Casi 500 millones de personas lo han visto en el galardonado documental de los hermanos Naudet “9/11” o han observado su equipo de asistencia en el Smithsonian, o su casco expuesto en el 9/11 Memorial Museum. Y es que el entonces jefe del Batallón 1 del Departamento de Bomberos de la Ciudad de Nueva York (FDNY), Joseph Pfeifer, fue uno de los protagonistas de la fatídica jornada del 11 de septiembre de 2001, al convertirse en el primer jefe de la institución en responder a la emergencia que se desató en las Torres Gemelas.
“Fue el destino que yo estuviera en la estación de bomberos esa noche (previa). Otro jefe del batallón tenía que irse y me pidió que hiciera un intercambio ‘mutual’, lo que significa que trabajaría a partir de las 18.00 del 10 de septiembre hasta las 18.00 del día siguiente. No pensé en nada y acepté de inmediato”, relata Pfeifer, autor del libro Ordinary Heroes: A Memoir of 9/11 (lanzado el martes en EE.UU.), en un comunicado enviado a La Tercera por su editorial.
La mañana del 11 de septiembre, Pfeifer, quien entonces tenía 45 años edad, atendía un procedimiento de rutina en el bajo Manhattan. “A las 8:33, recibimos la llamada para responder a un ‘posible olor a gas’ a unas siete cuadras al norte de la estación de bomberos. Nadie se emocionó. Fue una emergencia de rutina, una de las llamadas más comunes a la estación de bomberos”, relata.
El despachador del FDNY los había enviado a la esquina noreste de las calles Church y Lispenard en Tribeca. A los pocos minutos se desataría la tragedia. “De repente, escuché el rugido atronador de los motores a reacción a toda velocidad. En Manhattan, rara vez se escuchan aviones debido a los edificios altos. Mirando hacia el oeste, vi un avión comercial de bajo vuelo tan cerca que pude leer la palabra ‘American’ en el fuselaje. Corriendo hacia el sur sobre el río Hudson, visible justo encima de los edificios en Church Street, el avión pasó a toda velocidad y desapareció de mi vista durante un par de segundos detrás de algunos edificios más altos”, recuerda. “Cuando reapareció, vi que el avión apuntaba a la Torre Norte del World Trade Center. Eran las 8:46”.
“Como el jefe más cercano en el bajo Manhattan, supe al instante que iba a ser el primer jefe en la escena y que tendría que asumir el mando”, rememora Pfeifer. “‘Ese era un avión de American Airlines’, dije. ‘Eso parecía un ataque directo’. No tenía idea de quién era el responsable, pero sabía que se trataba de un ataque terrorista. Podía sentir que mi frecuencia cardíaca aumentaba sutilmente. Sesenta segundos después de dar la primera transmisión de radio, volví a conectar la radio (…) El despachador y las unidades entrantes necesitaban saber lo que yo sabía en mis entrañas: esto no fue un accidente, sino un ataque deliberado de un avión que apuntaba al edificio”.
Pfeifer decidió entonces montar el centro de mando en el lobby de la misma Torre Norte. “El enorme vestíbulo de la Torre Norte se estaba llenando mientras los bomberos llegaban y esperaban la asignación. Cada oficial se acercó para hacerme saber que ellos y sus unidades estaban disponibles. La mayoría de la gente entró por las ventanas rotas. Pero no fue caótico, solo rostros solemnes entrando en una crisis en desarrollo, esperando que les digan qué hacer”, detalla sobre el inicio de las operaciones de rescate. “Vieron las torres en llamas y supieron que iban al incendio más peligroso de sus carreras”.
Lo que Pfeifer no sabía es que la tragedia lo tocaría de manera personal esa mañana. “Un teniente de bomberos de la Engine 33 se me acercó. Me sorprendió verlo. Era mi hermano Kevin, y se suponía que debía estar estudiando para el examen de capitán. Sin decir una palabra, él y yo nos miramos, preguntándonos si el otro estaría bien. Luego le ordené que tomara su compañía y ‘subiera las escaleras B hasta el piso 70 y evacuara a los ocupantes en el camino’”, relata. “Mi hermano se volvió lentamente y condujo en silencio a sus bomberos de la Engine 33 -David Arce, Michael Boyle, Robert Evans, Robert King y Keithroy Maynard- hasta una escalera. Esa fue la última vez que vi a mi hermano Kevin y la Engine 33”, recuerda. A las 10.28, la Torre Norte colapsó en solo 11 segundos.
En la dedicatoria de su libro, Pfeifer tiene sentidas palabras para su hermano. “A las víctimas y sobrevivientes de eventos extremos en todo el mundo, especialmente a mi hermano Kevin Pfeifer, un teniente del FDNY en la Engine 33, y uno de los 343 bomberos que murieron en el World Trade Center el 11 de septiembre. Y a todos los que corren peligro para que otros vivan. Su valentía es la inspiración para este libro”, escribe.
En 2018, Pfeifer se retiró de bomberos después de 37 años de servicio. Actualmente es el Director para Liderazgo en Crisis en la Universidad de Columbia y miembro de la Escuela Kennedy de Harvard y el Centro de Lucha contra el Terrorismo en West Point. “Después del 11/S, sentí la responsabilidad de compartir lo que aprendí de mi experiencia”, dice.
Con ese objetivo, el pasado 18 de junio participó en un seminario online organizado por la Academia Nacional de Bomberos de Chile. “Este seminario ha sido el de mayor asistencia de nuestra academia”, cuenta a La Tercera su director, Gustavo López. “En primera Instancia se abrió un cupo para 500 bomberos, el cual debió ampliarse a 2.000 por el gran interés de este relato”, detalla.
López recuerda de su exposición “la evaluación de la escena y del puesto de mando en el mismo lugar de la emergencia dado que en esa oportunidad se montó en la misma torre que colapsó. Además del fallecimiento de muchos compañeros bomberos, incluida la pérdida de su hermano, el teniente Kevin Pfeifer”. Y el exjefe de bomberos de la FDNY no parece olvidar la ocasión. “Salude al Cuerpo de Bomberos de Chile de mi parte”, comenta Pfeifer a este medio, mientras se disculpa por no entrar en más detalles debido a su “apretada agenda” en vísperas del 20º aniversario del 11/S.