Los arcos del fútbol chileno. Una de las zonas de aterrizaje predilectas para los futbolistas extranjeros. Favoritos, en ocasiones, por sobre los locales, sin importar su alta edad. Y parte de la muralla que frena el progreso de las nuevas promesas. Un puesto que requiere experiencia en batallas, pero que, a nivel nacional, parece carecer de un proyecto formativo que permita la aparición de los canteranos que sueñan con pararse sobre la línea y atajar una pelota al ángulo a estadio lleno. Los longevos tienen siempre la primera oportunidad.
Nueve de 17 posibles. Esa es la cantidad de arqueros chilenos que cuentan con la confianza de sus respectivos técnicos para defender la portería de sus equipos en la Primera División. Un número muy por debajo respecto a otras ligas de Sudamérica y cuyo promedio de edad es cercano a los 30 años. Los jóvenes no logran convencer a sus técnicos para sumar minutos. Un problema que también salpica a la Selección, que aún no consigue un sólido reemplazante a Claudio Bravo.
Lo advirtió Roberto Navajas, el preparador de guardametas de la Roja que dirige Martín Lasarte. “El problema de los arqueros más jóvenes es que no están compitiendo”, manifestó, el pasado 15 de mayo, en entrevista con La Tercera. Su declaración se ajusta a la realidad de un medio en el que las categorías menores no han podido desarrollarse con normalidad por la pandemia y en el que los extranjeros cubren casi la mitad de los arcos.
En comparación con Argentina y Brasil, por ejemplo, las diferencias son claras. En el primero, 22 de 26 posibles son transandinos. El Brasileirao, en tanto, arrasa en ese aspecto. De los 20 cuadros que militan ahí, todos tienen a un nacido en esa tierra a cargo de defender su valla.
En Chile, en cambio, la situación es muy distinta. Óscar Wirth, mundialista con la Roja en el Mundial de España 1982, asegura que el poco -o prácticamente nulo- espacio para los jóvenes se genera a raíz del desinterés de los equipos en elaborar un proyecto para formar porteros de primer nivel: “Se ha optado por lo más fácil. En lugar de realizar un trabajo determinado y sacar nuevos arqueros, se han traído personas de afuera, obviamente limitando la posibilidad de crecimiento chileno”.
Roberto Rojas Mercado, ex guardavallas de clubes como O’Higgins y la Universidad de Chile, coincide. “No hay una buena formación. Es algo que nos está pasando en Chile y es lamentable. Cuando se forma, lo que se quiere es escalar a las competencias. Hay un vacío muy grande, estamos a años luz”, dice Tomatín.
Manda la experiencia
No solo la nacionalidad forastera es un factor que aparentemente resulta importante para los adiestradores del campeonato chileno. También los años de experiencia en una posición en la que los jóvenes parecen no tener cabida. A nivel local, el promedio del total de metas es de 30,17, menor que el de Brasil (30,35) y Argentina (31,6). Así, queda reflejado que en estos tres países la juventud no es la favorita para defender los pórticos.
Además, si se analizan únicamente a los porteros locales, la cifra chilena sigue siendo mínimamente inferior a la de las ligas vecinas: 29,2 frente a 31,5 y 30,35, de transandinos y brasileños, respectivamente. Ahora, si la comparación se realiza con un fútbol más desarrollado, como el de España, esta queda por encima, puesto que en LaLiga la media es de 29,05 en total. Y tomando solo a los hispanos, es de 28,5.
Al respecto, Rojas considera que la elección de los metas longevos por sobre los de menor edad es una determinación netamente deportiva de los estrategas, ya que, a su juicio, la nueva camada debe ganarse su opción por rendimiento, sin importar su juventud. “Cuando sale alguien mejor, se coloca solo. Todos los técnicos quieren ganar. Lamentablemente, no aparecen jóvenes que puedan sacar a los grandes arqueros”, expresa.
Wirth, por su parte, comparte una visión similar. “Los jóvenes también deben hacer un poco de empeño para poder encontrar sus oportunidades. No solamente porque sean jóvenes deben tenerlas. Ellos tienen que demostrar por qué razón habría que jugarse por ellos”, puntualiza.
Los guantes de la esperanza
De los 17 guardametas del balompié nacional, el chileno Zacarías López es el que más se acerca a ser la excepción. El jugador de 22 años de Deportes La Serena, equipo que marcha segundo en el campeonato, fue nominado al segundo microciclo de la era Lasarte y es pieza fundamental en el esquema del conjunto papayero, así como también lo fue en 2020. En los siete partidos que ha disputado en la presente temporada, solo recibió dos goles.
El portero de 22 es uno de los nombres que asoman como opción para heredar el arco del Equipo de Todos. Su rendimiento y constante alza no tan solo lo convierten en una opción para Machete, sino que, además, mantienen viva la esperanza de las nuevas generaciones. Una carta que cuenta con todo lo necesario para ganar terreno de cara a los próximos desafíos de la Selección, pese a que, según dicen dos que conocen bien la posición, aún tiene aspectos por mejorar.
“Ha estado en las nóminas. Hay que tratar de ver qué tan competitiva es la persona en el equipo, porque son cosas diferentes. No es lo mismo jugar en el club que hacerlo en la Selección. Pero, al menos, se ha presentado esa instancia y ya es el tiempo y el propio jugador el que tiene que decir si esto va a perdurar”, afirma Wirth.
Rojas, en tanto, es más exigente: “En la medida que empiece a mejorar el juego aéreo y salir más a las pelotas, va a ser un arquero de selección. Mientras todavía no domine ese aspecto, todavía es un chico que está en pleno desarrollo. Ahora, es un arquerazo, fuerte, rápido y achica bien, sí. Pero en el ámbito internacional lo del juego aéreo se nota”.
López es el único que se aproxima a romper el esquema de la realidad de los arqueros en Chile. Un país que está lejos de exportar guardianes de porterías. Que cede gran parte de su espacio a los foráneos y, al igual que en las ligas cercanas, a los locales más longevos, afectando, directamente, a los nuevos rostros y a las divisiones inferiores. Un problema en el que aún no hay ni pistas de solución. Y es que, bajo los postes nacionales, prácticamente no hay cabida para los nacidos en suelo chileno. Menos para los que vienen.