribuye a ambos ecosistemas políticos es que “la transición a la democracia en Chile se inspiró, por lo que sabemos, en lo que fue el modelo de la transición española a la democracia luego de 40 años de franquismo y que cristalizó en los llamados ‘Pactos de La Moncloa’. Dichos acuerdos se caracterizaron por la salida pacífica y neutralizada desde la dictadura franquista, llevando adelante un proceso de negociación y compromiso entre las élites (‘política de consenso’) aceptando el marco institucional previo y utilizando los procedimientos en él establecidos para buscar una salida desde una dictadura a un régimen democrático”.
Pero para Aranda, esto también ejemplifica las diferencias de los conglomerados de ambos países. “En el caso de Chile, lo que caracterizó al período posdictadura, a gran parte de la transición y especialmente al período posterior a 2019, fue la superación de la Concertación. Hasta el momento, yo diría que ha sido pulverizado, no sé si eso lo cambiará, pero cada elección pareciera confirmar que las fuerzas ejes de los últimos 30 años empiezan a ser fuerzas acompañantes, pueden ser relevantes, pero ya no son las fuerzas ejes. En cambio, el PSOE y el PP siguen siendo las fuerzas que de alguna manera lideran las coaliciones. No ha pasado esa superación”.
Héctor Casanueva, académico de la Universidad de Alcalá y exembajador chileno en Suiza, ve que esta relación se da “no solo desde el punto de vista político, sino también desde el social. Por ejemplo, el tipo de régimen de seguridad social y de Estado del bienestar que se quiso poner en marcha y que de alguna manera existe en Chile es bastante parecido al de España, con la diferencia obviamente de los niveles de desarrollo y del financiamiento que tiene aquí el Estado, además de pertenecer a la Unión Europea, que es un factor muy importante”.
Desde una teoría asociada al marketing político, Gonzalo García plantea que la estrategia del PP también se ha acomodado en el último período. “Desde los años 90 vemos cómo la cultura de mercado existente en Chile ha impregnado lo político”, pero recién “en el siglo XXI vemos cómo estas estrategias de marketing utilizadas en Chile están logrando su efecto en España. Un ejemplo son las últimas campañas electorales esgrimidas por Isabel Díaz Ayuso en Madrid con el famoso lema de ‘Comunismo o libertad’. Estas estrategias hace 20 años no hubieran funcionado en España, con un Estado del bienestar reforzado, pero sí en Chile, con un Estado debilitado”.
Sin embargo, y con miras al futuro, el historiador cree que en Chile “el partido de Kast está viviendo su momento de auge, que probablemente decaiga después de alcanzar el poder, al igual que está sucediendo ahora con el FA. Hablamos de alternativas políticas a demandas coyunturales de la ciudadanía, por lo que su vida útil podría ser igualmente coyuntural. Al parecer, los partidos tradicionales históricos o la abstención resisten y prevalecen ante los momentos de desilusión social y política”, en línea con los resultados españoles y la prevalencia del PSOE y el PP a la cabeza del país.
En la otra vereda, Alberto Mayol va más allá y ejemplificó los vaivenes electorales del progresismo de ambos países a través de los últimos comicios. “El mejor ejemplo de la crisis de la izquierda es la Convención Constitucional, donde el Frente Amplio o no es capaz o es indolente frente al proceso de dar un carácter más organizado a todo ese conjunto de ideas en términos político-intelectuales, con el fin de que no fuera una agenda disruptiva para el resto de la población. Y en el caso español, ha tenido una reacción similar en la población general, donde Podemos ha perdido en muy pocos años entre el 80% y 90% de su capital electoral”.
En palabras del sociólogo, ambas situaciones son “muy parecidas”, pero “el FA ha tenido a Gabriel Boric que, habrá que decirlo, ha tenido la capacidad de generar algunos niveles de defensa de las bases institucionales y a partir de eso ha logrado mantener un cierto vínculo con ese sentido común”, cerró.