Recambio ha sido la palabra que más se ha repetido en el fútbol chileno en el último tiempo. La Generación Dorada se agota, más allá de que sus principales referentes siguen esforzándose por reflejar vigencia y, en lo concreto, por clasificarse al Mundial de Qatar. Hay algunos como Arturo Vidal que sitúan la mirada en el inmediatamente siguiente, pero la generalidad es que el torneo asiático será el último que podrá disputar el grupo de jugadores más exitosos que ha producido el balompié nacional en su historia. La inquietud es qué sucederá cuando los bicampeones de América ya no estén. Quiénes los reemplazarán y si estarán a la altura de sus antecesores.
La búsqueda se realiza a todo nivel. Los últimos técnicos que han dirigido a la Selección se han esforzado por matizar el equipo más estable con la irrupción de elementos más jóvenes, más allá de que Martín Lasarte haya relativizado la competencia que tienen los jugadores de la liga local puestos en el contexto del alto nivel de dificultad que representan las Eliminatorias sudamericanas. Sin embargo, el proceso parte mucho más abajo, porque la idea es encontrar en los futbolistas en formación las alternativas que permitan refrescar a la Roja en el mediano y largo plazo. El trabajo se realizará en paralelo al que desarrollan los clubes. La idea es, precisamente, no interferirles.
La llegada de Francis Cagigao, el director deportivo de las selecciones nacionales, supone una fuerte señal en ese sentido. De hecho, parte del trabajo del español ha estado orientado a plantar los cimientos de la renovación, ya no como parte del surgimiento espontáneo, sino de una búsqueda que aborda criterios específicos para la detección de talentos proyectables para la alta competencia. “Prima el resultado, sin olvidar la regeneración progresiva”, apunta un dossier al que tuvo acceso El Deportivo, que constituye la base de la planificación.
Especificidad
La exigencia de Cagigao es que las selecciones nacionales, incluida la Adulta, dominen dos sistemas de juego como base: el 4-3-3 y el 4-2-3-1, y sus respectivas variantes, constituyen la referencia. El objetivo no es otro que disminuir el trauma que significa el ascenso entre categorías, generando una continuidad en la forma de desenvolverse en la cancha. Consecuentemente, se definen parámetros, puesto por puesto, con las cualidades mínimas que deben cumplir los jugadores. Así, a modo de ejemplo, mientras en un arquero se medirán el tamaño del cuerpo y los brazos, la coordinación y los gestos técnicos, la velocidad específica y gestual, la capacidad de aprendizaje, el carácter y la mentalidad, entendida como respuesta frente al error, en un delantero se considerarán aspectos como el instinto, la inteligencia, la técnica, la velocidad, la potencia y la agilidad o la finalización, precisamente uno de los aspectos en los que la Roja ha sufrido más en el último tiempo. O, para el caso de los volantes ofensivos, se considerarán la técnica, la lectura de espacios y líneas, la ‘malicia futbolística’ y la versatilidad. En el caso de los mediocampistas, eso sí, primará otro concepto: la polivalencia. Es decir, la capacidad del jugador para realizar distintas tareas defensivas y ofensivas en su demarcación sin perder la eficiencia. Para mayor claridad, en el informe, cada puesto es representado por alguno de los jugadores chilenos que ha alcanzado el alto nivel. Entre los íconos aparecen jugadores actuales, pero también leyendas como Elías Figueroa y Patricio Yáñez. La definición de características corre también para los laterales, los centrales y los punteros. Es decir, se deja de concebir al futbolista como homogéneo y se reconocen las particularidades que requiere cada función.
No hay números ni definiciones acotadas, por ejemplo, en relación al biotipo del jugador que se buscará. La explicación radica en que la búsqueda se realiza con visión de futuro. “No todos los jugadores maduran fisiológicamente al mismo tiempo. Además, una cosa es el perfil físico o la estatura, pero no podemos renunciar al aspecto futbolístico”, explica un cercano al proceso. La intención es sumar, también un aporte clave: la inmigración. El área médica de la ANFP se abocará especialmente al estudio de la composición física y hasta genética de los jugadores. Ese proyecto está en proceso de elaboración. La mirada actual, por el momento, se enfocará en lo técnico.
“Ya no es solo el ojo”
El modelo de desarrollo para el fútbol chileno que desarrolló el español, que se traduce en un documento al que tuvo acceso El Deportivo, da cuenta de los principales lineamientos. Hay, de hecho, tres objetivos básicos: ayudar a incrementar el número de jugadores que debutan y se consolidan en el fútbol profesional chileno, incrementar el número de jugadores que traspasan las distintas selecciones hasta llegar a la Adulta y crear bases a corto, mediano y largo plazo en la federación y sus selecciones.
En ese escenario, el plan establece objetivos para las selecciones en cada categoría formativa hasta llegar a la principal. El concepto que más se repite es el de la identidad.
Esa búsqueda está respaldada por un organigrama que ahora parece más robusto que en años anteriores. Lo encabeza, precisamente, Cagigao en su rol de director deportivo. Debajo suyo están los seleccionadores de cada categoría y sus equipos de trabajo. Hay, también, nuevos puestos, como los de coordinador logístico de fútbol profesional, coordinador jefe de ID + scouting y análisis, coordinador técnico de metodología del fútbol base y, como adjunto, el de director deportivo del fútbol femenino. El uso de la tecnología y de los datos que se obtienen a través de ella es visto como una ventaja comparativa respecto de otras épocas. “Ya no es solo el ojo”, sostienen en la sede del fútbol chileno. La creación de cuatro centros deportivos en zonas estratégicas del país potencia la propuesta. Ese es, de hecho, el objetivo más ambicioso y de largo plazo del plan.
Valoraciones múltiples
El diagnóstico es, en general, bien visto. “Es importante tener esos conceptos para ir desmenuzando la formación de los jugadores. Son elementos a los que hay que prestar atención para formar especialistas. Concuerdo con eso. A veces es difícil unificar el fútbol en un todo. En el fútbol hay especialistas. El concepto de la individualidad hay que aumentarlo en Chile, aunque en función del puesto. Desde los 16 años, probablemente”, sostiene, por ejemplo, Carlos Pedemonte, quien actualmente encabeza la formación en Universidad de Concepción y antes ejerció el mismo cargo en Huachipato y en Colo Colo. “Un médico en su primera operación no tiene la misma experiencia que el que tiene mil cirugías. Pero sí tienen que jugar bien, al nivel de Primera División. Hay un tema cultural nuestro en creer más en la juventud, pero también hay que preparar a la juventud”, ejemplifica respecto de la necesidad de gestionar el surgimiento de talentos.
A su turno, Leonardo Véliz, dos veces mundialista como seleccionador chileno en categorías menores y tercero en Japón de 1993 con la Sub 17 en la que brillaban Manuel Neira, Sebastián Rozental y Frank Lobos, no se deslumbra. “Es como estar escuchando al Zorro Álamos, a Pedro Morales sin haber pisado Europa. Eso siempre se dijo. A lo mejor no se enfatizó en lo sicológico, que no se pensaba en aplicar, era una ciencia que no se utilizaba en Chile. Pero de lo técnico se habló siempre. El problema está en quién enseña, en qué políticas formativas sustentan estas estadísticas. Si Cagigao es el mesías es porque se ignora la historia. Hace mucho tiempo se habla de los centros de formación en regiones”, sostiene. “Al jugador hay que elegirlo por la técnica y la inteligencia. ¿Qué pasa con nuestros grandes futbolistas? ¿Zamorano fue producto de la buena formación o porque aplicó el coraje que tenía? Salas venía con 16 años, con cero conocimiento de lo que significa ser deportista de alto rendimiento. Chamaco era puro instinto. Yo soy de la idea de que si un jugador es veloz, mándenmelo. No importa si es malo. Ya lo vamos a formar en lo técnico”, puntualiza. El Pollo, incluso, se anima a añadir un elemento que considera fundamental. “Hay que incluir al fútbol aficionado, a la ANFA. En definitiva, hay que trabajar como federación”, concluye.