El sepulturero de Bombay, Sayyed Munir Kamruddin, asegura que él y sus colegas están trabajando sin descanso para enterrar a las víctimas de la pandemia en esa ciudad de India. “No le tengo miedo al Covid, he trabajado con valentía. Se trata de valentía, no de miedo”, relató el hombre de 52 años a Reuters. “Este es nuestro único trabajo. Recibir el cuerpo, sacarlo de la ambulancia y luego enterrarlo”.

Mientras Sayyed trabaja casi las 24 horas del día enterrando a los muertos por el coronavirus y cientos más son incinerados en piras improvisadas en parques y estacionamientos, el Covid-19 parece ensañarse cada vez más con India, que se consolida como epicentro global de la pandemia. El gigante de Asia del Sur, el segundo país más poblado de mundo con casi 1.400 millones de habitantes, superó ayer los 18,9 millones de contagios tras otro récord mundial de casos diarios: 386.452. India registró el jueves mayor número de decesos en una sola jornada desde el inicio de la pandemia: 3.645. El país ya suma más de 209 mil muertos producto del Covid-19.

Un asistente de Sayyed Munir Kamruddin, un sepulturero, prepara una tumba para los entierros de víctimas del Covid-19 en un cementerio en Bombay, el miércoles. Foto: Reuters

Hari Seshasayee, residente en Bombay e investigador del Woodrow Wilson Center, dice a La Tercera que se trata de “la crisis más grande que el país ha enfrentado en el siglo XXI”. “Las debilidades del sistema de salud y la mala gobernanza han sido expuestos por esta pandemia”, se lamenta.

Como residente del estado de Maharashtra, Seshasayee se encuentra en cuarentena desde el 4 de abril, al igual que varios otros estados del país, asegura. Pese a ello, reconoce, “la gente está traumatizada ahora”. “Ya muchas personas no quieren salir por miedo al Covid. Otros que tienen familia y amigos luchando contra el virus están corriendo buscando hospitales y medicinas”, comenta. “India y los indios se encuentran hoy en una posición extremadamente vulnerable”, resume.

“Incluso los números que estamos viendo, de 350.000 casos de Covid al día, están subreportados porque no tenemos suficientes pruebas”, denuncia Seshasayee. Incluso, dice que, “según investigaciones de múltiples periódicos, los números de muertes en crematorios es entre tres y 100 veces mayor que los datos oficiales reportados”.

Zarir Udwadia, investigador en medicina pulmonar del Centro de Investigación Médica y Hospital Hinduja en Bombay, tiene un diagnóstico similar. “(La pandemia) está fuera de control”, comenta a La Tercera. A su juicio, la crítica situación que enfrenta hoy India “refleja la falta de perspicacia política de nuestros líderes y expone la falta crónica de financiamiento en la salud pública durante décadas”.

Familiares con equipo de protección personal ofrecen oraciones fúnebres frente al cuerpo de una víctima del Covid-19 antes del entierro en un cementerio en Nueva Delhi. Foto: AFP

¿Pero cómo llegó India a esta crisis? Lancelot Pinto, neumólogo consultor en el Hospital Hinduja en Bombay, apunta al comportamiento de la gente. “Nos tranquilizó falsamente la falta de los peaks que se predijeron después de la temporada navideña y realmente creímos que lo peor ya había pasado. Esto conduce a una flexibilización de las normas para reuniones sociales, matrimonios, centros comerciales, restaurantes y lleva a un comportamiento universal de alto riesgo. Los individuos, fatigados por los encierros prolongados, socializaron en mucha mayor medida. Ahora estamos pagando el precio por ese exceso de confianza y flexibilización de las normas”, explica a La Tercera.

“Este gobierno central ha tomado algunas decisiones muy malas”, critica Seshasayee. “Hubo grandes mítines de las campañas electorales, reuniones religiosas como el Kumbh Mela (donde se reunieron más que 3,5 millones de personas) y desde diciembre 2020 rechazaron a todas las empresas extranjeras que querían vender vacunas a India”, dice. Y agrega: “Esta segunda ola no fue una sorpresa. Incluso un comité del Parlamento publicó un documento en noviembre pasado diciendo que necesitábamos incrementar la capacidad en hospitales y en oxígeno para prepararnos mejor para una segunda ola en 2021”.

Pinto también responsabiliza a las nuevas variantes del virus. “La B.1.617, a la que se alude como una variante de “doble mutante”, parece estar impulsando el actual aumento en India”, señala. “Esta variante es mucho más contagiosa. Eso es evidente para todos los médicos que atienden a estos pacientes”, añade Udwadia.

Un guardia de seguridad privado fuera de un centro de vacunación en Bombay. Foto: Reuters

Y el experto aporta más detalles al respecto. “Lamentablemente y vergonzosamente, India ha genotipificado a menos del 0,1% de su población. Por tanto, no estamos seguros de cuáles son las variantes circulantes. Sin embargo, sobre la base de la secuenciación limitada que hemos realizado, se siente que la cepa dominante es la variante B.1.617”, comenta a este medio.

Pese al sombrío panorama, Pinto reconoce que “se están realizando enormes esfuerzos para detener el aumento actual” de la crisis sanitaria. En ese sentido, destaca el apoyo internacional que ha recibido India en forma de plantas de generación de oxígeno, ventiladores y otros suministros médicos. “La red ferroviaria de India se está utilizando para transportar oxígeno a lugares que lo necesiten. Los hoteles se han convertido en instalaciones de salud improvisadas, y se está intentando una rápida ampliación de la atención médica a gran escala”, detalla. “Con suerte, todos estos esfuerzos darán sus frutos”, agrega.

Por ello, el neumólogo es optimista. “La ciudad de Bombay, donde trabajo, se ha visto muy afectada, pero está mostrando signos de desaceleración de la infección, y si esta tendencia persiste, nuestros servicios de salud podrán hacer frente mejor”, afirma. Seshasayee, por su parte, apuesta a que la crisis se revierta en la medida que avance la vacunación. “Después del 1 de mayo todos los mayores de 18 años se pueden vacunar, así que se espera que las cosas mejoren cuando más gente se inocule”, concluye.