Pasadas las 21 horas del 19 de mayo del año pasado, el entonces presidente del Partido Radical, Carlos Maldonado, llegó hasta el Servicio Electoral (Servel) a inscribir su precandidatura presidencial. Ahí, sentado, se propuso esperar que sus pares de los partidos Socialista, PPD, PRO, Ciudadanos, Liberal y Nuevo Trato llegaran para inscribir junto a él las candidaturas de cara a las primarias. Pero eso no pasó.
Como es lo usual -al menos durante la última década-, la tragedia de uno se transformó en la risa de otro. La escena del dirigente solo -que fue transmitida en televisión-, en la noche fría, fue tomada por los usuarios de internet y convertida en un meme, es decir, una imagen viralizada con contenido humorístico o irónico. Así, Maldonado fue replicado en distintas redes sociales con su foto intervenida. ¿La más común de todas? Una en que insertaban su rostro en el cuerpo de un abrigado Bernie Sanders en la investidura del actual Presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Según explicó el académico de la Universidad Finis Terrae y doctor en Ciencias de la Información Óscar Jaramillo, el meme “se ha convertido en el último tiempo en la unidad semántica básica a través de las redes sociales. Tiene que ver con las capacidades cognitivas propias del nativo digital, sobre todo, de las audiencias actuales. El meme es la forma de comunicar más cercana de las nuevas instancias”.
Como unidad semántica básica, se quiera o no, el meme forma gran parte del quehacer político en la actualidad, en tiempos en que tanto los representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, como incluso algunos órganos autónomos -la Contraloría, por ejemplo- registran parte de sus acciones y declaraciones en redes sociales con complementos gráficos.
En esta línea, el periodista Ángel Carcavilla, quien participó de la campaña de Maldonado, explica que los memes creados en torno al candidato fueron algo espontáneo, anónimo, pero que sirvió para convertirse en el logo de su campaña, porque “reflejaba muy bien cuál era su ánimo: un político conciliador y paciente, sin soberbia. Esto cayó muy bien”.
Por lo mismo, el candidato incorporó el recurso en su campaña y, por ende, se transformó en una herramienta política.
Carcavilla sostiene, además, que el uso de memes en la campaña sirvió para hacer conocido al candidato -pese a que finalmente resultó último en la consulta ciudadana que incluyó a Yasna Provoste (DC) y Paula Narváez (PS)-, pero también “para hacerlo cercano y querible en un momento donde la política parecía tan tramposa y oportunista”.
“Los memes navegan libremente en las redes sociales con mucha soltura, la gente los lee, los comparte y hasta se informa. Por lo mismo, pueden terminar en las manos de cualquiera para hacer el uso que quiera de ellos. El efecto de un meme es subjetivo, lo que alguien encuentre simpático otro lo puede ver como ridículo. Son un arma de doble filo”, agrega Carcavilla.
Aunque navegan con soltura a través de las redes sociales, los memes emitidos desde distintos grupos coinciden en focalizarse en los rostros más reconocidos del mundo político. Por lo mismo, los presidentes de la República suelen ser protagonistas de varios de ellos.
La “memificación” de una elección
Además de la candidatura de Maldonado, el periodista y CEO de Ubik, Andrés Azócar, señala que la segunda vuelta entre José Antonio Kast (Partido Republicano) y el actual Presidente Gabriel Boric estuvo marcada por el uso de memes. Él explica que las últimas elecciones demostraron que los memes “son una herramienta ultrapoderosa, porque la política ha ido girando hacia el ataque, la distorsión, la desinformación, la polarización. El meme juega en ese escenario de manera maravillosa”.
“Si miras la evolución en las redes sociales en términos de menciones, siempre estuvo peleado entre ambos (Kast y Boric). Pero en la segunda fue imposible, porque se ‘memificó' la elección. La gente le sacó piso a Kast a través del meme, porque Boric se transformó en un meme. Los jefes de campaña no se pueden adjudicar el triunfo en redes sociales de la segunda vuelta, esa fue la gente que empezó a crear memes levantando a Boric, más que atacando a Kast”, argumenta Azócar.
En este sentido, Jaramillo complementa que un meme en sí mismo no es positivo ni negativo, sino que es el nuevo lenguaje básico de las redes sociales. Eso sí, el académico hace una distinción: “Para los políticos es distinto. Puede ser una arma de doble filo, porque siempre está asociado a una visión irónica. Entonces, algo interesante de estudiar los memes en términos político es darse cuenta de que es un espacio en que se ha podido expresar lo políticamente incorrecto”.
Así, por ejemplo, algunos memes pueden incomodar a los aludidos al hacer referencia al físico de los político, aunque depende del sentido del humor de cada uno. Por ejemplo, la senadora Provoste se tomó bien ser comparada con un chocolate M&M naranjo en el contexto de su campaña presidencial. “No me molesta para nada. Soy una mujer orgullosa de mi piel morena, como la de la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Eso sí, el peinado del meme no me hace justicia”, respondió la senadora a una usuaria de Twitter que le consultó sobre el meme.
Además de aquellos que hacen referencia al físico, hay otros que resultan poco deseables para quien los protagoniza si tienen que ver con episodios que marcaron de manera negativa la carrera política de alguien. Así, no se verá a sectores del piñerismo, por ejemplo, compartir memes del expresidente Sebastián Piñera en un restaurante de pizzas en el contexto del estallido social o que hagan referencia al caso de las naranjas colgadas con alambre en el patio de La Moneda.
En esta línea, en 2017 causó polémica un meme compartido por la hoy diputada Helia Molina (PPD) en que se burlaba de la exsenadora Soledad Alvear (DC) por no haber apoyado el proyecto de ley de aborto en tres causales. “Me pareció chistoso, por eso lo compartí. Si lo hubiese hecho yo me hubiese puesto una foto más bonita”, comentó Molina en esa ocasión a LUN.