Para este Mundial los Cóndores no se guardaron nada. Subidas de intensidad en los entrenamientos, mejoras en el centro de alto rendimiento, rivales de peso en los amistosos y nuevas caras dentro del staff, fueron algunas de los cambios para Francia 2023. En esto último, la figura de Daniel Richmond (44 años) toma un valor especial.
El nacido en Bath, Inglaterra, comenzó a trabajar con Chile en la ventana internacional de octubre de 2022, puntualizado principalmente en el trabajo de los forwards, los jugadores que ocupan las primeras líneas del equipo y enfocan su trabajo en la resistencia, tackleo y formaciones fijas como el scrum y el lineout. La fuerza y el motor de un equipo que destaca por esa faceta. Esa es un área en la que el británico es especialista, ya que en el pasado trabajó con los hookers de los Pumas para el Mundial de 2015 (entre ellos un joven Julián Montoya) y actualmente guía en esos escenarios a las nuevas generaciones del rugby italiano.
“Todo esto es parte del proyecto de World Rugby de apoyar a las naciones que crecen en el rugby. Tuve la oportunidad de trabajar con Chile y Uruguay en los duelos amistosos cuando enfrentaron a Rumania. Estuve una semana con cada uno de los países. Ahí estuvimos hablando con Pablo (Lemoine), ayudando en aportar técnicas modernas, nuevas estrategias para los forwards. Ahí comenzamos a trabajar juntos para dar con un programa para la Copa del Mundo”, menciona desde Francia a El Deportivo.
Por eso Richmond es voz autorizada para hablar de los cambios que ha ido mostrando un plantel que en esta copa ha sido reconocido mundialmente por su labor defensiva. “La manera en la que ahora hacen los scrums, cómo se mueven en el lineout; que los mauls se hayan transformado en una verdadera herramienta, la organización. Todo eso es crédito de los jugadores, porque ellos han puesto el trabajo duro. Es una estrategia que fuimos adaptando cada vez más, mes a mes. Cuando el grupo jugó en la SLAR con Selknam fue cuando empezamos a implementar algunas de estas estrategias que ahora estamos usando para los forwards”, comenta el europeo.
Estrategias que se fueron entregando durante cuatro meses a los jugadores y que llevaron a los rugbistas nacionales a un nivel de intensidad que no conocían. Y es que en Francia los rivales también son una dimensión nueva. Es otro de los puntos que menciona Richmond, sobre todo cuando están a horas de enfrentar a Inglaterra, la sexta mejor selección del planeta. “Los jugadores han respondido muy bien el ir hacia lo desconocido, trabajando realmente fuerte por eso. Tú vez la pasión y el compromiso que los jugadores han puesto en esto. No dar nada por sentado, luchar siempre. No puedes pedir nada más que eso”, añade.
La Rosa
El rival de esta jornada en Lille es uno al que conoce a la perfección. Ha enfrentado como entrenador en el Premiership a muchos jugadores del actual plantel de la Rosa y también ha compartido con algunos de ellos, como Jack Walker, a quien entrenó en su etapa escolar y hoy partirá en el banquillo ante Chile. “Tratarán de jugar constantemente, harán un juego muy territorial, patearan mucho el balón, tal como hicieron con Japón. Jugarán dos o tres fases. Ese es su sistema: conservar energía hasta que encuentran el error y te hacen daño”, destaca sobre un equipo que, para este tercer duelo, presentó un XV inicial con varios suplentes, pero que contará con el estreno en este Mundial de su capitán, Owen Farrell, quien estuvo suspendido ante los nipones y Argentina. Factor que puede abrir una ventana. “Cuando ha habido rotaciones en este torneo, a esos equipos les suele costar un poco más de tiempo en encontrar el ritmo. Entonces, tendremos una buena oportunidad de empezar bien”, cuenta con optimismo.
El partido además tendrá un sabor especial para él, ya que verá enfrentado a su país contra el que actualmente está entrenando. Algo que no le quita el norte. “Estoy muy enfocado en Chile, pero claro que es emocionante, porque los ingleses, al igual que los sudamericanos, somos muy apasionados con el rugby. Preparar a los chicos para esto es genial. Llevarlos a ese nivel será un gran desafío para los jugadores y estoy muy emocionado de poder verlos disputando ese nivel”, sostiene.
Richmond, demuestra a lo largo de la conversación un total orgullo de lo realizado por los forwards y el equipo nacional en este evento. “Los jugadores han trabajado muy, muy duro. Han sido muy dedicados. Han sido abiertos de mente para recibir información, para intentar nuevas cosas, lo que es genial para nosotros los entrenadores. Ha sido una colaboración, hemos aportado ideas, elegido estrategias y preparado a los chicos para ejecutarlas”, destaca.
El mismo Richmond admite que el trabajo ha estado enfocado en la adaptación. Advierte que en el rugby eso es lo más importante y que Chile ha tenido que vivirlo durante su estadía en Europa. Primero, al enfrentar a un Japón que enfoca su juego en la velocidad. Después, al medirse ante Samoa, una nación extremadamente física y de contacto. Ahora, ante los británicos tendrán que ajustarse a uno de los juegos ofensivos más prolijos del planeta. Ajuste que no es fácil, pero que los jugadores asumen y que están feliz de buscar: “Es genial, soy agradecido de que Pablo (Lemoine) haya puesto esta responsabilidad en mis hombros. Cuando preparamos el equipo es una colaboración entre todos los entrenadores de la selección y los jugadores. Ellos han estado muy entregados al plan. Creen en él y han hecho un gran trabajo ejecutándolo”.
Finalmente, tiene una reflexión en torno a lo que significa la multitudinaria presencia de hinchas nacionales en el Mundial. “El público ha sido muy ruidoso durante los partidos. Han estado fantásticos. Los fanáticos de Chile, cantando y apoyando les dan a los jugadores un empuje tremendo y les permite disfrutar el estar en la cancha y el estar representando a su país, a sus familias. Puedes ver cómo usan esa energía y la hacen parte de su performance”, destaca antes de terminar la entrevista para ir a hacer el vídeoanálisis de la escuadra rival. Son las 9.20 de la noche en Francia y recién hace un par de horas habían aterrizado en Lille. Para él y para los Cóndores no hay descanso.