Mientras bailaba música electrónica en el Teatro Teletón para las Fiestas Patrias de 2019, Carolina Concha, de 21 años, conoció a Fernanda. Después de unas copas, esta mujer la invitó a otros carretes hasta la madrugada.
En ese recorrido, Fernanda le consultó si tenía antecedentes penales. La pregunta descolocó a Carolina, pero no le dio mayor importancia. Anotaron sus números y se vieron al día siguiente para ir a otra celebración. En ese momento, Fernanda le ofreció a Carolina un viaje a Europa con todo pagado con la única condición de que tenía que traer una maleta de regreso a Chile que una persona le entregaría en el Viejo Continente.
Dos meses después, en una discoteque en la Ruta 68, ambas mujeres se vuelven a encontrar. Carolina, que por ese tiempo trabajaba de manicurista tras no poder terminar una carrera técnica de visitadora médica, le había comentado a Fernanda que su madre estaba por vender la casa que habitaban debido a grandes deudas que tenía. Es en ese momento cuando Fernanda le habría ofrecido más de tres millones por viajar al extranjero y traer la maleta de regreso con ella. A esa altura, Carolina, sin preguntar, sabía que nada legal vendría en ese equipaje.
A finales de noviembre, Carolina finalmente aceptó. Veía que ese era el único camino para solucionar sus deudas. Fue citada el martes 3 de diciembre a las 8:00 en calle Lord Cochrane con avenida Matta. Ahí, Fernanda le pasó una maleta vacía, 300 euros y la reserva en el hotel Generator, a unos pasos de la Gran Vía en Madrid. Le dijeron que todo saldría bien y que una persona de nacionalidad colombiana se pondría en contacto para que conociera los siguientes pasos de su recorrido.
Al aeropuerto de Barajas arribó el miércoles 4 de diciembre y se dirigió de inmediato al hotel que le habían reservado. Dos días después se subió a un bus para trasladarse a Amsterdam, en Países Bajos. Al llegar, recibió por un mensaje de texto que debía dirigirse al hotel NL, ubicado cerca del Museo de Van Gogh. Ahí la estaba esperando un colombiano de unos 50 años, vestido con un abrigo largo y una capucha.
Subieron a la pieza y el sujeto, que no se identificó, le pidió a Carolina que vaciara toda su ropa y la pusiera en una bolsa. Después de unas horas, ambos salieron con una maleta con destino a la estación de trenes de la ciudad. Ahí se instalaron en un café a tomar desayuno. Mientras eso ocurría, el ciudadano colombiano le cambió la maleta y le entregó la que él portaba. Al tomarla, Carolina sintió que estaba con mucho peso. En su interior pensó que trasladaba botellas con algún componente.
En ese momento, el colombiano le dijo a Carolina que debía tomar un tren hacia París, para de forma inmediata trasladarse en bus a Madrid. La joven siguió las instrucciones, pero no pudo lograr un pasaje a la capital española, por lo que se trasladó a Barcelona. Con pocas horas de sueño y angustiada por el equipaje que portaba, en esa ciudad tomó un bus hacia el aeropuerto de Barajas para regresar a Chile, tras una semana en Europa. A Santiago arribó el 11 de diciembre, a las 9:30. Mientras esperaba realizar los trámites de policía internacional, decidió llamar a Fernanda, pero no le contestó. La angustia que traía de París aumentó y sus nervios no podía ocultarlos. Al detectar algo extraño en su comportamiento, detectives de la PDI le pidieron ir a una sala para revisar su maleta.
Carolina no supo explicar de qué trató su viaje ni qué atractivos turísticos visitó. Esto derivó en que abrieran el equipaje frente a ella. Los policías descubrieron un doble fondo oculto con una madera. En ese compartimento aparecieron siete envases con droga, con 7,64 kilos de MDMA, más conocido como Éxtasis, granulado de color beige.
Carolina fue detenida y enviada a la cárcel de mujeres tras su formalización por tráfico de drogas. En prisión se enteró que Fernanda nunca se llamó así. Su verdadera identidad era Constanza Vicencio, quien ejercía como reclutadora de mujeres que pudiesen pasar por turistas para ir a buscar droga a Holanda y Bélgica. Carolina fue condenada el 27 de enero de 2021 a cuatro años de prisión, pero por su colaboración se le permitió cumplir su pena en la modalidad de libertad vigilada intensiva.
“Una de las técnicas que usan las organizaciones es reclutar pasajeros que están dispuestos a asumir el riesgo de trasladar droga oculta en una maleta desde un punto a otro a lo largo del mundo”, cuenta el subcomisario Luis Tapia, de la Brigada Antinarcóticos Aeropuerto de la PDI. Esta modalidad es reforzada por el fiscal Daniel Contreras-especialista en investigaciones de tráfico aéreo, quien señala que estas mafias provienen de Países Bajos, Bélgica y Francia, cuyos traficantes tienen importantes conexiones con Chile para enviar su mercancía de drogas sintéticas.
Si bien han logrado establecer el sistema de estas bandas internacionales, las investigaciones se tornan complejas para llegar a los cabecillas en suelo nacional, en su mayoría ciudadanos colombianos, porque los pasajeros “burreros” nunca saben la identidad real de sus reclutadores. Y cuando se realiza una entrega vigilada de la droga pesquisada en el Aeropuerto, el receptor guarda silencio, prefiriendo pagar con cárcel, antes que delatar a su jefe narco.
“El aeropuerto es el sitio más relevante para detectar nuevos ingresos de drogas al país. Los últimos dos años deben haber unas cuatro o cinco nuevas drogas sintéticas con nombres extraños”, revela el director de Aduanas Metropolitana, Rodrigo Díaz.
Una de ella es la 4-Clorometcatinona descubierta por primera vez en mayo de 2022, la cual tiene un origen en el este África y la Península Arábica. Este droga tiene la cualidad de estimular el sistema nervioso central. De acuerdo a la PDI, en Chile se han detectado cerca de 75 sustancias sintéticas de las 1.100 que están repartidas por el mundo.
El sistema de correos o courier es otra de las modalidades que usan los narcotraficantes para mover sus productos, tanto hacia el extranjero como para ingreso al país. “Las formas más curiosas son enviadas desde Chile hacia Europa. Hemos encontrado droga en paquetes de leche, figuras de ajedrez y artesanías”, cuenta el fiscal Daniel Contreras. En esta etapa, los fiscalizadores de Aduana en el Aeropuerto cumplen el rol de revisar estos paquetes, los cuales son clasificados según descripción y lugar de origen. Ese trabajo de inteligencia les permite levantar las sospechas sobre los contenidos para someterlos a la máquina de rayos X e inspección canina.
Así, en 2022 decomisaron 218 kilos de drogas y este año ya totalizaban 146 kilos en 19 procedimientos: 13 con destino a Oceanía y seis a Europa. La PDI, por su lado, ha detectado en cinco años más de cuatro toneladas en estupefacientes de distintos componentes.
Botellas de Vino y un motor a Oceanía
El trabajo de Aduanas y la PDI es coordinado para detectar ingreso y egreso de drogas a través del aeropuerto. En medio de una revisión de un un motor con destino a la ciudad de Southbridge en Nueva Zelanda se descubrió a una importante organización de narcotráfico internacional que operaba en Chile. El paquete llevaba en su interior 2,847 kilos de cocaína.
Las primeras diligencias policiales dieron con el nombre de Edwin Martínez Montealegre, un colombiano de 34 años, de profesión informático, quien había dejado sus datos como el despachador del repuesto en noviembre de 2019. Esto dio origen a la operación San Diego y el Ministerio Público instruyó vigilancias para detectar a la red completa de tráfico.
En febrero de 2020, nuevamente apareció el nombre de Edwin Martínez en Aduanas. El colombiano había concurrido a la Viña Casas del Bosque, donde compró cuatro cajas de vino blanco para intervenirlas. Al revisar el paquete en el Aeropuerto, los fiscalizadores detectaron 4,576 kilos de cocaína líquida que iba con destino a Australia. Escuchas telefónicas determinaron que Martínez era solo un brazo operativo de la organización, cuyos líderes eran dos hermanos colombianos de la ciudad de Pereira: Jhonathan (34 años) y Vilmar (31 años) Díaz Jiménez, quienes montaron una logística de importaciones y exportaciones para ocultar su negocio de narcotráfico.
Con “palos blancos” crearon dos empresas para estas labores: Vientos del Pacífico y Campo Austral, cuyas organizaciones arrendaban bodegas en Independencia y Renca. Los productos llegaban a Chile vía marítima desde Colombia para luego ser despachados vía aérea hacia Oceanía y Europa.
Las vigilancias de la Brigada Antinarcóticos Aeropuerto descubrieron que los hermanos Díaz llegaban a estas bodegas para trasladar algunas cajas a diferentes bodegas de edificios en Santiago Centro y el barrio Brasil, ocupados como casas de seguridad.
Con estos antecedentes, la Fiscalía Occidente solicitó allanar todos estos lugares, encontrando cientos de cajas de jugos de naranja de 250cc donde escondían 650 kilos de marihuana creepy prensada y sacos de melaza, una especie de azúcar, en los se encontraron mezclada más de dos toneladas de cocaína líquida para exportarla a Australia y Nueva Zelanda.
Por estos días, los hermanos Díaz permanecen en la cárcel de Alta Seguridad esperando el inicio del juicio oral. El fiscal Daniel Contreras solicitó penas de 25 años para ambos. “Estas bandas son lideradas por personas que vienen de países productores de droga. Mayormente son colombianos y tienen accesos directos a los proveedores”, comenta el persecutor Contreras, quien también advierte que estos traficantes han logrado quebrantar los sistemas de seguridad del Aeropuerto para realizar sus operaciones.
La cocina del éxtasis granulado
Existen dos a tres casos durante los últimos años en los que el modus operandis para intentar vulnerar la seguridad del aeropuerto se repite. Según el subcomisario Luis Tapia, de la Brigada Antinarcóticos del Aeropuerto, las organizaciones crean empresas de fachada para lavar el dinero obtenido del tráfico y las usan para operar en el terminal de forma encubierta con servicios de alimentación. “Esto les permite tener niveles de acceso para poder sacar droga de Chile al extranjero”, dice.
De acuerdo a los análisis de las escuchas telefónicas, los traficantes instalados en Chile- en su mayoría colombianos- han generado importantes lazos de confianza con los carteles europeos productores de drogas sintéticas. El Ministerio Público ha detectado en varias oportunidades que los cargamentos de cocaína con destino a Países Bajos y Bélgica son pagados con paquetes de MDMA o éxtasis en polvo.
Esta infiltración de traficantes en el terminal aéreo trajo como consecuencia un aumento en el ingreso de estas drogas sintéticas. En especial de la “droga del amor” -éxtasis- que empezó a llegar a territorio nacional en una composición granulada. Es decir, en formato cristal y sin terminar.
Según cifras de la PDI, en los últimos cinco años se incautaron 293,108 kilos y 211.731 pastillas de esta mercancía sintética, lo que obligó a enfocar las investigaciones en búsqueda de laboratorios clandestinos. “Comenzó a llegar un trozo de roca en estado puro a nuestro país para terminar la mezcla de componentes y hacer el proceso de manufactura y compresión”, explica el comisario Patricio Navarro, jefe de la Brigada de Sustancias Químicas Controladas de la PDI. El detective agrega que esto lo pudieron comprobar, porque en forma paralela comenzaron a llegar desde China unas máquinas especiales para realizar los comprimidos con los relieves característicos y logos como caritas felices, marcas de autos y redes sociales.
El jefe del departamento de Drogas de Aduanas Metropolitana, Eduardo Saa, asegura que las primeras pistas las entregan sus fiscalizaciones: “Es una máquina que hace dulces y se encuentra en internet, pero al ver el origen y la persona que lo trae nos llama la atención y avisamos a la policía”, cuenta.
Ahí descubrieron un laboratorio de finalización de éxtasis con 481 pastillas listas para su distribución, además de ketamina en polvo y otros componentes para abultar las drogas sintéticas.
Los narcotraficantes extranjeros que operan en Chile, de acuerdo a informes reservados, decidieron agregar estas drogas sintéticas en modo granulado a su pool de mercancías, dado que las hacen rendir económicamente. De un kilo de este polvo de MDMA se pueden obtener hasta mil pastillas, las que venden en fiestas electrónicas entre $20 a $30 mil. Es decir, un kilo puede producir entre 20 y 30 millones de pesos en el mercado.
Este polvo además permite crear varios tipos de drogas. Hoy las más comercializadas son el éxtasis que se mezcla con lidocaína y cafeína y el tusy que se abulta con ketamina y un polvo rosado tipo colorante. La PDI decomisó 42 kilos de MDMA granulado en 2022. Si se lleva a una planilla excel, la policía sacó de circulación 42 mil pastillas con una valoración de $1.260 millones. Un negocio que, es probable, seguirá buscando más personas como Carolina para que traigan maletas desde Europa.