“Para nada legalizaría el aborto. ¿La eutanasia? Tampoco estoy de acuerdo. ¿El matrimonio igualitario para personas del mismo sexo? Peor todavía. Primero la familia. ¿Legalizar la marihuana? Por supuesto que no”. Las declaraciones que dio el candidato presidencial izquierdista Pedro Castillo en una entrevista con la emisora Radio Programas del Perú (RPP) desconcertó al progresismo de la región.
Pese a que los mandatarios de izquierda de América Latina tienen discursos bastante progresistas, en la práctica muchos de ellos tienen una visión más conservadora en temas como el matrimonio homosexual, los derechos de la comunidad LGTBQ, el aborto, la eutanasia, el consumo de drogas e incluso el lenguaje inclusivo.
El último líder de la región en sumarse a esta tendencia fue el peruano Pedro Castillo, un profesor rural que rechaza todas las consignas que la izquierda a la que representa suele defender.
Castillo ha suavizado su discurso desde que los resultados oficiales lo dieron como ganador virtual de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 6 de junio con el 50,12% de los votos, frente a su rival conservadora Keiko Fujimori, que obtuvo un 49,87%.
El político peruano no es el único que ha abandonado las consignas de su sector. El salvadoreño Nayib Bukele, que se había declarado “de izquierda radical”, ahora asegura que no cree en “ideologías”. El mandatario no tiene problemas con manifestarse en contra del matrimonio igualitario. “Como concepto, no. El matrimonio es el casamiento entre un hombre y una mujer”, dijo en una conversación junto al rapero puertorriqueño René Pérez, más conocido como Residente. “Eso no inhibe que puedas tener la pareja que quieras y los derechos que quieras”, agregó Bukele.
En la conversación por Instagram, el mandatario de 39 años aseguró que no es “muy partidario cuando dicen ‘todes’. A mí me gusta decir ‘todos’, porque hablo español. El español es un poco machista, pero es el idioma que hablamos”.
Bukele considera que el aborto, que está prohibido en su país, es un “genocidio”. “Yo no mataría a alguien indefenso por lo que hizo su padre. Aunque sea hijo de un violador, no tiene la culpa”, aseguró.
El Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ya mostraba en su campaña que la legalización del aborto en el país y el matrimonio igualitario no serían prioritarios para su gobierno. “Lo fundamental es la honestidad, eso, con todo respeto y autenticidad, lo considero como algo no tan importante. Lo importante en México es que se acabe con la corrupción”, dijo en una entrevista con el programa El Weso de W Radio en 2015.
El mandatario argentino, Alberto Fernández, fue tildado de xenófobo y supremacista luego de sus declaraciones durante la reciente visita del Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, a la Casa Rosada. “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos. Y eran barcos que venían desde Europa”, dijo Fernández, intentando citar al poeta mexicano Octavio Paz, que escribió: “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos... de los barcos”.
Aunque el mandatario argentino pidió disculpas por el malentendido, el video del discurso se difundió rápidamente a través de redes sociales, desatando una ola de memes y críticas.
Una reacción similar generó el venezolano Nicolás Maduro al llamar “mariconsones” a los líderes de la oposición, en referencia a una presunta homosexualidad de Henrique Capriles. El opositor criticó las “declaraciones homofóbicas” de Maduro, calificándolas de “fachismo” y de “extrema derecha”.
Este también estaba presente en muchos de los discursos del exmandatario boliviano, Evo Morales, especialmente en el que dio en la inauguración de la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra el 2010 en Cochabamba, donde aseguró que “el pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres”.
El Presidente de República Dominicana, Luis Abinader, que pertenece al Partido Revolucionario Moderno (PRM) y fue quien incorporó el ministerio de la Mujer a su gobierno, sostuvo en 2016 -cuando aún era un candidato- que “el matrimonio entre personas del mismo sexo está prohibido en la Constitución y, además, la sociedad dominicana no está preparada para eso”.
La religión también ha pasado a jugar un papel importante para los líderes izquierdistas de la región. Tras su salida de prisión después de 580 días, el brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva tuiteó: “Dios estuvo en todo momento en las cosas que he vivido. Incluso en prisión”, agregando que “si Dios simboliza el amor, la fraternidad y la bondad, Bolsonaro no puede ser un enviado de Dios”. No fue la primera ni la última vez que Lula apelaría a Dios para captar al público evangélico.
El mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, también ha hecho varios guiños a la Iglesia Católica. En 2005 se casó con Rosario Murillo, y el año siguiente derogó un artículo del Código Penal que permitía la interrupción del embarazo bajo ciertos supuestos. Sin embargo, en 2018 los obispos empezaron a criticar al mandatario y desde entonces, se ha acercado más a los evangélicos.
Citado por el diario español ABC, el exdiputado y miembro del Frente Amplio por la Democracia, Eliseo Núñez, consideró que este cambio fue “un juego donde lo único que queda claro es que ellos no tienen principios ni ideologías. Su objetivo es sostenerse en el poder, así tengan que matar y echar presa a la mitad de Nicaragua, así tengan que convertirse a la Cienciología de Tom Cruise”. El político fue aún más crítico al señalar que “fueron ultracatólicos, marianos, celebraban a la Virgen y al Niño Dios mientras les servía. Ahora, pues, no les sirven”.
Nicaragua despenalizó la homosexualidad en abril de 2018, el mismo año en que la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) denunció 1.300 desapariciones, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) estima que aproximadamente 200 personas murieron por disparos de la policía.