Desde septiembre es parte del comité político, el núcleo duro de las decisiones de gobierno. La ministra Jeannette Jara Román (PC, 48 años) es, por estos días, quien copa las apariciones televisivas entre sus pares del gabinete, explicando punto por punto la reforma de pensiones, uno de los pilares del programa de gobierno.
“Ha demostrado tener la capacidad de lograr grandes acuerdos, a veces improbables, que es lo que más necesita nuestro país en este momento”, dijo el Presidente Gabriel Boric en la ceremonia de ajuste ministerial que selló la incorporación de la también administradora pública y abogada al corazón del Ejecutivo.
Boric -aseguran testigos del tras bambalinas- se lo confirmó minutos antes. La ministra no lo dudó, y tampoco lo hizo en enero, cuando recibió el llamado del Presidente para entrar a su gabinete inaugural. Si bien no son cercanos, en La Moneda afirman que Boric destaca su manejo con sectores tradicionalmente esquivos para la izquierda, como el empresariado, cuestión que probó con la negociación del sello 40 horas con la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).
Aterrizaje en el petit comité
Para su partido, ese cambio de gabinete no estuvo exento de sobresaltos: a minutos de iniciar el ajuste, se desestimó el nombramiento del entonces subsecretario de Educación Nicolás Cataldo (PC) en la Subsecretaría de Interior debido a antiguos tuits contra Carabineros.
En el entorno de la ministra, su partido, e incluso dentro de la misma cartera, que Jara arribara al primer anillo de poder de La Moneda no sorprendió. No era una “compensación”, sino que un “secreto a voces” en las oficinas de Huérfanos.
Sin embargo, el hecho de que fuera comunista y cercana al timonel PC, Guillermo Teillier, fue clave. En el partido, es contemporánea a dirigentes como el exconvencional Marcos Barraza (amigo y compañero de dirigencia estudiantil), el senador Daniel Núñez y la senadora Claudia Pascual. Una generación de un ascenso mucho menos “meteórico” que dirigentas más jóvenes, como la ministra Camila Vallejo y la diputada Karol Cariola, pero que vivieron la “exclusión” -como califican los comunistas- de la institucionalidad mientras la Concertación estuvo en La Moneda y el PC, fuera del Congreso.
Menos resistida que otros cuadros de la tienda, Jara ha afianzado particularmente confianzas con el Socialismo Democrático. Con las presidentas del PPD y del PS, Natalia Piergentili y Paulina Vodanovic -respectivamente- compartió en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, cuando las tres fueron subsecretarias. Con la dirigenta PPD, además, compartió en la Usach, cuando ambas cursaban la carrera de Administración Pública.
“Por su historia política, habiendo pasado por el gobierno de la Nueva Mayoría, no tiene ningún prejuicio con nuestro mundo, como lo puede tener el Frente Amplio o las generaciones más jóvenes del PC”, afirma un dirigente del bloque.
Conocida es su amistad con la ministra de la Segpres, Ana Lya Uriarte, además de mantener una fluida relación con la jefa de Interior, Carolina Tohá, y con el de Hacienda, Mario Marcel. “Es necesario destacar que con el Socialismo Democrático y con Apruebo Dignidad somos una alianza de gobierno que existe para empujar los cambios que fortalezcan la mirada desde el progresismo político”, enfatiza Jara.
En ese horizonte -apuntan en su entorno-, si bien la ministra no se ha planteado como una dogmática del programa, sí es una defensora de su espíritu, entendiendo que no está escrito en piedra, pero que tampoco se puede renunciar a su cumplimiento. Un mantra -dicen- adoptado tras la experiencia de Nueva Mayoría, con una militancia comunista que se desafectó del gobierno tras el “realismo sin renuncia”.
Despliegue en el Parlamento
Si su ingreso al comité político implicó una influencia mayor en las decisiones de gobierno, es la reforma de pensiones su prueba y principal desafío político.
Su negociación -que no se ve fácil, como tampoco lo han sido las anteriores reformas previsionales- la ha basado en un estilo discreto y suave en las formas, pero también de cerrada defensa a sus pilares. Objetivo de ello han sido, sobre todo, las AFP.
“No hay nada más ideológico que seguir defendiendo la obra de la dictadura a través de las AFP”, afirmó esta semana en la radio de la U. de Chile.
Aunque Jara ha logrado ganarse simpatías en el Congreso, incluso en la oposición y en sectores como el PDG, esta semana desde la derecha levantaron una posible acusación constitucional por descontinuar los pagos de la Pensión Garantizada Universal (PGU). “Varios estamos alcanzando la convicción de que la ministra del Trabajo, como cabeza del ministerio a cargo del pago de la PGU, ha incurrido en responsabilidad constitucional”, dijo el diputado y secretario general de RN, Diego Schalper, a CNN.
Fuera de ese impasse, el diputado PDG Rubén Oyarzo -y vecino de la ministra durante la infancia en Villa El Abrazo de Maipú- relata que hace un par de semanas y mientras sostenía un diálogo con el diputado Juan Antonio Coloma (UDI), este último se acercó a Jara para extenderle sus felicitaciones por el trabajo prelegislativo en pensiones.
En el mundo empresarial, Jara ha establecido aliados inesperados, como el líder de la CPC, Juan Sutil, o Ricardo Mewes, de la CNC.
La prueba, ahora, está en si logrará amarrar una reforma ambiciosa y clave para Boric. El resultado es aún incierto.