Rosi Marmorales (24) trabaja ofreciendo planes de celulares desde hace siete meses en la Estación La Cisterna del Metro. Trabaja de 9.00 a 18.00. Desde su pequeño cubículo, ubicado a un costado de los andenes de la Línea 2, dice presenciar a diario todo tipo de delitos e incivilidades.
Cuenta que es común que llegue gente a descargar sus necesidades fisiológicas, tanto por la tarde como por la mañana. En una pared, en una esquina, en el andén. La mayor parte de las instancias son personas en situación de calle o gente que busca hacerlo por diversión.
“La gran parte de las veces se tapan los rostros para no ser identificados o incluso hay personas que les da lo mismo. La gente no interviene, no quieren meterse en peleas”, relata.
Otras situaciones conflictivas se originan cuando los vendedores ambulantes saltan los torniquetes y la seguridad, y estiran un paño en el suelo donde ubican todo tipo de comida u objetos para vender. Los guardias los salen persiguiendo y ahí es cuando comienza el juego del gato y el ratón.
La alta evasión del transporte público y el aumento de los vendedores ambulantes es un fenómeno en alza desde el estallido social. Su notable aumento ha sido preocupación por parte de autoridades y de los más de dos millones de usuarios que a diario transitan a bordo de las 136 estaciones que componen la red de Metro de la Región Metropolitana.
Y en ese contexto, saltar los torniquetes es una acción que también ha crecido. En el primer semestre de 2022, el 40% de los usuarios de los buses Red evadió su pasaje.
En Metro, según el presidente de la institución, Guillermo Muñoz, también ha presentado un alza sostenida, la que, según Muñoz “no es un porcentaje significativo”. La última medición por parte de la empresa en 2021 dio cuenta de una evasión de 0,3%, la que subió a 0,6% en 2022.
Con todo, el pasado martes el ministro de Transportes y Telecomunicaciones (MTT), Juan Carlos Muñoz, junto al presidente de Metro, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, y la delegada presidencial, Constanza Martínez, presentaron el Plan de Seguridad Operacional de este año, que busca reforzar la seguridad del tren subterráneo.
¿Uno de los ejes más importantes? El denominado copamiento de seguridad, que tendrá 15 estaciones priorizadas con carabineros y guardias tácticos. Este último es un nuevo grupo instalado por Metro que tiene el objetivo de evitar la evasión y restringir el comercio ambulante en las estaciones más críticas de la red, las que en una primera etapa corresponden a Estación Central y La Cisterna.
En estas últimas dos se han ubicado los guardias tácticos u “hombres de negro”, apodo que les dieron los usuarios. Ubicados en parejas en las entradas y salidas, los hombres mantienen una postura rígida, casi incorregible. Sus ojos van de izquierda a derecha, observando, mientras sus manos se ubican firmemente sobre su chaleco antibalas o su espalda. De sus bocas, en tanto, solo se escuchan monosílabos: “sí”, “no”, “cuidado”, “rápido”, “pase”, se oye en una breve caminata por una de las estaciones intervenidas.
Muñoz sostiene que la red de transporte público ya contaba con vigilantes de seguridad, además de guardias externos. Estos últimos, incluso, premunidos de elementos para poder controlar a los más violentos.
La idea de poder integrar a los nuevos guardias tácticos se debió a la necesidad de contar con mayor presencia de seguridad en las estaciones más complejas en cuanto a “delincuencia e incivilidades y a toda hora”, dicen desde la empresa.
“Nosotros entendemos que Carabineros está solicitado para muchas labores dentro de la RM y que no dan abasto para atender sólo la red de Metro. Es por eso que buscamos por nuestros medios reforzar la seguridad con nuevos guardias, con la diferencia de que estos cuentan con un perfil distinto, con mayor presencia táctica y entrenamiento”, explicó Muñoz.
Presencia imponente
Los 48 guardias tácticos que se integraron el miércoles pasado a la red cuentan con curso OS10 y capacitaciones especializadas, además de elementos de protección personal con el fin de evitar la evasión, controlar el comercio ambulante y hacer frente a delincuentes.
Fueron contratados para actuar de forma preventiva y bajo presencia. Es decir, pese a que cuentan con esposas y bastones retráctiles, no cuentan con atribuciones para detener ni multar a las personas, en el caso de que la situación se torne grave y lo requiera.
“Si llegasen a encontrarse con un delito in fraganti ellos pueden inmovilizar a las personas y las retienen hasta que Carabineros llegue y actúe en el lugar”, explica Muñoz.
Camila López (35) ya los ha visto en acción. La vendedora de Estación Central sostiene que desde su llegada el ambiente en los accesos ha reflejado mayor control: las personas ya no saltan los torniquetes ni tampoco ingresan por las puertas de salida hacia los vagones.
“Las personas los ven en la entrada y casi se intimidan. Les da miedo. Ven sus armas y sus elementos de protección y eso los obliga a pagar los pasajes”, relata López.
Eso sí, afirma que ese pequeño “enfrentamiento” entre guardia y usuario genera tensión en el ambiente. “No sabes qué va a pasar. Si se van a pelear, si habrá balazos, es una pequeña interacción que da miedo”, recalca.
Uno de esos escenarios violentos se dio un día después de que los guardias se instalasen en la misma Estación Central. Un grupo de guardias tácticos fue atacado a patadas por un grupo de vendedores ambulantes, luego de que estos fueran sorprendidos por los guardias por estar evadiendo el pago del pasaje. Tras ese breve conato, el grupo evasor se dio a la fuga.
“Estos guardias van a jugar un rol más bien disuasivo ante una situación mayor como esta. De todos modos, su actuar puede servir frente a los llamados evasores de oportunidad y que al ver la presencia de este tipo de guardias pueden evitar que lleven a cabo su conducta. Evidentemente, una persona violenta va a evadir de todos modos”, sostiene Franco Basso, académico de Ingeniería Industrial de la Universidad Católica de Valparaíso y experto en transportes.
El presidente de Metro sostiene que la medida ha funcionado bien durante las dos primeras semanas, entregando mayor seguridad a los usuarios. “Ese es nuestro objetivo y principal desafío como empresa. Sabemos que este no es un trabajo fácil, mucho menos erradicar el comercio ambulante que tiene componentes más complejos. Aun así, seguiremos midiendo esta alternativa para mejorarla”, cierra Muñoz.