Francesca Meléndez, proveniente de un pueblo cerca de Arequipa, en Perú, conoce muy bien a los ronderos. “Es terrible lo que pasa en la sierra. Los ronderos son tercos, lo que ellos dicen se tiene que hacer. Llegan a un lugar e imponen su ley. Es como un ajusticiamiento ciudadano”, cuenta a La Tercera esta mujer cuya familia vive en Chivay. “Es una muy mala idea lo que está haciendo Pedro Castillo”, añade.
Francesca hace referencia a lo que el Presidente peruano anunció en su discurso inaugural del 28 de julio, de expandir el sistema de las rondas campesinas para hacer frente al problema de la seguridad en el país. “La Policía Nacional es el pilar sobre el cual la actividad pública lucha contra este mal, pero eso no es suficiente. Nosotros creemos que debemos expandir el sistema de las rondas, que no es otra cosa que la población organizada para dar seguridad a toda la población”, expresó.
Así, propuso convocar a toda la población a conformar rondas en los lugares donde no existan e incluirlas en el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana, en los niveles regionales y locales. De la misma manera, planteó la asignación de un presupuesto para dotarlas de logística necesaria. “Fortaleceremos la ley de rondas incidiendo en su organización interna respetando su autonomía. Estamos seguros que conjuntamente con la Policía Nacional del Perú podremos acceder a una más eficiente seguridad pública”, aseguró.
¿Qué son las rondas? Son una especie de policía comunitaria que carece de reconocimiento oficial. Sus miembros son voluntarios que recorren a pie los campos y caseríos para dar seguridad a la población frente a delincuentes y ladrones de ganado.
La primera ronda campesina nació en 1976 para combatir la delincuencia y abigeato, problemas que se habían acentuado en el departamento de Cajamarca, ubicada a 900 km al norte de Lima. A juicio del antropólogo cajamarquino, José Pérez, la desaparición de los terratenientes producto de la reforma agraria de 1969 generó “desorden y caos” y “un vacío político” que llenaron los ladrones de ganado.
“La ronda nace por el descuido de nuestros gobernantes y por no haber presencia de seguridad en estas localidades”, indicó a la agencia EFE Aladino Burga, actual presidente de la Federación Provincial de las Rondas Campesinas de Chota, en Cajamarca.
Con el correr del tiempo las rondas comenzaron a desempeñar distintas funciones y se transformaron en una suerte de ajusticiamiento ciudadano, ya que resolvían desde los problemas de propiedad de tierras, robos, narcotráfico hasta el adulterio. “Cuando era pequeña llegaron hasta un prostíbulo y sacaron a todas las mujeres y les pegaron, también le pegaban a los esposos que engañaban a sus esposas”, recordó Meléndez.
Durante los años en que Perú sufrió la violencia de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso (1980-2000), las rondas frenaron la entrada en la zona del terrorismo.
En un seguimiento que hizo a las rondas en Cajamarca, la agencia France Presse señala que durante las caminatas estos vigilantes detienen a vehículos sospechosos para revisarlos, verificar la identidad de sus ocupantes y saber qué están haciendo. Por ejemplo, si detienen a una persona, lo llevan hasta una especie de comisaría, donde llenan un acta y a la mañana siguiente continúan las indagaciones hasta verificar si la persona detenida dice la verdad. De ser así, lo dejan irse, de lo contrario lo entregan a la policía.
En una muestra del alcance de las rondas, en los 19 distritos de la provincia de Chota en Cajamarca existen 26.000 ronderos, mientras que la población es de 143.000 habitantes.
La llegada de Castillo a la presidencia de Perú gatilló la preocupación y no todos están de acuerdo con el fortalecimiento de estos grupos. En conversación con el diario Gestión, el exintegrante del Grupo Especial de Inteligencia de Perú (GEIN), José Luis Gil, dijo que “en los países con sistemas de gobiernos democráticos, las rondas campesinas y urbanas no han dado resultados para reducir la inseguridad ciudadana porque están diseñadas para zonas rurales que carecen de presencia policial”. “En países con modelos de gobierno dictatorial como Venezuela, Cuba y Nicaragua, las rondas ciudadanas han servido como un grupo de fuerza de seguridad paralela a la Policía Nacional y las FF.AA. para sostener esos regímenes frente a los opositores. Por lo tanto, por donde se le vea sería un grave error aplicarlo en el país”, advirtió.
En este sentido, el diario Perú 21 señaló que el gobierno de Castillo ha empoderado de forma peligrosa a las rondas campesinas, socavando las funciones de la Policía. El lunes pasado, en un encuentro nacional entre sus miembros, los dirigentes de esta agrupación trazaron la estrategia que aplicarían para resguardar las calles de Lima. “Al largo plazo, debemos haber 40 mil ronderos para custodiar las calles principales de Lima. Entonces, vamos a decir que por fin pondremos orden con este proyecto de seguridad ciudadana”, dijo Víctor Vallejos Tinoco, presidente de las Rondas Campesinas, Urbanas y Nativas del Perú, según consignó Perú 21.