Su decisión de abstenerse en dos temas polémicos de la Convención Constitucional -como la declaración por la liberación de los presos del estallido social y la exclusión del almirante (R) Jorge Arancibia de la Comisión de DD.HH.- levantó tal polvareda en su partido, que la presidenta, Natalia Piergentili, debutó con críticas en su contra. “Hace mucho tiempo ha sido un tanto errático en sus votaciones”, dijo la nueva timonel.
Pero Felipe Harboe lleva años en política. Sabe cómo esquivar los golpes –”la forma de relacionarse políticamente es con diálogo y no con mensajes por la prensa”, asegura-, y ya está reconfigurando su posición en la Convención con el nuevo Colectivo del Apruebo, que reúne a ocho representantes de la centroizquierda. La variopinta integración de este órgano y la decisión del Colectivo Socialista de no prolongar el pacto Unidad Constituyente (UC) en esta instancia lo dejaron con un rol secundario en la conformación de la mesa y las comisiones.
A pesar de ello, Harboe dice que no se arrepiente de haber dejado su cómodo asiento en el Senado, al cual incluso podía repostular.
“No me arrepiento de haber renunciado al Senado, porque fue por un bien mayor. Creo que la trascendencia del trabajo en la Convención Constitucional, si se hacen bien las cosas, será enorme. Yo vengo de vuelta en la política y no está en mi intención ni ser el más famoso, ni el más comunicante, ni el coordinador de nada. Me interesa ayudar, ser útil”.
¿Y se ha sentido útil, cuando en la Convención hay un grupo importante que rechaza a los políticos y los últimos 30 años?
Sí, me siento útil. Hay distintas formas de participar:en el pleno, con conversaciones, y por WhatsApp, donde uno dice “cuidado con ese tema”. El que se haya disminuido el nivel de conflictividad entre el gobierno y la mesa, que el reglamento vaya a salir en 30 a 45 días, son aportes importantes; en mis conversaciones bajo cuerda pude motivar que se propusiera una mesa de integración para no excluir a la derecha.
¿Qué le pareció la decisión del Colectivo Socialista de trabajar solos, a pesar de haber sido electos por el pacto UC?
Si bien la encuentro legítima, es bien raro que supuestamente exista la UC para la elección presidencial y no exista para la Constituyente. En todo caso, veo que la Convención va a acelerar el proceso de cambio de las alianzas políticas, y no es descartable que la elección presidencial de 2025 sea con otras coaliciones, otros partidos y otros liderazgos.
¿Este nuevo comité que crearon esta semana pretende ser una bisagra entre los polos?
Tuvimos que articularnos y armamos el Colectivo del Apruebo con domicilio conocido: la centroizquierda. Partimos cuatro y hoy somos ocho, y dentro de unas semanas seremos 10 o 12. No aspiramos a ser mayoría ni grupo de poder, sino que ser un punto de encuentro, aportar evidencia, asesoría de calidad y abiertos al diálogo con todos, desde la UDI hasta la Lista del Pueblo. No queremos ser un conjunto de slóganes.
El vicepresidente Jaime Bassa dijo que se alcanzó una meseta institucional y que espera que en 30 días se empiecen a tratar temas de fondo, ¿cómo lo ve?
Si durante septiembre se aprueba el reglamento y se empieza en octubre con el contenido de la Constitución, sería un tremendo avance. Lo clave es que la Convención comprenda que nuestro principal aporte al país y a la democracia es entregar un proyecto de Constitución que pueda ser ratificado por amplia mayoría.
El apoyo ciudadano a la Convención ha ido a la baja, ¿quiénes son responsables de eso?
Hay un proceso natural de desgaste por las expectativas que se habían generado, y discusiones como las asignaciones o jornadas laborales atentan contra la percepción de los ciudadanos. Estará en nosotros evitar que el apoyo siga decayendo en base al trabajo e ir legitimando el accionar de la Convención.
Ha habido tensión respecto de pronunciarse sobre la contingencia o no, ¿qué opina usted?
La Convención es parte del paisaje nacional, de la contingencia, pero está a una altura muy superior de ser comentarista de lo que otros hagan o dejen de hacer. Debe abocarse al encargo que tenemos, asumir que no somos los protagonistas, sino que es el proceso, y que este no es un cargo, sino un encargo que será evaluado en el plebiscito de salida.
¿Existe el riesgo de que no se apruebe en el plebiscito?
Aquellos que plantean maximalismos constitucionales crean un riesgo de que no nos aprueben la Constitución en el plebiscito, lo cual sería nefasto, porque seguiría rigiendo la que tenemos vigente. Espero que eso no ocurra, pero va a depender de que nuestra propuesta al país sea un texto coherente y armónico. Por ello es clave que en el proceso del contenido tengamos una Comisión de Armonización de los debates de las diferentes comisiones.
Sus votaciones en la Convención han abierto polémica, ¿qué le parecieron los dichos de la presidenta PPD, que acusó una distancia entre usted y el partido?
La declaración fue un poco injusta y equivocada y así me lo manifestaron miembros del PPD incluso de la actual mesa. Además, otros militantes, como Ricardo Brodsky, exdirector del Museo de la Memoria, Sergio Bitar, que estuvo preso en Isla Dawson, y el expresidente Ricardo Lagos plantearon la inconveniencia de la censura a Arancibia. No creo que haya un distanciamiento.
¿Lo conversó con ella?
Le escribí, diciéndole que lamentaba sus expresiones y que cualquier duda que tuviese era cosa de que me escribiera o preguntara. Pero no obtuve respuesta.
En el fondo, ¿qué tanto representa usted al PPD en la Convención?
En materias constitucionales, de principios, de valores, hay altos niveles de independencia. Y aunque obviamente hay un domicilio político, aquí no caben órdenes de partido, no corresponde.
¿Que vaso comunicante tiene con el PPD?
Hace un buen tiempo, por mis nuevas funciones, estoy alejado de la orgánica; no participé en las elecciones internas. Cuando uno asume un cargo de relevancia, como es la conducción de un partido, es importante no dejarse llevar por opiniones de algún cercano, sino que buscar sumar fuerzas sobre todo en un partido que está en una situación extremadamente débil. El espacio político de gestión del PPD se ha ido reduciendo considerablemente: cayó de 21 diputados a siete, y las perspectivas de la elegibilidad senatorial son bastante delicadas para la próxima elección.