Entrevista a Gay Talese: “Mi curiosidad por el mundo y por las personas que veo a mi alrededor no tiene límites”
A sus 92 años, uno de los padres del Nuevo Periodismo y voz legendaria de las letras estadounideses, acaba de lanzar "Bartleby y yo, reflexiones de un viejo escribiente". El libro es un repaso por episodios de una vida dedicada al periodismo y especialmente a escribir sobre gente anónima. “No me gusta escribir sobre personas ‘poderosas’”, dice.
“Me estoy recuperando lentamente de una hospitalización de cinco semanas por una infección renal, y aunque ya me han dado el alta y vivo en casa, tengo poca energía. Pero dentro de unos días debería responder a tus interesantes diez preguntas, ¿vale?”, escribió Gay Talese en enero de este año, contestando mi petición de entrevista por su nuevo libro, Bartleby & me, reflections of an old scrivener (Bartleby yo. Reflexiones de un viejo escribiente), aparecido en 2023 en Estados Unidos y aún no editado en español. Pidió que le mandara preguntas, en vez de un encuentro presencial o por Zoom, seguramente por su estado de salud.
Pese a todo, a los 92 años, uno de los íconos de la historia del periodismo, sigue escribiendo y publicando. Nada parece detener a esta leyenda, que no solo es una figura central del “nuevo periodismo”, movimiento surgido en los sesenta en Estados Unidos que revitalizó narrativa y temáticamente al periodismo. Talese es, además, un cronista que ha seguido reporteando y escribiendo mucho más allá de su boom en los años 70.
Su célebre perfil de Frank Sinatra publicado en la revista Esquire en el año 66 es considerado el mejor texto de revistas de la historia. Lo insólito -o quizás no tanto- es que ese fue un perfil que no quería escribir. “Preferiría no hacerlo”, igual que Bartleby, el personaje de Herman Melville, fue más o menos lo que le dijo a su editor. Su jefe, Harold Hayes lo “convenció”, pero Talese le pidió a cambio poder escribir sobre Alden Whitman, el escritor de obituarios de The New York Times. Un ser fascinante para Talese, lejano a la fama, los brillos, la celebridad, justamente el tipo de personas sobre las que a Talese, hasta hoy, le gusta escribir.
Es fácil escribir sobre personas “poderosas” porque son bien conocidas; el lector es consciente de ellas y el escritor no tiene que hacer mucho esfuerzo para presentarlas. Pero las personas opacas son difíciles porque (como escritor) debo conocerlos realmente bien antes de escribir sobre ellos”.
Gay Talese
Todo eso está en este libro, memoria periodística en forma de mosaico. Descalifica sus años en The New York Times, así como anécdotas sobre el perfil de Sinatra y, por último, cuenta una historia inédita, y que le tomó años reportear, llamada “Dr. Bartha’s Brownstone”, sobre un doctor de Nueva York que en 2006 decidió hacer explotar su casa, con él adentro.
A las 5 pm de un lunes de enero de este año llegan sus respuestas por mail.
Es fácil imaginarlo contestando estas preguntas de La Tercera en su oficina, en la hermoso Brownstone a pasos de Park Avenue -escritorio que tiene copiado idéntico en su casa de Ocean City-, rodeado de sus tiras de cartón de lavandería donde dibuja las estructuras de sus textos, su máquina de escribir, sus cajas de fotos y recortes, vestido con un elegante traje de tres piezas, tal como ha trabajado durante más de 60 años.
“Nueva York es una ciudad de cosas que pasan desapercibidas”, escribió hace sesenta años un joven periodista llamado Gay Talese. Así parte rememorando su vida de escritor en Bartleby y yo.
Su nuevo libro es una memoria periodística. ¿Por qué siempre le interesan los personajes anónimos y, en cambio, no los poderosos?
Me inspiré en el oscuro personaje de Herman Melville, el escribiente, y quería explorar y sacar a la luz las vidas de personas que no eran consideradas lo suficientemente importantes como para merecer un obituario. Todo está ahí en mi libro: quería continuar con el interesante personaje de Melville y hacer “públicos” a los Bartleby de mi propia vida: las docenas de personas que veo todos los días, pero sobre cuyas vidas privadas sé poco. Es fácil escribir sobre personas “poderosas” porque son bien conocidas; el lector es consciente de ellas y el escritor no tiene que hacer mucho esfuerzo para presentarlas. Pero las personas opacas son difíciles porque (como escritor) debo conocerlos realmente bien antes de escribir sobre ellos. También me gusta el desafío.
No quiso escribir en principio su famoso perfil de Frank Sinatra para Esquire. ¿Imaginó que sería considerado el mejor de todos los tiempos? ¿Por qué cree que todavía se enseña en escuelas de periodismo de muchas partes del mundo?
No quería hacer Sinatra porque no me gusta escribir sobre personas “poderosas”. Mi editor, Harold Hayes, me obligó a escribir sobre Sinatra. Y no tengo idea de por qué esa pieza se volvió tan memorable. En mi opinión no es mejor que docenas de otros perfiles que he hecho. Mi artículo “Alí en La Habana” sobre el campeón; mi artículo sobre DiMaggio (“Silent Season of a Hero”), mi historia sobre el escritor de obituarios Alden Whitman (“Mr Bad News”) mi artículo sobre Floyd Patterson (“The Loser”)…y cualquiera de una docena de otras selecciones están, en mi opinión, al mismo nivel que la pieza de Sinatra.
¿Le gusta el periodismo actual?
No puedo comentar inteligentemente sobre el periodismo actual, ya que ahora tengo 92 años y no viajo como antes y, por lo tanto, tampoco leo muchos periódicos de fuera de la ciudad; por el momento, sólo conozco la cobertura diaria de The New York Times. Y es excelente. Mi reportero favorito del Times hoy es Dan Barry. Es a la vez un excelente reportero y un excelente escritor. Habría sido un periodista estrella en mi época, a mediados de la década de 1960, como lo es hoy.
¿Cuáles son a su juicio, los temas o personas más interesantes para cubrir hoy? ¿Por qué?
No puedo responder a esta pregunta, ya que sólo puedo responder por mí mismo. Considero que escribir sobre “nadie” es un desafío más interesante como escritor.
Sin arrepentimientos
Famoso rehuyendo a los famosos, muchos de sus libros han sido best sellers y le han traído mucha notoriedad: El reino y el poder (1969, sobre el diario The New York Times); Honrarás a tu padre (1971, un retrato de la mafia); La mujer de tu prójimo (1980, sobre la revolución sexual de los 70 y que le costó la separación temporal con su mujer, Nan); Unto the Sons (sobre la historia de su familia de inmigrantes italiano), entre otros. En 2016 publicó El motel del voyeur, un derivado de su investigación para el libro La mujer del prójimo, donde dio un paso en falso: algunos datos no estaban bien chequeados y recibió críticas. Un momento amargo, que no le impidió seguir trabajando en este nuevo libro.
Talese ha contado varias veces que además del anonimato, otro de sus tópicos es la intimidad. Aquello que queda reservado solo para unos pocos. Dice que sus padres tenían su tienda -de sastrería- debajo de su casa y que él veía cómo su comportamiento era distinto abajo que arriba. Arriba era la familia, la intimidad: el tono y los gestos cambiaban, además de aquello que se expresaba.
“Desde que era un joven reportero me di cuenta de que además del tema mismo que estaba reporteando, era la intimidad lo que realmente me interesaba. ¿Cuál es la totalidad de la persona?… Hay toda una parte de la vida de una persona, incluyendo a mi esposa, que podría ser sorprendente para mi saber. Todos tenemos grandes partes secretas e inexploradas… La naturaleza humana es interminablemente impactante, si conoces la historia completa”, me dijo en una entrevista en 2009.
Su matrimonio de más de sesenta años con la editora Nan Talese ha sido fundamental. Ella ha estado presente en casi toda su trayectoria. En esa misma casa neoyorquina -de la que partieron siendo dueños de un departamento y luego compraron todo el edificio- han compartido una vida de escritura y edición.
¿Qué desearía haber sabido antes sobre el amor y el matrimonio?
Mantengo lo que he dicho antes: la clave para el éxito matrimonial es un respeto mutuo duradero, compartir un espacio habitable con dos baños y que ambas parejas se comprometan, y se comprometan (también) con su propio trabajo.
A sus años, usted todavía está trabajando. ¿Cuál es la receta para esa gran vitalidad y productividad?
Tengo 92 años y sigo trabajando activamente. Mi curiosidad por el mundo y por las personas que veo a mi alrededor no tiene límites.
¿Está satisfecho con su lugar en la historia del periodismo?
Sí
¿Por qué sigue haciendo las cosas de forma “retro” (sin celular ni computador)?
No uso la nueva tecnología porque no puedo entender completamente cómo funciona. Quizás soy demasiado flojo. Prefiero hacer las cosas a mi manera, “old fashion”, a la antigua. Es lo que me funciona. Cuando entrevisto a alguien no quiero “hacer Zoom” ni siquiera hablar con él por teléfono; quiero verlos en persona, uno a uno. Quiero que mis lectores sientan que están “allí” conmigo, en presencia de la persona que describo y sobre la que escribo.
¿Qué le gustaría destacar de su trayectoria profesional para las generaciones futuras?
Lo que he escrito es todo lo que tengo para decirles a los periodistas más jóvenes que podrían pensar que soy un mentor digno.
¿Está en paz con las decisiones de su vida? ¿Algún arrepentimiento?
Sin arrepentimientos, gracias.
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