Volvieron los turistas. Solos o en grupo, nacionales o extranjeros, recorren los principales miradores del puerto. Se toman fotos, apoyados en las barandas, mirando hacia la bahía. Entran y salen de antiguas casonas del siglo XIX, reconvertidas en restoranes y cafés. Algunos nuevos y otros que sobrevivieron a los confinamientos por la pandemia del Covid-19.
Con el fin del invierno y la llegada de la primavera, la ciudad despierta del letargo. Y en los principales miradores de Valparaíso, las tiendas han vuelto a abrir.
En el paseo Yugoslavo (cerro Alegre) -sin basura y tan solo unos pocos rayados- fue inaugurada, en abril, la primera librería del Fondo de Cultura Económica en regiones Manuel Rojas.
Desde entonces, cuenta uno de sus trabajadores, ha ido aumentando el flujo de personas que circula por el sector. Asociado, piensa, al término de las cuarentenas, pero también a la reapertura de espacios -como el Museo de Bellas Artes y sus exposiciones temporales-. Y a los nuevos y viejos atractivos, como un restorán (Terrua Bistró) que abrirá pronto, o el ascensor El Peral, que une la plaza Sotomayor con el Yugoslavo, y que no ha dejado de funcionar.
A tan solo $100, sube y baja lleno, con turistas o vecinos que sacan a pasear a sus perros.
“Efectivamente ha aumentado el número de turistas en la comuna, fundamentalmente en los sectores de la ciudad que son más visitados, como cerro Alegre, Concepción, Sotomayor, Playa Ancha (...). Este repunte se aprecia también en los servicios gastronómicos, de alojamiento y tour operadores”, cuenta la encargada de Turismo de la municipalidad, Xóchitl Poblete.
Según la Corporación Regional de Turismo de Valparaíso, la tasa de ocupación hotelera también ha ido al alza: en enero fue de 51%; febrero, 68%; en Semana Santa, 71%; y el último fin de semana largo de agosto, 83%.
En el cerro Concepción, los turistas -sobre todo europeos y brasileros, con sus guías de viaje bajo el brazo- también recorren los paseos Gervasoni, Atkinson y Dimalow.
Como en el Yugoslavo, no hay rastros de basura y el ambiente es tranquilo. Al menos durante el día. En los tres circulan perros “comunitarios” -como denominan lugareños- que pernoctan en la calle y son alimentados por vecinos. Y también hay grupos pequeños, de jóvenes, compartiendo una que otra lata de cerveza.
Una guía, líder de un grupo de extranjeros, es consultada sobre la seguridad y responde: “Como cualquier lugar es seguro hasta las 00.00, porque después sale otro tipo de personas... gente borracha”.
Uno de los acceso al paseo Gervasoni es el pasaje Gálvez, donde el Presidente Gabriel Boric dijo en julio “por la cresta que es lindo Valparaíso”. Cuenta el vecino Camilo Parra que el sector se convirtió en uno de los primeros focos turísticos de la ciudad. Que hace 15 años era peligroso circular por esas calles. Pero hoy, con sus galerías de arte y heladerías abiertas, ya no tanto. Es, incluso, un lugar seguro, afirma.
Ascensores y seguridad
Pero hacia el oriente, en el mirador del pasaje Dimalow se han registrado una serie de crímenes que mantienen bajo alerta a las autoridades. Los vecinos han pedido al alcalde Jorge Sharp cerrar el paseo durante la noche -tal como lo hicieron antes con la plaza El Descanso-, pero no ha accedido. Allí se forma una plazoleta, donde se juntan más personas a beber alcohol y celebrar hasta el amanecer.
Al menos este paseo sí tiene su funicular, el Reina Victoria, funcionando -también a $100-. Y en las cercanías se puede visitar el recientemente abierto Museo Universitario de Grabado.
El paseo Gervasoni no corre la misma suerte. Su ascensor, el Concepción, lleva un par de años cerrado.
Y aunque el ministro de Obras Públicas, Juan Carlos García, aseguró su reapertura para el 30 de agosto -junto con el Cordillera y el Espíritu Santo- la promesa no se cumplió. El seremi Yanino Riquelme aseguró que las obras de los tres funiculares ya están finalizadas y que están realizando etapas de prueba “de manera responsable, para evitar cualquier riesgo” y “poder hacer pronta entrega a la comunidad su uso”.
Más hacia el poniente, en el paseo 21 de Mayo -donde se encuentra una de las mejores vistas panorámicas de Valparaíso- el ascensor Artillería también está cerrado. Sus vagones, a medio camino, están completamente rayados.
Igual de limpio que los anteriores, recibe la visita de menos turistas, precisamente por la falta del ascensor. Sin este medio de transporte, la única forma de llegar a él es tomando transporte público, desde el centro de Valparaíso hacia el cerro Playa Ancha; o a pie, subiendo un sinfín de escaleras.
Aún así, el fin de semana el mirador se llena. Un restorán atiende, con vista a la bahía, y los visitantes recorren la feria de artesanías. Una locataria cuenta que se ve más gente, comparado con 2021, pero que sin el ascensor, principal atractivo, las ventas siguen siendo exiguas.
“De a poco se está empezando a reactivar el turismo, obviamente no como antes, por la crisis mundial, pero está llegando algo”, señala la vendedora.
“Hubo un claro repunte del turismo este año” -agrega la encargada de Turismo del municipio- “porque se han ido flexibilizando los requisitos para el desplazamiento de personas e ingreso de turistas al país”.
Al mismo tiempo, “la oferta turística cultural se ha reactivado y renovado en Valparaíso, generando nuevos espacios capaces de convocar al público. Esto es el resultado de una estrategia promocional que hemos implementado desde la pandemia, manteniendo viva la imagen de nuestra ciudad y sus atractivos”, señala la encargada de Turismo de la municipalidad.
En el 21 de Mayo, al igual que en casi todos los miradores tradicionales de Valparaíso, el mobiliario está casi intacto. Porque la violencia del estallido no llegó al cerro. Se concentró en el plano, cada vez más deteriorado.
Según cifras de Sernatur, el número de visitantes no frecuentes a la comuna de Valparaíso subió, entre 2020 y 2021, de 336.374 a 373.262. La cifra, en todo caso, aún dista bastante del número de turistas que recibía la ciudad antes de la pandemia: 524.330 en 2019.
El municipio apunta al aumento de visitantes y su promoción como destino. Para ello ya consiguió el reconocimiento de Sernatur como municipalidad turística y fue declarada como Zona de Interés Turístico por la Subsecretaría de Turismo (ZOIT), herramienta público-privada que permite priorizar inversiones y proyectos en el polígono que tiene esta declaración, lo que trae aparejado una priorización para trabajar en un plan a largo plazo para mejorar la ciudad en diversos aspectos: sustentabilidad, capital humano, promoción, seguridad, innovación y experiencias turísticas, abriendo el camino a un mejor turismo en la ciudad.