El crimen que golpeó al mercado Lo Valledor
La muerte de dos agricultores de Malloa en una encerrona hoy pone en jaque la cultura del tradicional centro de abastecimiento de Santiago que por cinco décadas se ha basado en el intercambio de dinero en efectivo.
El Mercado Lo Valledor no parece dormir. Desde la madrugada entran camiones cargados con frutas y verduras al tradicional centro de abastecimiento ubicado en la comuna de Pedro Aguirre Cerda desde 1968. A lo largo de sus 30 hectáreas se estacionan donde pueden los camioneros y comerciantes que luego recorrerán los altos galpones verdes y los pasillos para luego emprender viaje y abasteceter a distintos puntos del país. También, desde las 22 horas llegan pequeños comerciantes para invertir en sus negocios comprando a precios mayoristas.
Las transacciones de dinero en efectivo son incontables. Se puede ver cómo pasa de mano en mano. “Ésta a 10, 13 y 15 lucas, mamita”, se interrumpe el agricultor de tomates de San Vicente, mientras relata cómo es la cultura del dinero en efectivo que permanece por más de 50 años en el mercado. “Nosotros nos movemos con puro efectivo porque nos gusta tener la plata en el bolsillo”, dice sentado en el vagón de carga de su camión.
Una tradición que desde el 27 de enero está puesta en jaque.
Ese día la noticia corrió más rápido por el boca a boca de los agricultores que por los medios de comunicación. En poco rato todo Lo Valledor sabía que a eso de las 11.15 de la mañana dos agricultores que momentos antes habían estado en el mercado habían sufrido una encerrona cerca de la comuna de Malloa. El crimen, tal como relata el parte policial, fue perpetrado por tres extranjeros y el resultado fue trágico: ambos resultaron muertos y el hijo de 15 años de uno de ellos estaba grave.
La situación impactó profundamente a los agricultores que todos los días desde las 22:00 hasta las 14:00 horas del día siguiente comparten extensas jornadas de trabajo. La delincuencia los tiene a todos nerviosos. Saben que las cosas se están volviendo más inseguras dentro y fuera del mercado y los agricultores más antiguos asumen, que la forma de trabajar está cambiando.
“Aquí hay que hacer un trabajo de magos para que un ladrón no nos marque”, cuenta Eugenio Osorio, un comerciante que lleva 40 años dedicado a la venta de hortalizas de su campo en la región de Coquimbo. Su hijo, Gabriel, todos los días viaja seis horas para descargar el camión en Lo Valledor durante la noche.
“Aquí hay que hacer un trabajo de magos para que un ladrón no nos marque”
Eugenio Osorio, comerciante Lo Valledor
Un tomatero más joven dice que está dispuesto a defenderse con sus propias manos. “Siempre estamos listos para defendernos, desde que empezamos en este negocio”, dice, insinuando el porte de objetos contundentes.
Algo en lo que sí coinciden los comerciantes de distintas trayectorias en el mercado es que la información de entrada y salida de camiones cargados con dinero viene desde adentro.
“Siempre hay alguien que está dateando. ¿Por qué creís que le robaron a los tomateros? Esa es la verdura más cara”, dice un agricultor que trabaja en el sector desde los 17 años con su campo en Maipú.
Distintos a la Vega Central
Frente a la nueva realidad delictual queda la decisión de seguir con el sistema de intercambio en efectivo o bancarizarse como lo han hecho otros mercados, entre ellos la Vega Central.
Hace algunos años dentro de esa feria se instalaron dos bancos para que los comerciantes pudieran depositar su efectivo. Uno de ellos fue BBVA que abandonó el lugar pocos años después porque no existían las condiciones de ganancia para mantener la sucursal. Solo quedó el Banco Estado con tres cajas de depósito que hasta el día de hoy mantienen largas filas desde la madrugada hasta su apertura a las nueve de la mañana, lo que implica un evidente riesgo para los usuarios.
Pero los comerciantes de Lo Valledor están reacios a buscar una opción que disminuya la fluctuación de dinero en efectivo por el aumento de la inseguridad. Uno de sus administradores, Marcelo Araya, afirma que “sitios como la Vega Central -que han impulsado estas medidas de bancarización han colapsado- entonces esta no es la única solución. Nosotros también respondemos a la eventualidad delictual”.
De todas maneras, Araya dice que los lamentables hechos son una oportunidad para cambiar esta tradicional cultura del efectivo. “Estamos iniciando las conversaciones, sabemos que es a muy a largo plazo, pero creemos que es inevitable este proceso de bancarización del mercado por el nivel de seguridad que nos puede entregar”, dice.
“Estamos iniciando las conversaciones, sabemos que es a muy a largo plazo, pero creemos que es inevitable este proceso de bancarización del mercado por el nivel de seguridad que nos puede entregar”
Marcelo Araya, administrador Lo Valledor
Aún así, la cultura del efectivo también viene desde afuera de Lo Valledor. Así lo plantea, Osorio que recibe en su puesto a pequeñas comerciantes que buscan de adquirir pequeñas cantidades y pagan de esta forma.
“Nosotros también recibimos a la abuelita que viene a comprarte un saco de zanahoria o un apio, que va a invertir unas 10 o 15 lucas y traen esos billetes en el bolsillo, entonces qué hacemos nosotros, nada”.
“Es difícil cambiar esta tradición, que va a pasar mucho tiempo pero sería bueno empezar”, sentencia otro agricultor.
“Es difícil cambiar esta tradición, que va a pasar mucho tiempo pero sería bueno empezar”
Agricultor, Lo Valledor
En la página de Lo Valledor hoy hay aun amplio anuncio dedicado a la seguridad en el sector. Se llama a todos al autocuidado. Queda por verse si la campaña incluirá también un llamado a cambiar la forma de comerciar.
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