Para Catalina, la pandemia lo cambió todo. Tenía 22 años y estaba trabajando en su tesis para titularse como periodista. Alguna vez, durante su infancia, había sentido cosas por mujeres. Pero siempre se había considerado una mujer heterosexual. Eso, hasta el encierro, cuando comenzó a ver videos en redes sociales de personas contando sus experiencias bisexuales. Ese contenido, dice, la llevó a cuestionarse: “Empecé a pensar que quizás no era tan hétero como creía”.
Tres años después se identifica como bisexual. Según la base de datos de la Encuesta Casen 2022, analizados por La Tercera, Catalina es parte del 3,5% de adultos que se identifica con alguna diversidad sexual. La cifra, que engloba a un universo de 534.417 personas, representa un crecimiento significativo respecto de la última medición de 2017. Esa vez, un 1,98% de los adultos dijo sentirse parte de alguna de estas minorías.
“Lo que refleja esa cifra es justamente a toda una generación que tiene mucho menos miedo a identificarse como perteneciente a la diversidad sexual. Esto muestra cómo año tras año Chile se ha vuelto un lugar más seguro que antes para no solo identificarte, sino para hacer tu vida con tu orientación o tu identidad de género”, afirma María José Cumplido, directora ejecutiva de la Fundación Iguales. Una idea que también complementa Lylian Mires, directora de estudios y capacitación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, quien cree que “no es que haya más personas que se sientan así, es que hoy hay más gente que se siente segura declarándolo”.
Las cifras que arroja la encuesta son especialmente novedosas en el tramo de entre 18 y 29 años. En ese grupo, un 8,2% dijo reconocerse con alguna diversidad sexual. En el tramo siguiente, que abarca a la población de entre 30 y 44 años, la estadística baja a 4,35%. Y en el segmento de 45-59, apenas un 1,05% se identifica con alguna diversidad sexual.
El detalle muestra que entre los jóvenes, un 2,9% se identifica como gay o lesbiana y un 4,59% se enuncia como bisexual. A Catalina ese número le hace sentido y dice que se explica por un tema generacional: “No me sorprende que haya más bis que gays. La mayoría de la gente que conozco es bi. Nosotros nos cuestionamos mucho lo de la etiqueta. Sentimos que pesan mucho y que no hay que definirse por una. Creo que el acceso a la información, a internet, nos hizo estar más abiertos en estos temas”.
Las estadísticas de la Casen muestran un crecimiento de la población que se reconoce como homosexual y bisexual en los últimos cinco años. Los primeros pasaron de un 1,54% a un 1,72%, y los segundos, de 0,33% a un 1,52%. En el apartado de género, en cambio, sí hay grupos que se mantienen estables. Es la situación de la gente transexual. En 2017 representaban un 0,1% de la población mayor de 18 años. Hoy el porcentaje se mantiene, con un 0,12%, abarcando un universo de unas 19.232 personas a nivel nacional.
“Para los jóvenes hoy existe un periodo de exploración, de sentirse libres, donde no necesariamente van a definirse como heterosexuales. Lo trans, en cambio, es mucho más estable, porque reconocerse así es un proceso más largo. Yo creo que lo que muestra la encuesta es el dato duro. Los trans son pocos, pero es una población más vulnerable que necesita de políticas integrales”, apunta Lylian Mires.
Ser gay en el Chile profundo
Según las cifras de la encuesta Casen, los adultos pertenecientes a minorías sexuales tienen más años de estudio, ganan más dinero y pertenecen a deciles más altos que el resto de la población. Por ejemplo, en Chile un heterosexual tiene 12,1 años de estudio en promedio. Tanto homosexuales como bisexuales, en cambio, tienen más de 14,5. Eso ayudaría a explicar la diferencia en las remuneraciones. En promedio, los heterosexuales ganan $614.912: un aumento de 21% respecto de 2017. La población gay y bisexual, en tanto, gana $792.064: un 38% más que hace cinco años. Los únicos que reciben menos hoy que en 2017 es la población bisexual. Hoy promedian $460.487, un 8% más bajo que en la última medición.
Esto, dicen los expertos, podría explicarse porque más gente joven, que aún estudia, se ha identificado así. Todo esto produce una consecuencia evidente. En los deciles más altos de ingresos, hay más personas que se identifican con alguna diversidad sexual. De hecho, un 47,7% de los heterosexuales están entre el sexto y décimo decil. Esto, a diferencia de quienes se reconocen como homosexuales. En ese grupo, un 74,9% está en los deciles superiores en cuanto a ingresos.
¿Qué podría explicar esto? María José Cumplido tiene una tesis: “Yo pienso que quienes pueden decir públicamente que son parte de la diversidad sexual han tendido a ser, históricamente, quienes tienen una mayor independencia económica. Por lo tanto, creo que no es que la diversidad sexual esté toda en los deciles más altos, sino que quienes se revelan a sí mismos tienen esa base de seguridad”.
Donde parece no haber tanta de esa seguridad es en las regiones de Ñuble, Maule y La Araucanía. En esas tres localidades es donde menos población adulta se identifica con alguna diversidad sexual: todas por debajo del 2% de la población. A Nicolás Mendoza, un estudiante de Derecho de 25 años de Cauquenes, le tocó ver por qué: “Yo salí del clóset a los 18 años, terminando mi primer año de universidad en Santiago. Allá, cuando eres gay y joven te reciben bien, no te ponen mala cara. Yo les conté a mis amigas del colegio que era gay y ellas estaban atacadas. En Cauquenes mucha gente me dejó de hablar o me empezaron a saludar distinto”.
Mendoza cree que esas tres regiones tienen algo en común: “Son muy religiosas, con mucha gente católica y evangélica, que vive en el campo y que defiende las tradiciones, como la familia constituida por padre y madre. Entonces, si eres gay, es un entorno que te hace sentir culpable, pecador y sucio”.
Otra de las cosas que midió la encuesta fue la discriminación. Un 22,9% de los gays y lesbianas se sintió así en los últimos 12 meses. Más que los bisexuales o que cualquier otra minoría sexual. Mendoza, al teléfono, dice que lo siente ahora: “Ahora estoy con cartera en un supermercado de Cauquenes y te aseguro que todos me están mirando”.