Fue concebido como un espacio para albergar eventos artísticos, musicales y deportivos. Pero a 52 años de su inauguración y lejos de su objetivo, el Estadio Víctor Jara ha sido utilizado como oficina de trámites para migrantes, albergue y, últimamente, sede de vacunación.
Lo anterior llevó a la fundación del mismo nombre y que difunde el legado del cantautor, a impulsar un proyecto para devolver el recinto a su origen. “Buscamos que vuelvan la música, la cultura y las artes a este espacio”, dice Cristián Galaz, director ejecutivo de la Fundación Víctor Jara.
El frontis del estadio colinda con el pasaje Arturo Godoy. El sector ostenta un abandono evidente, con basura y rayados que opacan la declaración de Monumento Nacional que obtuvo el recinto en 2009. “El pasaje es un baño público, un basural. Eso impide que este espacio tenga la dignidad que merece”, agrega Galaz.
Conscientes de esto, el proyecto de la fundación incluye remodelar todo el entorno, medidas de repavimentación para mejorar los accesos, la creación de un memorial y un mural que abarcaría toda la cuadra.
Las gestiones ya se iniciaron. A comienzos de este mes la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, fue invitada al recinto para presentarle las propuestas de reactivación del recinto y su entorno. También han puesto al corriente al Instituto Nacional de Deportes, entidad que tiene a su cargo la gestión del recinto. “Esa propuesta y otras siempre serán bienvenidas”, sostienen desde el IND, y añaden que se “requiere de un trabajo multisectorial que incentivará una mejora integral de las instalaciones y su entorno”.
Un sitio para la memoria
El Estadio Víctor Jara fue inaugurado el 14 de abril de 1969 como Estadio Chile. Alojó numerosos conciertos y fue sede de distintas actividades artísticas -entre ellas el primer Festival de la Nueva Canción Chilena- hasta la dictadura, cuando fue utilizado como centro de detención y tortura. Allí fue detenido y asesinado el cantautor Víctor Jara.
“Es una ruptura que dejó muchas heridas invisibles, no solo muertos emblemáticos como mi padre, sino que cientos y miles de familias que quedaron destrozadas”, reflexiona la hija del artista, Amanda Jara.
Por ello, la fundación empuja tomar la administración cultural del recinto e implementar un “circuito de la memoria” permanente, en el que se desarrollen visitas guiadas para conocer la historia del recinto y del país.
Además, el plan proyecta la instalación de un museo y la realización de talleres. “No se trata de vivir eternamente el dolor, no. Se trata de mirar, de reflexionar sobre lo que pasó ahí para que los niños hoy en día entiendan cuáles son los derechos que deben defender”, añade Jara, quien forma parte del directorio de la fundación.