“Esequibo es nuestro”, “Esequibo nos pertenece”, dicen los carteles o calcomanías escritas en guyanés criollo y colocadas en distintas partes de Guyana desde que Venezuela celebró el referéndum el 3 de diciembre pasado, en el que los votantes aprobaron -entre otras cosas- la creación del estado Guayana Esequiba, además de un plan para otorgarles la ciudadanía venezolana a sus habitantes.
Ese país, ubicado en la costa noratlántica de América del Sur y uno de los más pobres de la región, tiene una economía se proyecta ahora como la del más acelerado crecimiento en los últimos dos años, gracias al sector petrolero.
Esequibo, la región que despertó el interés del Presidente venezolano Nicolás Maduro, es una zona rica en recursos naturales y ecosistemas que se encuentra en el centro de una disputa fronteriza entre Guyana y Venezuela desde 1899 cuando se definió los límites de lo que entonces era la Guayana Británica. En 1962, cuatro años antes de que Guyana lograra su independencia de Reino Unido, Venezuela dijo que no consideraba el asunto resuelto. Caracas sostiene que el río Esequibo es su límite natural, como lo fue bajo el dominio español.
En abril, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que tenía competencia para resolver el caso, aunque faltan años para una decisión final. El plebiscito del Presidente venezolano, Nicolás Maduro incluyó una pregunta sobre el desconocimiento de la autoridad de la CIJ en el tema.
“Venezuela está reclamando un lugar que nunca ha gobernado”, dijo al diario Financial Times Carl Greenidge, principal abogado de Guyana ante la CIJ y exministro de Relaciones Exteriores, y agregó que Venezuela “se ve a sí misma como la heredera de la monarquía española”. “Venezuela está alterando la jurisdicción del tribunal y por esa razón no podemos depender únicamente del tribunal”, añadió el experto.
Existe el consenso de que el gobierno de Maduro se ha vuelto cada vez más interesado en ese territorio desde 2015, cuando se descubrieron vastos yacimientos de petróleo en la zona.
En Esequibo viven alrededor de 125.000 personas, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guyana, alrededor del 15% de la población del país de 800.000. Según el Financial Times, muchos viven en pequeñas poblaciones de unas pocas casas de madera a la orilla del mar, con densos bosques que se extienden más allá. Tanto el inglés, el criollo y las lenguas indígenas se hablan ampliamente, y el español rara vez se escucha fuera de las comunidades de refugiados venezolanos.
Las selvas, colinas y manglares de la región son ricos en oro, diamantes y bauxita, mientras que bajo el fondo del océano frente a su costa se encuentran inmensos depósitos de petróleo de buena calidad. La mayoría de las reservas se encuentran en un bloque de petróleo y gas de 26.000 kilómetros cuadrados conocido como Stabroek, frente a la costa atlántica del país. Y una porción importante de ese bloque se encuentra en aguas territoriales de la región disputada por Venezuela.
Justamente la riqueza petrolera fue un factor determinante detrás del referéndum de Maduro, dijeron analistas al Financial Times, ya que la capacidad de Venezuela para aprovechar sus propias reservas se ha visto cada vez más complicada por la corrupción, la mala gestión y las sanciones establecidas por Estados Unidos.
Días después de la votación, Maduro ordenó a las empresas estatales otorgar licencias de exploración y producción en Esequibo, lo que llevó al Presidente de Guyana, Mohamed Irfaan Ali, a llamar a Venezuela “una nación fuera de la ley”.
En un encuentro realizado el jueves en Kingstown, la capital de San Vicente y las Granadinas, y mediado por ese país, Maduro e Irfaan Ali acordaron que “cualquier controversia entre los dos Estados se resolverá de conformidad con el derecho internacional”.
Sin embargo, en el acta del encuentro quedaron plasmadas las diferencias de ambos Estados en cuanto a un proceso que adelanta la CIJ sobre este conflicto, respecto al que Guyana se declaró “comprometido”, mientras que Venezuela manifestó “falta de reconocimiento de la CIJ y su jurisdicción en la controversia fronteriza”.
Milagro económico
La producción de petróleo en Guyana comenzó en 2019 y los flujos de crudo del bloque Stabroek, que contiene al menos 11.000 millones de barriles de petróleo equivalente, están reestructurando a Guyana. Hace unos años era uno de los países más pobres de América.
Guyana espera producir 1,2 millones de barriles diarios para 2027, lo que lo convertiría en uno de los mayores productores de petróleo de América Latina, sólo superado por Brasil y México, y por encima de los 750.000 barriles diarios que produce Venezuela actualmente.
La producción de petróleo ha gatillado el crecimiento del país. El FMI estima que el PIB se expandió un 63% el año pasado y se proyecta que crezca otro 38% en 2023.
Según Bloomberg, este ritmo de crecimiento no se parece en lo absoluto a las cifras de 2014, justo un año antes de que se descubriera el yacimiento petrolero a 193 kilómetros de su costa, de la mano de ExxonMobil y Hess Corporation. En 2015, el PIB se ubicaba en unos US$ 4.280 millones luego de haber subido 0,7% con respecto al año anterior.
Por ese entonces, el 35,1% de la población vivía en pobreza extrema, con una estimación de un dólar al día, de acuerdo con la ONG Humanium. Y aunque los datos en la actualidad son inciertos, en el discurso oficial sí se ha mencionado la intención de erradicarla, revelando así que el problema no ha sido resuelto.
Georgetown, la capital guyanesa donde viven unos 350.000 habitantes y es considerada la ciudad más grande del pequeño país, es un ejemplo de lo anterior.
El PIB per cápita en Guyana ya llegó a casi US$ 19.000 (a precios actuales), y se espera que las reservas de petróleo comercialmente recuperables superen los 11.000 millones de barriles por día, según informó el Fondo Monetario Internacional (FMI). Economistas han recomendado al gobierno de Irfaan Ali no repetir errores de sus pares en el manejo de la industria petrolera, por lo que debe fortalecer sus instituciones y crear mecanismos de ahorro y de inversión.
El petróleo ya genera US$ 1.000 millones en ingresos anuales para el gobierno y se estima que producirá US$ 7.500 millones en 2040. Guyana va a ser el país con la mayor producción de petróleo per cápita del mundo. El Gobierno espera que el fondo soberano creado para canalizar estos ingresos alcance los US$ 2.000 millones a finales de este año. Más allá de la construcción de este fondo, algo que ya es considerado como un paso en la buena dirección, la economía de Guyana está creciendo a una velocidad vertiginosa.
El último informe del FMI sobre la economía del país destaca que la economía de Guyana continúa creciendo muy rápidamente, respaldada por los planes de modernización del Gobierno, financiados en gran parte por los ingresos que genera la expansión del sector petrolero.
Los efectos indirectos del petróleo y la construcción están respaldando el crecimiento en los sectores de servicios y suministros, mientras que la agricultura, la minería y las canteras también están teniendo un buen desempeño.
La revista Harvard International Review (HIR) indicó que aunque existen serias preocupaciones en torno al impacto que puede tener el descubrimiento de petróleo de Guyana, de que el dinero recaudado se canalice en forma de subvenciones, ayudas y que aumente considerablemente la corrupción, por ahora parece que lo recaudado ingresa al fondo soberano o se está invirtiendo para mejorar la vida de los guyaneses.
Así, el país está construyendo 12 hospitales, varias escuelas, siete hoteles, dos grandes carreteras, su primer puerto de aguas profundas y una gran planta de energía a gas que duplicará la producción energética de Guyana y reducirá la factura de la electricidad, indicó el diario ElEconomista.
Efecto Galtieri
El referendo de Venezuela hizo crecer los temores de un conflicto en América del Sur. De hecho, EE.UU. anunció el 7 de diciembre vuelos militares conjuntos con la Fuerza de Defensa de Guyana para reforzar la colaboración de seguridad entre los dos países.
Los analistas consideran que la decisión de Maduro es un intento de conseguir apoyo antes de las elecciones de la segunda mitad de 2024. Aún no ha anunciado su candidatura, pero se espera que se postule a pesar de los bajos índices de aprobación en medio de la crisis humanitaria y económica del país. La inflación, controlada durante un breve período por una relajación de los controles cambiarios, alcanzó el 182% en el año hasta finales de noviembre, según el Banco Central.
En un intento por lograr una votación “libre y justa” el próximo año, EE.UU. relajó las sanciones sobre el petróleo, el gas y el oro de Venezuela. sectores y mercados financieros secundarios durante seis meses. Los funcionarios de Washington han dicho que las sanciones se restablecerán si los presos políticos no son liberados y no se levantan las prohibiciones impuestas a los candidatos de la oposición.
Para muchos expertos, la decisión de Maduro recordó al teniente general argentino Leopoldo Galtieri, quien en 1982, en un intento por sortear la crisis económica que afectaba a su país en ese entonces, apeló al nacionalismo. Así, el 2 de abril de ese año ordenó el desembarco de las tropas argentinas en las islas Malvinas, un archipiélago ubicado en el océano Atlántico Sur, a unos 600 kilómetros de Argentina, y cuya soberanía disputa con Reino Unido.
Esto desató una guerra entre ambos países. La misma terminó el 14 de junio con una victoria británica. Pese a su corta duración, el conflicto fue brutal: murieron más de 900 personas (649 argentinos, 255 británicos, y tres isleños).
“Al igual que Galtieri en 1982, Maduro necesitaba -y necesita- encolumnar a los venezolanos detrás de una causa patriota y nacional. Con una Venezuela sumida en la peor crisis humanitaria que jamás haya visto la región, y una dictadura cada vez más presionada por la comunidad internacional para la celebración de unas elecciones libres y transparentes, Maduro busca ganar tiempo y reacomodar su estructura con un solo objetivo: permanecer en el poder”, escribió el portal Infobae.