Han sido casi 37 años trabajando en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington. Como director del proyecto de documentación sobre Chile, Peter Kornbluh ha consagrado su vida a conseguir desclasificar archivos secretos del gobierno de EE.UU. relacionados con el apoyo de ese país al golpe contra Salvador Allende en 1973. “Chile llegó a ser un símbolo muy grande del abuso de poder de Estados Unidos, de mi gobierno, del abuso de la moralidad”, relató a La Tercera durante una visita al país en 2017.
Fue en esa oportunidad cuando contó la razón de su acercamiento al tema. “Cuando era joven estuve pololeando con una joven chilena en Estados Unidos. Yo quería saber por qué el Presidente Richard Nixon y Henry Kissinger (su asesor de seguridad nacional) estaban tan preocupados sobre Allende. Chile estaba muy lejos, era un país muy pequeño, era muy pobre en esa época”, explicó entonces el investigador norteamericano.
Hoy Kornbluh (67) está de vuelta en Chile. Uno de los motivos de su visita tiene que ver con su libro The Pinochet File, publicado originalmente en 2003, y que este año tendrá su primera edición chilena, de la mano de Catalonia. “Decir que mi libro será parte del aniversario 50 del golpe de Estado es un honor grande para mí. Este libro chileno probablemente es mi gran final sobre esta historia tan controversial, tan complicada, tan importante”, cuenta Kornbluh en esta entrevista con La Tercera donde analiza los cabos sueltos tras el derrocamiento de Salvador Allende a manos de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973. Una conmemoración que, a su juicio, “es la oportunidad final para empujar a que salgan todos los secretos que quedan sobre esta historia”.
¿Cuál es su primera reflexión sobre el 50 aniversario del golpe en Chile?
El 50 aniversario es un momento histórico y global para la reflexión sobre muchos temas. El tema de la democracia contra la dictadura, el tema sobre la historia, en relación a qué sabemos, qué no sabemos, qué debemos saber. El tema del futuro, en cuanto al aprendizaje del pasado. Y para aprender del pasado, necesitamos conocer todos los detalles del pasado. Entonces para mí, el 50 aniversario más que nada es una oportunidad, es la oportunidad. Para mí es la oportunidad final de usar este aniversario para empujar a que salgan todos los secretos que quedan sobre esta historia. Como historiador yo veo en este aniversario más que nada la oportunidad de empujar el proceso de completar el registro histórico. Y por eso creo que todos nosotros tenemos que empujar para obtener los documentos norteamericanos que todavía permanecen secretos. También documentos de otros países que tenían presencia en Chile hace 50 años, como Brasil, Australia, Inglaterra, Argentina, y de centralizar esta historia y aprender lo que necesitamos aprender.
Y en ese sentido, ¿cuál cree usted que es la disposición del gobierno de Joe Biden para revelar más información sobre Chile?
La administración de Biden, así como la administración de Obama antes, tiene una muy buena relación y mucho respeto por Chile. Biden, como vicepresidente, fue parte de la administración de Obama, la cual practicó lo que llamo la diplomacia de la desclasificación. Durante la administración de Obama, Chile ya tenía una petición de documentos sobre el rol de Pinochet en el caso Letelier. Y habían más de 250 documentos muy detallados, algunos de la CIA muy importantes, sobre el rol de Pinochet, donde la CIA concluyó que Pinochet personalmente dio la orden para asesinar a Orlando Letelier y cometer un acto de terrorismo internacional en la capital de Estados Unidos, matando a Letelier y su colega Ronnie Moffitt. Y que Pinochet también se encargó de encubrir y falsificar toda la historia sobre su rol y el rol de la Dina, etc. Entonces Biden ya sabe que ha habido un proceso de desclasificación especial para Chile que tuvo un gran éxito. Y como presidente, él y su gente, su secretario de Estado, yo creo que comprenden que este es un aniversario importante, y que hay una voluntad de dejar salir documentos nuevos. El proceso representa una labor intensa, hay que encontrar los documentos que algunas veces no es tan obvios saber dónde están. Hay que revisarlos, especialmente los que son muy sensibles, y hacer este proceso de desclasificación. Y algunas veces demora mucho. Hay una burocracia muy grande que algunas veces está influida por personas que llamamos los securócratas, personas más interesadas en asegurar o guardar los secretos y no dejarlos salir. Pero yo creo que con documentos que tienen tantos años, 30, 40 o 50 años, hay una voluntad de avanzar en el registro de la historia. Yo estoy en mi oficina, el Archivo de Seguridad Nacional, en Washington, donde empujamos la desclasificación de documentos. Estamos tratando de apretar todos los botones del proceso de desclasificación en Washington para asegurar que haya nueva información, que la gran mayoría de los documentos muy importantes que quedan secretos sean desclasificados y salgan para la revisión pública.
¿Y el hecho de que se cumplan 50 años significa también que puedan automáticamente liberarse documentos o no?
No, es un mito. Los documentos que todavía son secretos, son secretos no porque aún no cumplen 50 años, sino porque tienen información que en su momento fue muy secreta, muy reveladora. Puedo darte dos ejemplos de documentos que todavía son secretos y que deberían estar abiertos. Hay un informe que se llama resumen diario presidencial, que reciben los presidentes cada mañana de un equipo de inteligencia que llega con un briefing de la CIA, y en este hay tres párrafos sobre Chile el 11 de septiembre de 1973 y está todo censurado. Hasta el momento no he llegado a convencer a la Casa Blanca de dejar salir estos párrafos. Otro ejemplo es todo el escándalo de la CIA en Chile. Se generó por un artículo en el New York Times el 8 de septiembre de 1974, escrito por el famosísimo periodista investigador Seymour Hersh. Él consiguió un resumen de un testimonio secreto del jefe de la CIA, William Colby, a un panel cerrado del Congreso, donde Colby testificó de todo el presupuesto y las actividades para desestabilizar a Salvador Allende. Y otro congresista que no estaba ahí en el panel pidió permiso confidencialmente para leer el testimonio. Y lo leyó, quedó en shock, hizo un informe, lo presentó al Senado, al jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, William Fulbright y a un miembro del staff, Jerry Levinson. Como no hubo una reacción dentro del Senado en ese momento, Levinson, un héroe en mi opinión, pasó este resumen a Hersh y salió en el New York Times y el escándalo empezó ahí. Y en Chile no se sabe mucho sobre esto, aunque cuando aparezca la edición chilena de mi libro The Pinochet File ustedes van a ver que la CIA entró en pánico en ese momento y contactó a todos sus agentes en Santiago para hablar sobre cómo resguardar sus identidades, etc. Pero sigo con el ejemplo del documento que todavía permanece secreto. El testimonio mismo del señor Colby jamás ha salido en casi 50 años. Entonces todavía no tenemos el documento que empezó el escándalo. Y estos son vacíos en la historia. Yo creo que no podemos descansar hasta que tengamos estos documentos. Ahora que tenemos todos los documentos sobre la desestabilización, ¿por qué no podemos tener el testimonio de Colby?
Y ahí la gran piedra de tope es la CIA, ¿no?
La CIA tiene problemas con el precedente que esto puede significar, tiene problemas con dejar salir documentos que son complicados para ellos. Pero la CIA de hoy día no es la CIA de hace 50 años, así como los militares chilenos de hoy día no son los militares de Pinochet en la junta militar de 1973. Y para definir la modernidad de estas instituciones, la mejor manera de decir no somos los del pasado es tomar ahora la decisión de dejar salir la historia. En el caso de Chile no hemos terminado con el pasado, aunque es un caso en que sabemos probablemente más que cualquier otro país, sobre el rol de Estados Unidos y de muchas actividades de los militares chilenos también. La historia de la DINA no está contada de documentos de la propia DINA, que están desaparecidos como tantas víctimas. La historia de la DINA, en gran parte, se puede obtener de los documentos desclasificados de Estados Unidos, de contactos militares, y contactos de la CIA también. Pero tenemos que dar crédito a la CIA de dejar salir un documento tan sensible como fue el caso de Letelier y Moffitt. Usamos el 40 aniversario del caso para obtener este documento. Y Chile, la Presidenta Bachelet y su administración hicieron una petición formal a la administración Obama. Yo estuve ahí personalmente cuando el Departamento de Estado le pasó este documento a la presidenta, fue muy dramático.
Y así como Bachelet hizo esa petición, ¿usted sabe si actualmente el gobierno de Boric ha hecho alguna petición formal por algún tipo de documento?
No sé. Espero que la administración de Boric haga esto. Obviamente es una oportunidad. Yo creo que la administración Biden puede responder de una manera positiva. Es realmente importante. Es una pregunta para el gobierno chileno y el norteamericano: Si no es ahora, después de 50 años, ¿cuándo? Estos documentos están ahí en archivos secretos. ¿Para qué? Para usarlos, para comprender la historia. Y eso es todo. No es para cambiar otro gobierno, no es para avergonzar a Estados Unidos, no es para hacer sabotaje a los militares chilenos. Es para comprender la historia, para que podamos tener un futuro mejor. Es solamente esto.
En 2022, el gobierno de Boric lanzó el Plan Nacional de Búsqueda de Víctimas de Desaparición Forzada durante la dictadura de Pinochet. ¿Cree que la desclasificación de archivos puede contribuir en esta tarea?
En mi trabajo, he tenido la experiencia de encontrar documentos que ayudan a familias a conocer qué pasó con sus esposos, padres, madres, que han desaparecido en Chile y otros países. Y algo muy importante, la Corte Interamericana de Derechos Humanos acaba de dar una opinión muy fuerte en un caso en Bolivia de una persona desaparecida. La familia ha tratado durante décadas de abrir los archivos militares sin ningún éxito, y ahora la Corte ha dicho que los militares bolivianos tienen un año para abrir sus archivos en este caso. Y ese es un precedente para Chile y para muchos otros países. Entonces, yo creo que es importante decir que quienes trabajamos en esto no lo hacemos solamente por la importancia antiséptica de la historia, sino porque hay víctimas que van a ganar información y puede ser un poco como un cierre para ellos si se puede encontrar a los desaparecidos o se puede tener por lo menos la justicia de la verdad. Si no hay justicia legal, por lo menos puede ser justicia de la verdad para las víctimas de abusos de derechos humanos y para las familias de los desaparecidos. No sé si hay documentos en Estados Unidos ahora sobre casos específicos, porque muchos de ellos están incluidos en la desclasificación realizada durante el gobierno de Clinton. Yo creo que en Estados Unidos no hay mucho más sobre violaciones de derechos humanos. Pero, al mismo tiempo, es obvio que sí hay personas, militares chilenos, que estaban en la nómina de pago de la CIA, que estaban muy involucrados en violaciones de los derechos humanos. Entonces puede ser que haya documentos ahí con casos individuales.