Fue presidente de Evópoli cuando se originó el primer acuerdo constitucional durante el estallido social, le tocó integrar la fallida Convención, cuando la izquierda impuso su mayoría, y ahora no esconde su decepción con el resultado de este segundo proceso constituyente. Hernán Larraín Matte apunta al Partido Republicano como el principal responsable del fracaso del “A favor” y emplaza a Chile Vamos a reflexionar al respecto y enmendar el rumbo. De lo contrario, advierte que la coalición, de la cual forma parte, está destinada a su fin.
Antes que concluyera el proceso adhirió, junto a otros, a una declaración llamando a llegar a un acuerdo amplio en el texto. Eso no pasó e igual votó “A favor”. ¿Por qué?
Como muchos, hicimos un análisis del texto y en mi opinión había cosas muy valiosas: avances sustantivos en materia de sistema político, en materia de modernización del Estado y empleo público. Todo aquello hizo que para muchos fuera valioso aprobar, a pesar de que, efectivamente, tenemos la convicción de que las constituciones deben ser textos de consenso y eso lamentablemente no ocurrió.
Ya que eso no ocurrió, ¿se arrepiente de haber votado “A favor”?
En el proceso varios advertimos que el camino que estaba tomando el Consejo era equivocado, que la estrategia de republicanos de sumar 400 enmiendas, las cuales se suponía eran muy populares -como las contribuciones-, y poner en duda el aborto en tres causales eran errores graves. Y también hacer del plebiscito, no una evaluación de la ciudadanía al texto, sino un juicio al gobierno de Boric. Todo fue un grave error.
Pero Chile Vamos se plegó al texto y al relato de campaña. ¿Cuál es la autocrítica de ustedes?
Vamos por parte. Aquí hay responsabilidades en este proceso en particular, porque en el fondo venimos saliendo de un doble fracaso constitucional. En el primero la responsabilidad recayó en las izquierdas y este, en las derechas. Si hay que analizar las responsabilidades, al primero que hay que analizar es al Partido Republicano, que tenía la mayoría.
¿Solo ellos son los responsables?
Ellos pusieron sus términos, creyeron que luego de la elección Chile se había transformado en un país republicano. Y optaron por un texto no de consenso, y esta idea de hacer un proceso adversarial. Y eso fracasó. Y ahí radican los principales responsables. Por supuesto que Chile Vamos tiene responsabilidad. Teníamos 11 votos, con los cuales podíamos haber hecho una negociación y se renunció a nuestras convicciones. Y habrá que preguntarse por qué se hizo eso.
¿A qué lo atribuye?
Mi impresión es que hay dos explicaciones. Una que es política, y es que hay una parte de Chile Vamos que ve en los republicanos a un aliado. Y eso es una grave ingenuidad, porque el proyecto de republicanos es hegemónico y viene a reemplazar a Chile Vamos. No están buscando socios, no están buscando aliados, vienen a reemplazarnos. Y esto es lo mismo que el Frente Amplio con el Socialismo Democrático. Lo que me llama mucho la atención es que algunos quieran asociarse con aquellos que quieren reemplazarte. Y, la segunda razón, es electoral. Y es que frente al temor de la competencia total se optó por ser obedientes a la estrategia del Partido Republicano. Grave error, porque perdimos identidad, perdimos la elección y habrá que ver qué va a pasar con una negociación que está abierta.
¿Cree que hicieron lo suficiente como Chile Vamos?
Hicimos todo lo que pudimos. Levantamos la voz y, sin embargo, encontramos a un grupo de personas absolutamente cerradas y que demostraron que estaban muy equivocadas. Chile Vamos, y en particular Evópoli, demostraron lealtad y disciplina hasta el final. El Partido Republicano no puede decir lo mismo: tuvieron renuncias, grupos que apoyaron el “En contra” y peleas.
En republicanos transmiten que Chile Vamos no se movilizó lo suficiente y que Evelyn Matthei se incorporó tarde a la campaña.
Respecto de Luis Silva y su crítica a Evelyn Matthei, los hechos han demostrado que Luis Silva no fue un consejero que colaborara para que esto terminara bien. Yo creo que nosotros cumplimos.
¿Por qué cree que la derecha no aprendió de la fallida Convención y cometió el mismo error de dejar a un sector fuera?
Yo participé en la primera Convención, y hay diferencias muy importantes entre el primero y el segundo proceso. En el primero hubo una exclusión y una serie de formas extraordinariamente poco republicanas y democráticas. En este segundo proceso, del cual podemos discutir muchas materias, se cuidaron las formas y hubo diálogo.
Pero se dejó fuera a un sector.
En eso estoy de acuerdo, en que ambos procesos fallaron en lograr un texto de consenso.
Dice que es momento de reflexionar sobre las responsabilidades. Sin embargo, en las directivas de Chile Vamos acordaron no cuestionar a los republicanos. ¿Le parece bien?
Aquí hay más bien un acuerdo por no abordar este fallido proceso. Yo me niego, me parece una irresponsabilidad y que hay una falta de carácter.
¿Falta de carácter de los presidentes de partidos?
La dirigencia que acordó que de este tema no se habla. Me llama mucho la atención con cuánta pasión la oposición exige la renuncia a Carlos Montes por el caso convenios. Sin embargo, respecto de la derrota del domingo, no hay responsabilidades. Es inconsistente. El jefe de bancada del Partido Republicano, a propósito de distintas críticas, amenazó con que si seguían las críticas, esto iba a tener efectos en la negociación electoral. Esa amenaza es impresentable.
¿Y no ve consecuencias? Algunos creen que si adoptan una postura dura con republicanos se verán perjudicados.
Lo importante es hacer una verdadera distinción. ¿Son lo mismo el Partido Republicano y Chile Vamos? Hay personas en Chile Vamos que dicen que somos de la misma familia, y habemos algunos que creemos que son proyectos políticos distintos. Tú puedes negociar pactos por omisión siendo proyectos políticos distintos, pero no con una lógica de asimilación. Chile Vamos, a pesar de que fuimos un vagón de cola y perdimos toda identidad, deberíamos aprender esa lección, de que en esa vía no hay mucho que ganar.
¿Y cuáles son las grandes diferencias con republicanos? Algunos dicen que ellos no entregan gobernabilidad.
Somos dos proyectos distintos. El Partido Republicano es un proyecto personalista. Se construyó en torno a un líder y su carrera presidencial. Chile Vamos es un proyecto colectivo. Es una coalición que tiene tres partidos y experiencia en gobernar. El Partido Republicano es inexperto e inepto políticamente. Lo acaba de demostrar. Republicanos es un proyecto que entiende la política de manera adversarial. Hay amigos y enemigos. Hay buenos y malos. Donde un republicano ve a un enemigo, nosotros vemos a un adversario. Son formas distintas de entender la política.
Para lo que viene, ¿cuánto les pesará haber sido “vagón de cola”?
Espero que sea un aprendizaje de lo que no hay que hacer. Espero que haya una conversación genuina, de largo plazo, para que comprendamos que la asimilación con los republicanos es el camino al fin de Chile Vamos. La asimilación es un proceso para terminar en el lugar de quien te tiene secuestrado. En cambio, si el elector de derecha ve dos proyectos nítidos, va a poder elegir. Y algo aprendido sobre el Partido Republicano, además de que son inexpertos políticamente, es que es un proyecto político que tiene techo.
¿Cree que José Antonio Kast tiene techo electoral?
Ellos demostraron, teniendo esa mayoría, que la conducción y los contenidos que nos hicieron votar terminaron en un proceso que fracasó. Y si uno ve los hechos, uno va a ver que José Antonio Kast obtuvo un 45% en la segunda vuelta presidencial, con voto voluntario, y luego, en este plebiscito, se obtuvo un 45% con voto obligatorio. Y en ambos tenemos datos que materias como el aborto en tres causales, los derechos de las mujeres, y otras materias que, entre comillas, podemos llamar culturales o identitarias, le están poniendo un techo al proyecto de Kast. Por la historia electoral de Kast hoy sabemos que no tiene opciones de ganar en segunda vuelta por su bajo apoyo en mujeres y jóvenes. Chile Vamos tiene una gran responsabilidad: llevar una carta que asegure que el pésimo gobierno actual no tendrá continuidad.
¿Y qué debería hacer Chile Vamos para diferenciarse?
Chile Vamos tiene que preguntarse si en los más de dos años de gobierno del Presidente Boric va a jugar en la lógica de republicanos y, por tanto, le va a negar la sal y el agua al gobierno en todas las reformas. A principios de semana dirigentes de Chile Vamos dijeron que el gobierno no cuenta con ningún voto para las reformas. Para eso está el Partido Republicano que le gusta el statu quo. Chile Vamos, en mi opinión, tiene que abrirse desde sus convicciones de forma muy nítida a negociar con el gobierno. Y movilizar reformas que permitan al país avanzar y que le demuestren al país quién da gobernabilidad y quién no la da.
¿Aunque eso implique ceder en algunas convicciones?
Chile Vamos lo que tiene que hacer en vez de decir que no hay ningún voto para nada, es hacer contrapropuestas. Eso es lo que hace un proyecto democrático.
Respecto a las alianzas políticas y electorales, ¿dónde debería situarse Chile Vamos? Evópoli está en conversaciones con Amarillos y Demócratas para ir juntos en lista de concejales.
Podemos abrirnos a hacer cosas con Amarillos y con Demócratas, y se podrán hacer pactos de omisión con republicanos. Eso me parece de total racionalidad. Pero partiendo de la base de que somos proyectos distintos.
¿Chile Vamos debería continuar como coalición o buscar una alianza nueva con los partidos de centro?
Somos una coalición. Y yo creo que estos tres partidos tienen una historia, liderazgos, experiencia y muchas cosas en común valiosas.