“Supe que estás hablando de mí”.

Los días previos a la votación de la ley corta de isapres la relación entre el senador Juan Luis Castro (PS) y el ministro de la Segpres, Álvaro Elizalde (PS), estaba más tensa que de costumbre.

En ese contexto, antes de ingresar a una reunión en una de las salas del Congreso, el parlamentario lo encaró.

La molestia se debía a que senadores de oposición le comentaron a Castro -quien fue de los pocos oficialistas que se opusieron al proyecto del gobierno- que el secretario de Estado había dicho que “hay que votar para que el senador deje de salir en matinales”.

Pero Elizalde, como es habitual cuando enfrenta polémicas, lo negó.

El ministro, como en todos los proyectos más relevantes del gobierno, se mostró ansioso en los días previos a la votación del pasado lunes y llevó todas las conversaciones con sigilo, desconfianza y apoyado en su equipo más estrecho, conformado por la subsecretaria Macarena Lobos y Nicolás Facuse (PS), jefe de División de Relaciones Políticas e Institucionales (Direpol), a quienes varios les atribuyen los mayores logros de la Segpres. En ese listado, por ejemplo, mencionan la aprobación transversal del proyecto de ley corta de isapres para hacerse cargo del fallo de la Corte Suprema que le permitía un respiro al Ejecutivo.

Esto, pese a que significó una dura derrota ideológica para el sector, ya que la idea original del Frente Amplio era poner fin al modelo actual de las isapres.

Otro triunfo que le anotan a Elizalde (y a su equipo)fue la definición de la presidencia de la mesa de la Cámara de Diputados, en que Karol Cariola pasó a ser la primera comunista en llegar a la testera. Por esos días, parlamentarios del sector incluso llegaron a pedir la cabeza del titular de la Segpres si es que no lograba sacar el objetivo adelante.

Con un estilo desconfiado, hermético y pragmático -que le ha generado algunas críticas-, Elizalde ha logrado sortear otras tramitaciones que se adelantaban como complejas, entre ellas, la idea de legislar de la reforma de pensiones en la Cámara de Diputados, pese a que todavía está pendiente y no logra avanzar; la aprobación del defensor de la Niñez, Anuar Quesille; el voto de usurpaciones y las Reglas de Uso de la Fuerza (RUF).

Estas dos últimas, sin embargo, también son mérito, dicen en los partidos, del Ministerio del Interior.

Bajo su gestión, el secretario de Estado también despejó las acusaciones constitucionales contra los ministros Marco Antonio Ávila (Educación) y Carlos Montes (Vivienda). Esto, ante un Congreso en que son minoría, donde el principal golpe que recibió el Ejecutivo fue cuando Ana Lya Uriarte era ministra de la Segpres y les rechazaron la reforma tributaria, en marzo de 2023.

“Eres un mago, no sé de dónde sacas los votos”, le dijo a Elizalde, en tono distendido, hace unos días el diputado Eric Aedo (DC), quien se le acercó para destacar su rol en el Congreso.

En la oposición, en tanto, le hacen otro tipo de bromas por el estilo de trabajo de su equipo. “¿Lo van a acompañar al baño?”, le preguntaron el 3 de mayo, cuando el diputado René Alinco sorprendió con su viaje desde Aysén para llegar a votar a la improvisada “Comisión RUF”.

El ministro con su lápiz y papel.

Un lápiz y un papel

El lunes, durante el día de la votación de isapres, Elizalde se paseaba por la sala con un lápiz y un papel, como es frecuente para los conteos más complejos. Lobos y Facuse, en paralelo, llevaban los números sistematizados en un Excel.

El ministro estaba optimista, porque estaba al tanto de que la aprobación iba a ser transversal. Así se lo habían transmitido, a través de sus principales puentes, las bancadas del oficialismo durante el fin de semana.

Pero estuvieron lejos de ser días tranquilos. El viernes antes de la votación, y tras una reunión con las mesas del Congreso y el Presidente en La Moneda, todos dieron un punto de prensa donde se les preguntó a la diputada Cariola y al senador José García (RN) qué votarían el lunes.

Mientras respondían, a Elizalde le cambió la cara. El parlamentario de oposición fue claro en decir que aprobaría, pero la comunista no, y mantuvo el misterio sobre su posición. En ese minuto, el vicepresidente del Senado, Matías Walker (Demócratas) -uno de los parlamentarios más cercanos al ministro, con quien habla diariamente-, lo incentivó, en secreto, a dar un paso al frente y responder. Y así lo hizo. Delante de Cariola, llamó a cuadrarse con el gobierno.

Tras la votación del lunes, el ministro evitó la euforia, porque tenía claro que no todos en el oficialismo estaban conformes. De hecho, el miércoles optó por almorzar con la bancada de diputados del PS para hacerles un gesto por haberlo respaldado en la votación. Eso sí, no quiso ahondar en los detalles de la negociación.

“No les voy a decir nada, porque después se filtra”, les dijo Elizalde.

Esa desconfianza lo hace negociar a través de ciertos parlamentarios en específico y no con todos. Sus principales aliados son los senadores Walker, Juan Antonio Coloma (UDI) y Rodrigo Galilea (RN), y los diputados Aedo, Diego Schalper (RN), Daniel Manouchehri (PS), Daniel Melo (PS), entre otros.

El ministro descansa en Facuse y Lobos -y también en algunos legisladores- para acercarse a los más díscolos e independientes, lo que genera críticas en algunos sectores.

Por ejemplo, luego de la tensa negociación que dejó a Pedro Araya (PPD) fuera de la mesa del Senado, el ministro no se ha reunido con el comité de sus pares en el Socialismo Democrático. Para ellos, dicen, es más fácil hablar con la subsecretaria Lobos, ya que los puentes están cortados con Elizalde.

De hecho, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, almorzó el lunes con parlamentarios del PPD para intentar alinearlos con la ley corta de isapres. “Menos mal viniste sola”, le dijeron algunos -medio broma, medio en serio- haciendo alusión a Elizalde.

Elizalde con el Presidente y la nueva mesa de la Cámara.

La principal derrota y su negociación más compleja

El martes 19 de marzo, minutos antes de que se votara la mesa del Senado, el ministro Elizalde se acercó al senador Jaime Quintana, presidente del PPD, y le advirtió: “Presenta el papelito”.

Se refería al escrito que tenía que entregar el parlamentario a los senadores de Demócratas para comprometer la presidencia de la Comisión de Hacienda a Ximena Rincón.

Por ello, el ministro se enojó cuando, minutos después de que García le arrebatara el acuerdo administrativo al senador Pedro Araya (PPD), algunos parlamentarios oficialistas, entre ellos sus socios del Socialismo Democrático, lo culparan de la derrota.

“Yo sí advertí la preocupación”, decía insistentemente a quienes lo cuestionaban.

Pero no es la misma versión que difundían los senadores del comité PPD, quienes aseguraron que sus pares de otras bancadas les revelaron que, días antes, Elizalde había planteado en varias conversaciones que García era un parlamentario que se entendería bien con el gobierno, restándole pesimismo a un posible fracaso. Pero él lo negó.

Más allá de eso -y de la responsabilidad principal que le adjudican al presidente del PPD-, en el oficialismo dicen que la gran derrota de Elizalde, en lo que va de su periodo, fue que el sector se quedara sin la presidencia del Senado.

Por lo mismo, la definición de la mesa de la Cámara de Diputados fue vista como una prueba de fuego para el ministro. Y los días de negociación fueron complejos.

“Si pierdes la Cámara, cierren por fuera”, le advirtió -por esos días- el senador Pedro Araya a Elizalde.

El titular de la Segpres, por su parte, también les transmitía algunos mensajes a parlamentarios.

“Es muy simple, diputado: al Partido Comunista le importa más presidir la Comisión de Educación o presidir por primera vez en 100 años de historia la mesa de la Cámara”, le señaló por esos días, elevando el tono, al diputado Luis Cuello (PC).

El domingo anterior a la votación, Elizalde llamó a jefes de bancada, como el diputado Jaime Araya (independiente PPD), para asegurarse de que todos fueran a votar. El parlamentario, pese a ser uno de los oficialistas más críticos al gobierno, se ha convertido en un aliado del ministro para llegar a sectores independientes, y también a diputados del PDG que fueron claves en esa ajustada votación.

De hecho, todo se terminó de dirimir por la ausencia del diputado Mauricio Ojeda (independiente- republicano), lo que motivó bromas de los opositores hacia Elizalde.

“Le falta el gorro de piloto, pareciera que coordina los vuelos”, le dijo Andrés Longton (RN) en el pasillo, a la salida de la votación.

Tras eso, el ministro se encerró en la oficina de la Segpres en el Congreso -en la que habilitó una puerta para tener acceso más rápido a la sala- junto a la subsecretaria Lobos y la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (PC), quien lloraba desconsolada de felicidad.

A Elizalde no le caían lágrimas, pero quienes hablaron con él ese día dicen que sí les hizo una confesión: a un año de asumir el cargo, había sido la negociación más compleja que le había tocado enfrentar.