“Era un usuario del transporte público, hasta ahora que no me dejan moverme, pero trato de moverme siempre. Pobre Patito Aguayo, se va a enojar, ¿Dónde está Pato? No, si me deja moverme”.
Entre risas, el 9 de agosto, el Presidente Gabriel Boric se refería así a -quizás- uno de los temas que más le ha acostado asumir desde que es Jefe de Estado: el resguardo de su seguridad. A quien hacía referencia es al coronel Patricio Aguayo, el jefe de su escolta, con quien ha forjado una cercana relación, hasta el punto de que es uno de sus colaboradores que primero ve en el día a día.
Desde la casa que usa en el Barrio Yungay, cuando el tiempo apremia, el Presidente, dicen algunos testigos de estos diálogos, le pide saber a Aguayo cuánto es el tiempo máximo para salir y llegar a la hora a alguna actividad determinada. El oficial le da el tiempo solicitado y salen. “Sierra Eco en camino”, comunica el oficial a sus subalternos.
“Sierra Eco” es el nombre que se le da a los Presidentes por parte de los escoltas. ¿La razón? Son las iniciales de “Su Excelencia”. Códigos que se manejan en el Departamento de Seguridad Presidencial (OS-8), el cual está compuesto de 93 funcionarios, según el decreto que regula la protección de autoridades por parte de personal de Carabineros.
Consultada la policía uniformada sobre cómo se coordinan los servicios de seguridad del Presidente, señalaron que es algo que “no se comenta, sino que se aplica teniendo en consideración su relevancia”. Junto con esto sostienen que “sin embargo es importante destacar que existe una planificación operativa respecto de su seguridad directa”.
Agregan que “quienes forman parte del Departamento de Seguridad Presidencial son hombres y mujeres Carabineros con una basta preparación y experiencia, los que se encuentran en condiciones de enfrentar los distintos escenarios que se puedan ir desarrollando en el entorno de las actividades que desarrolla nuestra máxima autoridad nacional”.
Piñera y el auto
Cada Presidente, explican fuentes policiales, tiene su estilo y todo eso se analiza en detalle por el Departamento de Seguridad Presidencial. No pueden “enojarse”, ni molestarse con la autoridad, sólo elevar al máximo sus capacidades para cumplir lo que el Mandatario quiere, aunque -dicen- hay algunos límites.
Por ejemplo, recuerdan que con el Presidente Sebastián Piñera les complicaba su insistencia en ocupar el asiento del copiloto del chofer, lo quedebilitaba las medidas de seguridad que los policías diseñaban para los traslados. Entonces, comentan, cuando el exjefe de Estado lo hacía debía activarse un protocolo distinto para redoblar la seguridad.
Piñera además, dicen las mismas fuentes, se sentaba con el asiento muy cerca del tablero para apoyar sus documentos de trabajo. Fue entonces que un día ante la incomodidad de la escolate se logró un acuerdo con el Mandatario: instalar una mesa plegable en la parte trasera. El Presidente dio el sí y el tema se dio por solucionado.
Ese proceso para someterse a las exigencias de seguridad de Carabineros es algo que también ha entendido con el tiempo el Presidente Boric.
Testigos de esa relación confidencian que el Mandatario pide, en algunas ocasiones, salir con la menos cantidad de policías que se pueda. Es ahí que se inicia un “proceso de negociación” en que ambas partes seden.
Por ejemplo, cuentan que en una actividad en Pirque, el Mandatario se antojó de tomar un café. No podía esperar. Sin embargo, los escoltas no encontraban un local por ningún lado, hasta que dieron con uno. Al no constatarse riesgo alguno, Aguayo bajó del auto, le abrió la puerta al Mandatario y este logró obtener su deseada bebida caliente. “La mejor seguridad es la que no se ve”, recordó el Presidente Boric, una vez en un programa de televisión.
El 10 de agosto, también puso nervioso a más de uno de sus guardaespaldas: ese día salió de improviso a enfrentar -megáfono en mano- a manifestantes habitacionales al frente de La Moneda. Pese a la improvisación, no ocurrió ninguna situación de riesgo.
La salida en Metro
El estilo de Boric desafía a sus escoltas, dicen conocedores de la seguridad presidencial, pero también a los carabineros que cumplen labores territoriales en los destinos que visita. Un ejemplo de ello ocurrió el 25 de septiembre cuando debían asegurar la visita del Mandatario a la inauguración de la extensión de la Línea 3 del Metro.
Ese día, el Jefe de Estado decidió usar el Metro, y trasladarse hasta Quilicura para liderar el anuncio. Boric bajó escaleras, saludó pasajeros, acompañado por el ministro del Transportes, Juan Carlos Muñoz. En todo momento su retaguardia estaba asegurada por el coronel Aguayo.
En paralelo, Carabineros debió reforzar el despliegue. “Se procede a instalar los servicios con motivo de la concurrencia de S.E Presidente de la República, don Gabriel Boric Font, a la inauguración de las nuevas estaciones de la red Metro”, se lee en el mensaje policial.
En el registro se detalla que fueron 23 funcionarios como “recursos propios”, es decir, del Departamento de Seguridad Presidencial y 19 efectivos de “servicios especiales”, entre ellos Control de Orden Público (ex Fuerzas Especiales) y Gope. En total ese día movilizó 42 efectivos y un dron.
El Presidente ha podido encontrar un equilibrio, entre mantener su seguridad y su libertad. En Carabineros, además, dicen que acá nada se personaliza y su misión no está enfocada en la persona, sino en proteger a la institucionalidad del Presidente de la República, vista este con o sin corbata