Que los venezolanos que ingresaron a Chile desde marzo podrán votar en el plebiscito de salida; que 150 mil presos podrán sufragar con mesas desde las cárceles y que una empresa con un software especial se hará cargo del conteo de votos. Todos son mensajes que han sido ampliamente difundidos en redes sociales nacionales en las últimas semanas y con una particularidad en común: son noticias falsas.

No es el primer proceso electoral de Chile en que las llamadas “fake news” se hacen parte de una campaña. Y tampoco es un tema que atañe solo a nuestro país, sino que se ha convertido en un fenómeno global y uno de los principales desafíos para la democracia. No solo movieron la aguja en términos electorales en elecciones como las de Estados Unidos con Donald Trump y Brasil con Jair Bolsonaro, sino que también han complicado la gobernabilidad en algunos países.

En Chile, varias universidades estudian el tema, mientras que algunos medios de comunicación lanzaron -sobre todo tras el estallido social de 2019- sus propias unidades de verificación de datos para contrastar lo que es cierto de lo que es falso. Sin embargo, el plebiscito constitucional abre un nuevo desafío sobre cómo abordar el fenómeno de las fake news: ¿Qué se entiende por noticia falsa? ¿Y cómo definir cuando una lo es?

Si bien una fake new se puede desmentir con la demostración de hechos verificables, en el debate constitucional la discusión sobre noticias falsas ha girado en torno a las distintas interpretaciones que se dan respecto de algunas normas contenidas en la propuesta. ¿Se termina con el derecho a la propiedad? Los adherentes del Apruebo dicen que esa afirmación es falsa, pues el Artículo 78 establece que “toda persona, natural o jurídica, tiene derecho de propiedad”, pero los seguidores del Rechazo apuntarán que la aseveración es verdadera, pues le falta la palabra “propia”. ¿Se permitirá el aborto hasta los nueve meses? Quienes apoyan el Apruebo dicen que es falso, pues el Artículo 61 establece que el Estado garantizará las condiciones para “una interrupción voluntaria del embarazo”, pero que “la ley regulará el ejercicio de estos derechos”. Mientras que los adherentes del Rechazo dicen que esta norma abre la puerta para ello.

“Hoy día, lamentablemente, todo entra en la categoría de fake news para las personas que están polarizadas políticamente. Y tú lo ves en las redes sociales, acusaciones constantes de fake news. Mi forma de decirte que no estoy de acuerdo contigo es que te acuso de mentiroso”, dice el académico de la PUC Daniel Halpern.

Algo que se dio con la polémica foto que se viralizó del dirigente del Frente Amplio Felipe Parada junto al expresidente de Bolivia Evo Morales y la propuesta de la nueva Carta Fundamental. Los adherentes del Apruebo acusaron inmediatamente que se trataba de una foto trucada. Pero luego un video demostró que el registro era real.

El exconvencional Jorge Baradit acusó de fake news a quienes compartieron una foto del expresidente boliviano Evo Morales con una propuesta de la nueva Constitución. Finalmente, un video demostró que el registro fotográfico era real, y que Baradit era en realidad quien difundía información falsa.

Miedo y polarización

Entre los expertos coinciden que el plebiscito de septiembre próximo -tal como ocurrió en el plebiscito por la paz en Colombia y en el referéndum por el Brexit, en Reino Unido- es el escenario ideal para la proliferación de fake news, pues se conjugan dos factores que influyen en su propagación: un escenario de polarización política y ambientes de incertidumbre y miedo que provocan que la gente psicológicamente tienda a creer en una noticia falsa. Y así, una mentira puede terminar convirtiéndose en una verdad.

“Cuando nosotros vemos una información sospechosa que nos llama la atención, generalmente es porque nos ataca de alguna manera. Nuestros valores, lo que consideramos nuestra ética moral, lo que hemos aprendido durante nuestra vida y también porque sentimos amenazado nuestro alrededor, las personas a las que queremos, el fruto de nuestro trabajo..., por lo tanto, es bien fácil tener una reacción visceral frente a algunas informaciones”, dice Ana María Castillo, codirectora del Núcleo IA+SIC de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.

Los expertos agregan otros factores que influyen en que la gente crea una mentira. Por ejemplo, si esta es difundida por algún cercano o persona en la cual se crea y si se cumple el sesgo de confirmación, lo que el experto en marketing digital Pablo Matamoros define como un fenómeno en que “tendemos a creer y a compartir aquella información que confirma nuestras creencias”.

El senador Felipe Kast (Evópoli) difundió un video del Mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, que tenía un falso titular en el que supuestamente este último celebraba el borrador de la nueva Constitución. Se trataba de una fake news, pues el registro audiovisual correspondía al año 2020. Al ser criticado, el senador terminó pidiendo disculpas.

Un escenario que se da en lo que Matamoros denomina como cámaras de eco, redes sociales como Twitter en las que no hay diversidad de opiniones, ya que los usuarios suelen seguir a otros usuarios que piensan similar a ellos, y no a aquellos con los que discrepan. “Los del Apruebo hablan con el Apruebo y los del Rechazo hablan con los del Rechazo”, resume.

Cristián Huepe, investigador de la Northwestern University y del laboratorio Social Listening Lab (SoL-UC) de la Facultad de Comunicaciones de la PUC, agrega que “si todas las fuentes de información a las que uno accede que le parecen confiables te dicen que algo es verdadero, aunque sea falso, esa cosa se convierte en verdadera y es la manera como una fake news se transforma en una realidad para la persona”.

En ese sentido, explica que un “factor psicológico importante es la homofilia, que es la tendencia que tenemos a asociarnos a los que piensan como uno. Y por lo tanto, va a ser más probable que ellos promuevan fake news, que estén de acuerdo con los prejuicios míos y de la comunidad. Los algoritmos de Facebook tienden a mostrarle a uno las cosas publicadas por gente que piensa como uno. Ese algoritmo, cuyo objetivo es que uno encuentre su comunidad en las redes, tiende a potenciar la homofilia, de manera que uno tiende a conectarse solo con gente que piensa como uno en las redes sociales”.

A eso, Huepe añade que otro tema por el cual uno tiende a creer fake news es que “tendemos a estar más atraídos a las noticias espectaculares, que son más sensacionales y nos producen reacciones más emotivas. Entonces, nuevamente, los algoritmos para mantenernos más enganchados en las redes sociales nos van a mostrar cosas cada vez más escandalosas que verifiquen nuestro sesgo de confirmación y que nos hagan, por lo tanto, reaccionar emocionalmente y que, por lo tanto, también tienden a fanatizarnos”.

El 2018 Gonzalo de la Carrera difundió una fake news sobre Camila Vallejo. Más tarde, pidió disculpas al ser criticado por difundir una mentira, pero la entonces diputada se querelló por injurias en su contra.

El desafío a combatir

En países como Francia se han creado legislaciones que regulan las fake news. Pero dichas leyes abren interrogantes sobre cómo ellas pueden afectar la libertad de expresión y de prensa. En Estados Unidos, su presidente Donald Trump no dudaba de calificar de fake news a cualquier información que le perjudicara, acusando incluso a medios prestigiosos como The New York Times y tildando a la prensa como el “enemigo del pueblo”.

De ahí que otros países no hayan querido avanzar en el tema. Sin embargo, continúan los desafíos para ver cómo combatir el tema, lo cual pasa por, dicen los expertos, educar a la gente y generar conciencia. “La única forma es hacer que la gente se comporte en forma cívica”, dice Halpern.

El académico cataloga las fake news de diferente forma. Una, crear una página web que imite a un medio de prensa con un nombre parecido para difundir noticias falsas; compartir un registro real pero descontextualizado, ya sea porque pertenece a otra fecha o un video que está cortado, y, por último, tomar un hecho real y magnificarlo para exagerar.

“Vayamos a las fuentes originales, busquemos más de una fuente informativa”, recomienda Castillo como medidas para verificar si una noticia es falsa o no. “Y no compartir todo”, agrega Matamoros.

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusaba que las noticias que publicaban aspectos negativos de su gestión eran "falsas".