El sinuoso aprendizaje de Boric para habitar el cargo
Por su juventud (37 años, hoy) el Mandatario asumió un trato más horizontal con el resto de la dirigencia política. Algunos miembros de su generación lo seguían llamando “Gabriel” en vez de “Presidente”, incluso varias semanas después de asumir el cargo. En estos 17 meses en La Moneda, los golpes de autoridad y los giros discursivos han marcado parte de su aprendizaje en el poder.
Al inicio de la reunión del jueves 17, entre el Presidente Gabriel Boric y las directivas de Chile Vamos, el timonel de RN, Francisco Chahuán -quien ha criticado la falta de “liderazgo” del Mandatario-, le dijo que la presencia de los partidos opositores era una muestra de que estaban dispuestos a asumir costos para conversar sobre reformas estructurales.
Boric lo paró en seco y le dijo que sabía lo que era asumir costos: replicó que le han tirado cerveza, lo han escupido y le han roto los vidrios de su casa, aludiendo a los hostigamientos que sufrió en 2019 por haber firmado el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución. “No me hable de pagar costos, porque ese es el tipo de liderazgo que espero de usted”, fue la frase aproximada, que -según un par de asistentes- le expresó el Mandatario al senador de RN.
En menos de una semana, el discurso del Presidente había transitado desde la crítica al fallecido Sergio Onofre Jarpa (uno de los fundadores de RN), a una invitación a los partidos de derecha y a volver a golpear la mesa en ese encuentro.
En el intertanto, aceptó la renuncia de Giorgio Jackson al Ministerio de Desarrollo Social, como gesto a la oposición; invitó al expresidente Sebastián Piñera a viajar en el avión presidencial al cambio de mando en Paraguay, y llamó personalmente a líderes opositores para asegurar su presencia en la cita en Palacio.
Los giros discursivos y las acciones sorpresivas descolocaron a la derecha, que igualmente concurrió a esa reunión que fue calificada de “tensa y dura”.
Estos golpes de autoridad -que poco a poco Boric está aprendiendo a dominar- no eran muy distintos de las jugadas que solían ejecutar los presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
Incluso, la exmandataria, el 11 de marzo de 2008, en un solo día, protagonizó uno de los giros más bruscos que se recuerdan. Primero en un acto a las 9 de la mañana, agradeció la colaboración de los legisladores opositores para sacar reformas y luego, en otra ceremonia, una hora después, los criticó ácidamente por tratar de instalar una sensación de corrupción en el país.
Entonces, el presidente de RN, Carlos Larraín, acusó a Bachelet de usar “técnicas de psicología política degradada, de cosas que estos señores aprendieron en la Universidad Karl Marx Universität, en Alemania Oriental”. “Se atrinca, se suelta. Se cierra, se abre. Sonrisa presidencial, colmillo de dios azteca. Oye, eso lo estudió Pavlov hasta que terminó con un pobre perro vuelto loco”, dijo Larraín con mordacidad.
Lagos, durante su administración, justificaba sus giros discursivos en el doble papel que tiene un Presidente: por un lado, jefe de gobierno, y por otro, jefe de Estado. Este juego de roles terminó siendo aceptado por la oposición que, incluso, aplaudió de pie a Lagos en su última cuenta pública, el 21 de mayo de 2005.
A pesar de las similitudes tácticas que no son necesariamente negativas, pues al final desconciertan a los adversarios, Boric tiene un liderazgo distinto.
Lagos, en raras ocasiones, llamaba a parlamentarios, incluso, a los de sus filas. Bachelet lo hacía ocasionalmente y tenía ciertas simpatías personales con contados dirigentes opositores. A diferencia -según los trascendidos que hay en el Congreso-, el actual Presidente toma con facilidad el teléfono para chatear, la mayoría de la veces, o bien para hablar directamente con políticos de su vereda y con los del frente.
“El liderazgo de Boric es agudo y profundo, no todos lo entienden... Trata de enfrentar los procesos reales, de ir aprendiendo y buscando variantes. Él es un personaje de mucha curiosidad, es muy de aprender de la vida”, dijo el ministro de Vivienda, Carlos Montes (PS), en Vía X, en abril pasado, antes de que se desatara la crisis por las fundaciones.
Debido a su menor edad, en comparación con sus antecesores, y por haber saltado directamente desde la Cámara a La Moneda, el Presidente asumió un trato más horizontal con el resto de la dirigencia política.
Si bien un liderazgo horizontal puede ser favorable, trae costos.
Esto no ha sido un tema fácil para la Presidencia. Un jefe de partido de gobierno recuerda que en las primeras sesiones de comité político en Palacio, donde sólo participan ministros y directivas, algunos presentes solían referirse al Mandatario como “Gabriel” y no como “Presidente”. Ello obligó a reforzar el mensaje de que se respete la investidura, pero “a veces hay desubicados”, relata el mismo líder partidario, quien cree que “el Frente Amplio tiene un conflicto con la autoridad”.
Este proceso de reconocimiento de autoridad, sin embargo, también lo han enfrentado otros mandatarios. Incluso, el propio Patricio Aylwin en 1990. Según una anécdota que se retransmite en la DC, el exsenador Renán Fuentealba -uno de los pocos DC que condenaron el Golpe en 1973- le preguntó cómo debían tratarlo: “¿Patricio o Presidente?”. “Creo que el Presidente estaría bien”, respondió Aylwin.
Uno de los beneficios del trato más horizontal es que Boric ha podido generar confianzas con adversarios políticos. Muchos coinciden en que el magallánico tiene capacidad de escuchar. Al tener una personalidad más emocional y pasional, dispuesto a asumir riesgos, incluso algunos dirigentes opositores admiten tenerle afecto. “No teme arriesgar su capital político”, repiten quienes lo conocen hace años.
“El Presidente, Gabriel, es una persona brutalmente honesta y leal. Con el tiempo ha desarrollado una empatía y una capacidad de liderazgo a partir de la escucha”, dijo en marzo del año pasado Giorgio Jackson, en el programa Las Dos Caras de La Moneda, conducido por Mario Kreutzberger.
En ese mismo espacio, “Don Francisco” relevó un aspecto que transversalmente es valorado como el hito fundacional del liderazgo de Boric, cuando decidió firmar solitariamente el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, a contrapelo de la decisión de su partido, Convergencia Social, y de gran parte de las fuerzas de izquierda, como el PC.
“No soy político, pero creo que está aquí sentado por eso”, le dijo Kreutzberger. “Tiene que ver con ese momento”, respondió Boric.
Tomar decisiones, a veces solitarias, anticipándose al resto, para algunos en el Frente Amplio fue un factor que lo convirtió en el líder de su coalición. Por ejemplo, cuando siendo diputado, en agosto de 2018, escribió en su blog una reflexión sobre las violaciones a los DD.HH. en Venezuela y Cuba.
Habitar en Palacio
Sin embargo, para él no ha sido fácil adaptarse a la Presidencia. Cuando asumió, aún le costaba seguir protocolos básicos y no se acostumbraba a que su equipo le revisara su vestimenta.
El episodio del cierre abierto del pantalón cuando recibió la visita protocolar del presidente del Senado, Álvaro Elizalde (PS), en marzo de 2022, y luego el zapato roto con el que debutó en un foro en Estados Unidos, en junio de ese año, fueron puntos de inflexión. Desde ahí se le vio más preocupado de su apariencia. Corbata, eso sí, nunca ha usado. Cuando se reunió con el rey de España, sin embargo, hizo una concesión: se mandó a hacer un traje con toques satinados y usó un pañuelo en el bolsillo.
En el Ejecutivo admiten que hay cosas a las que Boric no ha querido renunciar. Sigue manejando su Twitter y no se inhibe de comentar la contingencia, algo que le ha generado problemas o conflictos, por ejemplo, las críticas que emitió en contra de Jarpa.
“El Presidente ejerce bien su liderazgo, pero tiene que dar un paso atrás y permitir que los ministros se expresen y sean ellos lo que se quemen”, dijo en Radio Pauta el senador y exministro José Miguel Insulza (PS).
Boric también pide siempre a su equipo estar cerca de la gente en sus salidas a terreno y no le importa que “lo funen”, pero igualmente reacciona con molestia ante contramanifestaciones.
En el Ejecutivo explican que ese estilo también se vio reflejado cuando salió con megáfono en mano a intervenir en una manifestación afuera de La Moneda.
Desde que asumió, ha ido aprendiendo a valorar los gestos republicanos. El botón de muestra más reciente: llevar en el avión presidencial a Piñera. El Jefe de Estado tiene asumido que esas señales conllevan costos en la izquierda, de hecho, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue (PC), lo criticó por ello.
Presidentes de partidos oficialistas y cercanos remarcan que es muy emocional y le cuesta tomar decisiones difíciles, por ejemplo, cuando tuvo que decidir la salida de Izkia Siches y más recientemente con Jackson, su principal compañero de ruta.
Un par de dirigentes oficialistas creen que esa misma actitud pasional lo lleva a ser un poco “rencoroso”. A veces aplica castigos, que son vistos como arrebatos. “Por ejemplo, te quita un seremi”, relata un jefe partidario.
Otro dirigente influyente en La Moneda dice que una de sus características es que si se equivoca, no tiene problemas en corregirse y disculparse.
En sus 17 meses en la Presidencia, ha tenido que retractarse y reparar varias acciones o declaraciones de sus tiempos como dirigente estudiantil o diputado, por ejemplo, en el giro del gobierno con la agenda de seguridad.
Acercarse políticamente a Bachelet también fue un cambio radical. De partida, es muy inusual que un Presidente le ceda protagonismo a un exmandatario en una actividad, como fue el conversatorio sobre pensiones, realizado en Macul, el 11 de agosto, donde ella fue oradora.
A diferencia, en mayo de 2015, siendo parlamentario, en una entrevista en The Clinic, Boric creía que “en el tipo de liderazgo de Bachelet hay rasgos casi monárquicos..., la Nueva Mayoría es una carcasa que estaba cohesionada a Bachelet”.
Ese tipo de frases hoy son atribuidas a su proceso de madurez.
En política exterior, sus ministros suelen repetir que el Presidente ha logrado consolidar un liderazgo internacional. Sin embargo, algunos mandatarios de izquierda han puesto en duda aquello, por ejemplo, cuando el brasileño “Lula” Da Silva atribuyó a la “juventud” el llamado de su par chileno a condenar la invasión de Ucrania o cuando el venezolano Nicolás Maduro aludió a la “falta de un liderazgo” en Chile que hubiera permitido sacar adelante el fallido texto de la Convención Constitucional.
“El liderazgo del Presidente ha enfrentado situaciones cambiantes en un plazo relativamente breve. Como es un hombre joven ha evolucionado de la mano de las diversas circunstancias que ha enfrentado. Sin embargo, sus características centrales se han mantenido: tiene un pensamiento original, es curioso, es libre en sus decisiones, poco dado a seguir la manada, es extremadamente receptivo y se toma en serio sus intuiciones. Cuando decide, decide. Es un ávido lector de historia y crónicas chilenas, así como sociología y análisis político. Y como es reflexivo, ha elaborado una visión propia del país y de la política, en la que recoge una herencia vasta de la tradición partidaria, de la trayectoria republicana y de los movimientos sociales. Eso le da una mezcla que es poco habitual: es flexible y sólido a la vez”, comenta la ministra del Interior, Carolina Tohá (PPD).
Un timonel partidario cree que Boric sigue siendo juzgado por su edad, pero con el tiempo la misma clase política se irá adaptando, tal como ocurrió con Bachelet, quien vivió un sesgo inicial por ser mujer, o Lagos por ser el primer socialista después de Salvador Allende.
Incluso, Aylwin también tuvo que validar un liderazgo completamente distinto al que estaba acostumbrado el país tras una dictadura.
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