¿Ha disminuido la violencia contra niños y adolescentes en Chile?
Un estudio de la Unicef y la Universidad Católica, único en su tipo, da cuenta que las prácticas disciplinarias violentas van a la baja, principalmente debido a la creciente condena social, pero los castigos psicológicos están lejos de quedar atrás. De hecho, un tercio de los encuestados se manifestó ambivalente respecto de la violencia psicológica contra menores de edad.
La difusión y conocimiento de los derechos de los niños y de las leyes que los protegen, además de la “sanción social” a la que pueden verse sometidos los adultos que utilizan la violencia física y psicológica contra menores de edad, ha provocado una fuerte disminución en el maltrato infantil en Chile. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio inédito encargado por la Unicef al Centro de Justicia y Sociedad (CJS) y la Dirección de Estudios Sociales de la Universidad Católica. Sin embargo, aún queda mucho por hacer en este ámbito.
De acuerdo con el estudio, el 47% de las personas que tienen menores a su cargo considera al menos una práctica disciplinaria violenta como efectiva, mientras que el 53% se decantó sólo por prácticas positivas, es decir, felicitarlos por sus desempeños o cuando se portan bien, explicarles cómo pueden mejorar cuando han hecho algo mal y darles abrazos o besos cuando hacen algo bien. Así, cerca de una cuarta parte de los encuestados manifestó que ignorarlos (27%) y levantarles la voz o gritarles (24%) son también estrategias disciplinarias efectivas. Además, el 5% incluyó en esta categoría el golpearlos, sacudirlos o zamarrearlos cuando se portan mal, incluidas amenazas como dejar de quererlos o encerrarlos.
“Sí poh, mi abuelita me pegaba por todo, yo decía sí y me pegaba, y decía no y me pegaba. Entonces igual traté… obviamente con los dos más grandes, fui mamá a los 18, quedé sola con los dos, y nadie le enseña a uno a ser mamá y papá ni cuál es la forma correcta y la mala para criar un hijo, entonces traté de seguir el patrón, pero tampoco me agrada tanto ese patrón de… de los golpes (…). Yo fui a muchos talleres, en el Hogar de Cristo, un montón de lugares para poder buscar otras formas de crianza y en eso vas experimentando y he ido tratando de ir modificándolo de no ser como fueron conmigo (…)”, narró una mujer de estrato socioeconómico bajo, citada por el estudio.
En cuanto al grupo etario que considera que las prácticas disciplinarias violentas pueden ser tan efectivas como las prácticas positivas, hay variaciones. En ese sentido, el 50% de los cuidadores de más de 50 años piensa que las prácticas positivas y violentas son efectivas, mientras que ese porcentaje baja a 42% entre las personas de 19 a 29 años.
“La información que entrega el estudio no significa que el castigo físico esté superado, pero es un buen indicador que la práctica en general sea condenada socialmente, aunque su uso no se ha erradicado. En este caso, existe una norma social (o expectativa social) de no utilizar el castigo físico en niños, niñas y adolescentes y, por el contrario, existe una alta percepción de sanción social del castigo físico”, apunta Ludmila Palazzo, especialista en Protección de Unicef.
Al mismo tiempo, el estudio detectó que existen importantes diferencias respecto del actuar de las personas que recibieron malos tratos durante sus respectivas infancias y quienes no. Entre quienes recibieron castigo y lo validan, nada menos que el 61,5% considera que las prácticas positivas y también las violentas son efectivas, en comparación con las personas que recibieron castigos siendo niños pero no los validan siendo adultos (43,7%) y quienes no fueron castigados durante su infancia (44,4%). A su vez, el 49% de aquellos que provienen de hogares biparentales estima que ambos tipos de prácticas son efectivas, porcentaje que disminuye a 42% en el caso de las personas de familias monoparentales.
El trabajo de campo de la investigación fue llevado a cabo entre noviembre de 2020 y enero de 2021, e incluyó aspectos cualitativos y cuantitativos, a través de más de cuatro mil encuestas, 82 entrevistas y 13 grupos focales, entre adultos de diferentes edades y estratos sociales que conviven con niños y adolescentes, entre cero y 17 años.
“Los avances en lo legislativo también pueden haber influido en eso (en los cambios sociales respecto de la violencia contra menores), en ser más conscientes y de visibilizar a los niños como un individuo porque (…) creo, esto que todo ahora tiene nombre, claro, el bullying ahora es conocido como bullying, está penalizado, los colegios, si no lo denuncian tienen, no sé, como responsabilidad legal detrás. Entonces, lo mismo, no sé poh, en ámbitos de discriminación. Yo creo que también ha influido en aportar en positivo para eso”, dijo una mujer de estrato socioeconómico alto, citada por el estudio.
Violencia psicológica
Por otro lado, en cuanto a los castigos psicológicos al que son sometidos muchos niños y niñas, la mitad de los encuestados declaró estar en contra, mientras que un tercio (33%) se manifestó con ambivalencia, es decir, en pro y en contra. Además, el 14% se mostró completamente a favor de los castigos psicológicos.
Entre las mujeres, el 52% se opone a este tipo de prácticas, mientras que entre los hombres ese porcentaje baja a 41%. Sin embargo, esto se invierte en el caso de las actitudes a favor de los castigos sicológicos, con el 19% de los hombres completamente de acuerdo y el 12% de las mujeres en esa línea. Estas personas, de acuerdo con el estudio, “están de acuerdo con que levantarles la voz o gritarles ocasionalmente los hace más obedientes y que los padres que no castigan a niños cuando se portan mal son malos padres”.
“Es preocupante la ambivalencia que muestran los cuidadores hacia la violencia psicológica, que muchas veces no condenen o reconozcan la violencia psicológica como dañina. Por ello, hay que promover más conocimiento y concientización sobre sus formas, impactos y consecuencias negativas”, dice Palazzo.
Al igual que en el caso de la violencia física, en el maltrato sicológico hay matices entre quienes fueron sometidos a esas prácticas durante sus respectivas infancias y quienes no. Entre los cuidadores que recibieron castigos físicos durante sus infancias y lo justifican, existen actitudes ambivalentes y a favor de los castigos psicológicos. Así, entre este segmento, el 44,9% manifestó que ve pros y contras en este tipo de práctica, mientras que el 21,8% lo valida completamente. A su vez, entre quienes recibieron castigos siendo niños, pero no validan esa práctica, el 55% de manifestó en contra de cualquier tipo de castigo psicológico, el 30,7% ambivalente y el 11,9% lo valida.
En cuanto a la prevalencia de castigos violentos, el 41% de quienes recibieron algún tipo de castigo físico durante su infancia valida los métodos violentos físicos y psicológicos contra menores de edad.
“La tendencia de que las mujeres utilizan más métodos de disciplina violentos está relacionada con la falta de apoyo en el cuidado de los hijos e hijas y, por lo tanto, una baja satisfacción en este rol parental, lo que es un factor de riesgo para la violencia”.
Ludmila Palazzo, Unicef.
“Decidí entender que estaba repitiendo los patrones porque, en el fondo, era lo que me habían enseñado y todavía me quedan algunas conductas de ese tipo, o sea, más punitivas, no sé, enojarme y cuando estoy alzando la voz hacerme consciente. Traté de cambiar a base de pura conciencia no más, porque esto fue… imagínate que me quedé sola con tres niños, yo soy del sur, estoy viviendo en Santiago. Entonces esa fue mi experiencia, pero quizás hay mamás o papás que les ha tocado estar solos y que en su experiencia están replicando el contexto que ellos tuvieron y que en algún minuto quizás van a vivir para poder hacerse conscientes y hacerlo mejor, porque queremos que las nuevas generaciones sean mejores”, contó una mujer de nivel socio económico medio, citada por la investigación.
“Son las cuidadoras mujeres quienes implementan en mayor medida prácticas violentas de disciplina, y los/as cuidadores/as que tienen entre 30 y 49 años ejercen mayor violencia psicológica y general (la suma entre violencia física y psicológica)”, concluye el estudio. “La tendencia de que las mujeres utilizan más métodos de disciplina violentos está relacionada con la falta de apoyo en el cuidado de los hijos e hijas y, por lo tanto, una baja satisfacción en este rol parental, lo que es un factor de riesgo para la violencia. Esto significa que los programas de apoyo a la crianza deben enfocarse en esta población que tiene menos apoyo en la crianza, como las familias monoparentales o que un cuidador lleva una carga significativamente mayor”, dice Palazzo.
En cuanto a la edad de los niños, niñas o adolescentes, “sobresale que el grupo de entre cuatro y 13 años es el que está más sometido a violencia psicológica y general”, sostiene el estudio.
Apoyo en la crianza
¿Algún factor protector frente a la práctica de castigos violentos? Según la investigación de Unicef, “el apoyo en la crianza es muy relevante (…) frente al ejercicio de la violencia en contra de la niñez. Los cuidadores que tienen a alguien en el hogar que los apoye en el cuidado de los niños, niñas o adolescentes presentan menor prevalencia de violencia psicológica (19,3%) y general (22,7%), al igual que aquellos que tienen a alguien con quien hablar de crianza en el mismo hogar (22,5% de violencia psicológica y 25,4% general). Asimismo, entre quienes cuentan con otro adulto responsable en el hogar, un 23% presenta prevalencia de violencia psicológica, versus un 29,6% entre aquellos que no cuentan con este apoyo”.
“Es un punto muy positivo el conocimiento de los derechos por parte de los cuidadores, y también la sanción social, pero lo más importante que revela el estudio es que, a pesar de este conocimiento y sanción, a los cuidadores les faltan conocimientos de herramientas de disciplina positiva y alternativas de apoyo a la crianza”, señala Palazzo. “Ciertamente, los niños, niñas y adolescentes están más conscientes de sus derechos, pero en este estudio se puede evidenciar un cambio cultural generacional en donde los cuidadores más jóvenes presentan en un mayor porcentaje actitudes en contra del castigo psicológico”, concluye la experta de Unicef.
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