Fuad Chahin renuncia a la DC: “Hoy día es un lugar insoportable para militar, no hay ninguna esperanza de que las cosas se corrijan”
Lo venía evaluando hace tiempo, pero recién este jueves el exconvencional formalizó su salida del partido. Una decisión que tomó luego de que el tribunal supremo decidiera suspender su militancia por votar Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre.
El jueves, en su cumpleaños número 46, el exdiputado Fuad Chahin sepultó más de 30 años de militancia en la Democracia Cristiana, partido del que fue presidente por tres años. Según dice, la colectividad normalizó injusticias, abusos y la persecución, en particular con aquellos que respaldaron en Rechazo en el plebiscito, y pasaron a llevar su dignidad al suspender su militancia a principios de noviembre.
“Es un presidente pusilánime”, dice respecto de la conducción del diputado Alberto Undurraga en la decé, agregando que “en lugar de corregir y rectificar, ha profundizado una actitud que nos ha llevado a este quiebre”.
Anteriormente dijo que estaba en un profundo estado de reflexión. ¿Qué decidió?
Ya no soy militante del partido. Renuncié el 1 de diciembre, el día de mi cumpleaños. Era el momento de iniciar un nuevo ciclo personal y político con la vuelta al sol que representa el cumpleaños.
¿En qué momento consideró que era necesario irse?
Estoy muy agradecido del partido, no voy a hablar mal del partido, pero creo que cuando se terminan normalizando las injusticias, el abuso, la persecución, en lugar de tomar medidas para remediarlo, creo que eso hace que exista una descomposición ética dentro del partido que hace que esto sea insalvable. No solo hay un error en la línea política, sino que hay una parte de su dirigencia nacional e intermedia que lo único que quiere es que el partido vuelva al Estado, para ocupar espacios dentro de la administración del Estado y que harían cualquier cosa, destruir a cualquier persona, pasar por encima de las normas de convivencia interna para lograr ese objetivo. El partido es un lugar insoportable para militar.
¿Si no hubiesen suspendido su militancia usted seguiría en el partido para superar la crisis?
Probablemente, porque siempre he creído en las vías democráticas para dar la pelea. A mí se me privó el derecho de participar en la última junta como miembro y candidato, de manera injusta. Sobre todo, uno no puede confiar en los dirigentes, porque el presidente designado, Alberto Undurraga, se comprometió horas antes de la junta nacional a que por ningún motivo iba a permitir que esa justicia ocurriera y que iba a suspender la votación del consejo nacional. Es más, se comprometió también a suspender la votación del tribunal supremo, porque toda la votación era contraria a los estatutos. Sin embargo, no hizo nada de eso.
Al menos públicamente, Undurraga ha hecho varios llamados a la unidad del partido. ¿En la interna no ha habido ningún gesto en esa dirección?
En absoluto, todo lo contrario. Una cosa es el discurso público y otra cosa es la expresión interna.
Undurraga lleva pocas semanas en el cargo. ¿Responsabiliza a alguien más de la crisis?
Este partido venía hace rato en crisis. Lo que pasa es que algunos teníamos la expectativa de que Alberto (Undurraga) hiciera algo distinto, pero en lugar de corregir y rectificar, ha profundizado una actitud que nos ha llevado a este quiebre.
¿Intentaron contenerlo durante sus proceso de reflexión?
Por supuesto, muchos militantes de base y expresidentes del partido. Les di mis razones, que son incontestables. Nadie puede pedir que me quede avalando una actitud que afectaba completamente mi dignidad, mis derechos, con prácticas totalmente antidemocráticas, injustas y poco éticas.
¿En qué pie queda la disidencia del partido que no quiere renunciar?
Están en su legítimo derecho de dar la pelea interna. Yo creo que no están las condiciones. Esto va a seguir, porque el tribunal supremo, la secretaría general están en manos de personas que, lamentablemente -la mayoría, no todos-, son personas que no tienen límites en su forma de actuar. Con un presidente pusilánime, no veo que las cosas puedan cambiar. Creo que la esperanza de algunos es más bien una ilusión.
Quizá hay un tema de un poco de voluntarismo, porque la DC actualmente tiene un rol bien extraño:no es gobierno, pero también dicen que no son oposición.
Es un partido que no tiene definición ni carácter, porque tiene un complejo que lo lleva a ser servil a una izquierda radical y refundacional. Parece que para algunos lo único importante es ver cómo pueden volver al Estado. Eso me parece que es simplemente penoso, porque lo que deberíamos ver es el futuro y cómo nos transformamos en una opción de esperanza para el país.
¿No cree que irse es cederle el punto al senador Huenchumilla, quien, antes de la junta, deslizó que las personas que según él se habían derechizado tenían que irse?
Me voy porque lamentablemente el partido está extraviado desde el punto de vista de su convivencia interna. Francisco Huenchumilla se quedó para lo que yo siempre dije: tener una persona servil al gobierno para instalar a sus operadores en el Estado.
¿No es cierto que quienes se van se derechizaron?
En absoluto. Lamentable, el partido tiene un complejo de izquierda radical del cual yo no me siento interpretado. Eso no se trata de derechizarse, se trata de ser fiel a lo que es la DC.
¿Qué hará ahora fuera de la DC? Un destino natural para usted es Demócratas.
Uno tiene que vivir un duelo. No hay que tomar decisiones apresuradas.
¿Pero no lo descarta?
No descarto nada hoy día. Pero tengo que vivir un duelo.
¿Se siente optimista con la reconfiguración del centro político? Hay partidos en formación.
No me siento optimista. Hay una gran oportunidad para el centro político, pero creo que ha faltado completamente la generosidad, la visión y el liderazgo para poder tener una articulación mucho más sólida, más fuerte de ese espacio político.
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