En menos de dos semanas, Italia se convirtió en el segundo país europeo –después de Suecia- en el que se impuso mediante elecciones una coalición de extrema derecha. Si bien las experiencias políticas de este tipo están lejos de ser nuevas en Europa, los expertos plantean dudas sobre la estabilidad de la Unión Europea, en un contexto de creciente descontento social y preocupación por la inflación, el alza de las cuentas de energía y la guerra en Ucrania.
Con un discurso antiimigración y contra de lo que llama “el lobby LGBT”, el partido de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, consiguió el domingo pasado un 26% de los votos, lo que supuso su mayor victoria en una década de existencia. Sus socios se repartieron el resto: el partido antiinmigración Liga, liderado por Matteo Salvini, obtuvo el 9%, y Forza Italia, del exprimer ministro Silvio Berlusconi, se llevó alrededor del 8% de los sufragios.
A pesar de todas las tranquilizadoras promesas de continuidad de Meloni y la agitada retórica de Salvini, los analistas dicen que la verdadera prueba para el nuevo gobierno se encontrará en los próximos meses, cuando la Unión Europea intente elaborar una respuesta coordinada a las cambiantes condiciones del campo de batalla en la guerra en Ucrania, y el G7 formule soluciones específicas sobre políticas tan complicadas como el tope del precio del petróleo.
Para los expertos, el ascenso de Meloni es importante no solo porque Italia ha sido desde principios del siglo XX un referente de los movimientos de extrema derecha en Europa. De manera más crítica, Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo (PPE), una familia de partidos de centroderecha de todo el continente, ha respaldado públicamente la coalición de Berlusconi con Meloni.
El auge de Hermanos de Italia con Meloni a la cabeza acompaña al de Jimmie Åkesson, el líder de la colectividad de extrema derecha Demócratas de Suecia, que obtuvo más del 20% de los votos en las elecciones generales el 11 de septiembre pasado, convirtiéndose en el segundo partido político más grande del país, con una posición de fuerza en las negociaciones con los conservadores para intentar formar gobierno. Sus prioridades políticas coinciden con Meloni en la soberanía, la lucha contra la inmigración, la preservación de las tradiciones.
Así, en el continente la extrema derecha sigue ganando terreno. En Francia, Marine Le Pen, la líder de Agrupación Nacional, obtuvo más del 41% de los votos en abril contra Emmanuel Macron. En España, el partido de extrema derecha Vox es el tercero más grande en el Parlamento. Mientras que Alternativa para Alemania (AfD) consiguió más del 12% en las elecciones federales de 2017, lo que lo convirtió en el tercer partido más grande, aunque perdió algunos puntos en las elecciones de 2021. A principios de este año, Viktor Orbán en Hungría ratificó su victoria de 2018 con un triunfo aún mayor (54%) contra un candidato de la oposición que se identificaba estrechamente con Bruselas. Ante esto, el Parlamento Europeo respondió calificando al país de autocracia electoral. En Portugal, el partido de derecha Chega (Basta) obtuvo 12 escaños en las elecciones de enero de este año, frente a solo al único que logró en 2019.
España y Finlandia acudirán a las urnas en 2023, y ambas elecciones podrían dar lugar a coaliciones de derecha que incluirían partidos de extrema derecha. Mientras tanto, las dos principales fuerzas de Bélgica en los promedios de las encuestas actuales son populistas de extrema derecha, y el partido Ley y Justicia (PiS) de derecha que gobierna en Polonia todavía lidera los sondeos parlamentarios y podría gobernar con Confederación, una formación ultranacionalista, tradicionalista y en muchos sentidos aún más radical que el PiS.
De acuerdo con Popu-List, el voto en Europa de la derecha radical en 2004 era del 5% y en 2019 pasó al 15%. Mette Wiggen, profesora de la Universidad de Leeds especializada en movimientos de extrema derecha en países escandinavos, dijo al medio español El Diario que lo importante no es analizar solo sus resultados electorales, sino “ver su éxito en cómo han fijado la agenda y cómo han influido sobre los partidos tradicionales. Para la UE, cerrar fronteras y mantener fuera a refugiados e inmigrantes ha sido más importante que salvar vidas. Hay un amplio consenso sobre la ‘securitización’ de la migración”, indicó.
Desde que se inició la invasión de Rusia a Ucrania en febrero los partidos de extrema derecha europeos están “en una posición incómoda”, explicó al portal Newtral Jorge Tamames, investigador del Real Instituto Elcano. Y “hace que estén divididos”, como añade Jorge Tamames, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB).
De hecho, si bien en Europa fueron varios los líderes de extrema derecha que se apresuraron a felicitar a Meloni tras su victoria electoral, Hermanos de Italia no es “familia” política de todos ellos en el Parlamento Europeo. Forma parte de Conservadores y Reformistas Europeos, el bloque que aglutina, entre otros, a VOX o al partido gobernante en Polonia, aunque no así a Salvini o a la francesa Marine Le Pen.
“Para muchos de estos partidos, Vladimir Putin es un ejemplo de lo que les gustaría implantar en otros países, un régimen iliberal y ultraconservador. Pero luego hay países que por especificidades nacionales, como Polonia, están totalmente en contra de lo que representa Putin y el expansionismo ruso. Se junta una dinámica ideológica con la identidad nacional”, afirma Tamames.
Una de las razones por las que los partidos europeos de extrema derecha han ganado cada vez más apoyo e influencia es debido a que “los partidos tradicionales del establishment en Europa son incapaces de encontrar soluciones satisfactorias al creciente número de problemas en Europa, como la crisis financiera y de refugiados, así como el pesado lastre del bienestar social, mientras que el conjunto de retóricas y propuestas de la ultraderecha tiene más posibilidades de conquistar el corazón de la gente”, escribió el portal Salon.
“La crisis del costo de vida está socavando a los gobiernos y las instituciones europeas. Por supuesto, la guerra en Ucrania ha empeorado las cosas, pero cosas como el Pacto Verde Europeo y la política monetaria del Banco Central Europeo estaban elevando la inflación antes de la guerra. La erosión de los niveles de vida significa que las personas naturalmente se sienten insatisfechas con sus gobiernos y el establishment político”, dijo a CNN Gunnar Beck, miembro del Parlamento Europeo que representa a AfD.
Además, frente a muchos conflictos y desafíos, los países europeos tienden a buscar una solución conservadora como respuesta, es decir, desviar la atención interna subrayando las amenazas o desafíos externos.
Los destinos de los países europeos están interconectados. Cuando un partido de extrema derecha gana poder en un país, pronto tendrá un impacto en otros países. Por lo tanto, no se puede descartar la posibilidad de que los partidos de extrema derecha sean populares en más países europeos. Charles Kupchan, un experto europeo del Consejo de Relaciones Exteriores, le dijo a The New York Times que los partidos de extrema derecha no solo han empujado a los centristas más hacia la derecha, sino que ahora también están “normalizados”.
“La dirección del impulso político está cambiando: tuvimos una ola de centrismo antes y durante la pandemia, pero ahora parece que la mesa política se inclina hacia atrás en la dirección de los populistas de derecha”, dijo. “Y eso es un gran problema”. b