El Presidente Gabriel Boric la llamó unos días antes del último cambio de gabinete, el pasado 10 de marzo, cuando decidió reestructurar completamente el equipo de la Cancillería. Y cuando lo hizo, con el objetivo de que asumiera como subsecretaria de Relaciones Exteriores, Gloria de la Fuente se sorprendió. Ya con casi tres meses en el cargo, la cientista política detalla los ejes de la nueva política exterior feminista, que presentará el próximo lunes 12 de junio y que quedará bajo su supervisión.

Venía de un mundo distinto y asume en un cargo estratégico en una Cancillería que tuvo una reestructuración completa. ¿Cómo ha sido su instalación?

Me he sentido muy cómoda, asumiendo el desafío que significa ser la jefa de servicio de un ministerio tan relevante, que lleva adelante una política de Estado, además porque estamos en el mundo de cambios profundos, en la humanidad que desafían a los estados-nación y también a la lógica multilateral.

¿Percibió resistencia o tensión?

Para nada. Al revés. De hecho, yo me reuní con Ximena Fuentes después de asumir. También hablé con la exministra Antonia Urrejola. A ambas, por distintas circunstancias, las conocía de antes y la verdad es que en muy buena lid también recibí al equipo que tenía la exsubsecretaria, trabajo con todo su equipo.

¿Se puede hablar de un cambio de “mano” entre la era Urrejola y la del ministro Van Klaveren?

No, en términos de ejes estructurales, tal como lo ha dicho el ministro, nosotros tenemos una mirada de continuidad y cambio. Continuidad, porque los ejes de la política exterior -turquesa, feminista, multilateralista y con foco en la defensa de los DD.HH. y la democracia- que se instalaron desde el principio de este gobierno, siguen siendo los mismos y, además, tienen una proyección como políticas de Estado, no solo de gobierno. El cambio tiene que ver con algunos ajustes o énfasis distintos que están más vinculados a cuestiones coyunturales.

¿Un tema de formas?

Sí, pero la verdad hemos mantenido un muy buen trabajo entre los equipos de las subsecretarías y del ministro y eso ha sido muy importante.

Uno de los compromisos que se pospusieron tras la salida de la exministra fue la política exterior feminista. ¿En qué va a quedar eso?

Lo vamos a lanzar en los próximos días. No hemos innovado respecto del trabajo que se venía haciendo en base a identificar ejes estructurales de la política exterior feminista. ¿Y con qué tiene que ver esto? Con entender que no es que estemos inventando algo nuevo, lo que estamos haciendo es articular en base a un discurso y una estrategia coherente convenciones y tratados que Chile ya ha venido firmando, tanto en el ámbito de política exterior, como en el ámbito comercial. Y queremos articular esto en torno a una estrategia por dos motivos. Uno, porque creemos que un imperativo de la democracia tiene que ver con la igualdad de género y dos, porque además se encauza en la agenda de derechos humanos.

¿Y qué implica esta política?

Hemos hecho una evaluación bien intensiva de lo que ha ido ocurriendo en otros países. Uno de los riesgos que existen cuando uno lanza este tipo de políticas es que se avance con aquellos equipos que están convencidos y después desaparezca por cambios de gobiernos u otros motivos. Entonces, para que esto quede instalado requiere tener una expresión institucional y en la proyección de la política exterior.

¿Pero en qué se traduce eso en la práctica?

Tenemos identificados ocho ejes estratégicos que tienen que ver con, por ejemplo, cambio climático y mujer, comercio internacional, la agenda de derechos humanos, agencias multilaterales, entre otros, los que conversan con una política que debiera tener una cierta métrica y seguimiento. Se crea una nueva División de Género en la Cancillería y esa instancia es la que va a tener el día de mañana, porque hay que hacer algunos cambios y ajustes más burocráticos, de protocolos y reglamentos, a cargo esto. Por mientras, esa discusión va a depender de esta subsecretaría y de un equipo multidisciplinario de trabajo, para dejar instalado el mecanismo de seguimiento, entendiendo que lo que no se mide es muy complejo que sea susceptible de ser mejorado.

¿Esto es solo presencia de más mujeres o algo más integral?

Esto no es una cuestión de números; la igualdad sustantiva nunca es una cuestión solo de números, es una cuestión de prácticas también. La corresponsabilidad, el generar condiciones para que las mujeres que trabajan en procesos de negociación o de paz se potencien, o desde el punto de vista de los tratados económicos, de libre comercio, que tengan componentes de género, porque entendemos que la igualdad de género tiene que ser sustantiva.

En algún momento generó incomodidad que esta política se planteara como algo nuevo, cuando -como usted recalca- es algo que venía avanzando hace años.

Diría que esta política es de continuidad, porque es un esfuerzo que ya se venía haciendo en la gestión anterior. Y, por lo tanto, nosotros tomamos eso y sobre esa base construimos, pero siempre entendiendo -y creo que en eso no hay matices en quien nos antecedió- que la posibilidad de proyectar la política exterior feminista supone entender que nosotros no partimos de cero.

¿Qué se puede esperar de esos avances finalizado el gobierno?

Al interior del ministerio se van a ir generando mecanismos para garantizar la igualdad de género. Por lo tanto, es por una parte participación de más mujeres en espacios de liderazgo, pero también el mejoramiento de protocolos de acoso, de abuso sexual, entre otros. Por otro lado, desde el punto de vista de la política exterior, que los tratados y acuerdos se traduzcan necesariamente en más participación. Al final del gobierno se debería naturalizar algo que a veces genera un poco de resistencia y que es que la igualdad de género en sus múltiples dimensiones tiene una expresión que es sustantiva para la vida de las personas.