El 3 de marzo de 2012 Daniel Zamudio fue encontrado moribundo, a las cuatro de la madrugada por un guardia en el Parque San Borja de Santiago. Su pecho y estómago tenían cortes en forma de esvástica y quemaduras de cigarros. Las seis horas de torturas a las que lo habían sometido Alejandro Angulo, Patricio Ahumada, Raúl López y Fabián Mora lo dejaron inconsciente. Veinticuatro días después, Daniel Zamudio murió en la ex Posta Central. El crimen homofóbico del joven de 24 años marcó un hito en la legislación chilena al dar vida a la primera ley antidiscriminación -conocida como Ley Zamudio, que sanciona penalmente a quienes cometen este tipo de actos de odio - y abrió una discusión sobre la forma en que la sociedad aborda los derechos de las diversidades sexuales. Además, impulsó a su familia a crear una fundación para crear conciencia sobre la comunidad LBGTI+.
A 10 años de la muerte de su hijo, Iván Zamudio hace un alto en sus labores como albañil para reflexionar sobre la marca que dejó el asesinato del joven.
Una década después ¿Ha podido hacer el luto?
Nosotros no pudimos vivir el luto al principio, porque se nos acercaba mucha gente y nosotros lo permitíamos porque queríamos concientizar lo que le había pasado a Daniel. Yo creo que en el segundo año ya empezamos a vivir el luto, y lo vivimos con la misma fortaleza que habíamos tenido en otras ocasiones como cuando murió nuestro segundo hijo, Ángelo, a los tres meses de vida. Después de eso sentí que teníamos que tener otro cabro al toque, y ahí nació Daniel. A veces pienso que fue como reemplazar a un hijo que murió y llamamos a otro, y quizás Daniel no estaba para que llegara tan luego.
¿Cuánto ha cambiado usted en este tiempo?
Yo creo que como persona sigo siendo la misma, pero con otra mentalidad. He ido saliendo de todos los malos ratos, me ha ido bien y he logrado mantener mi vida más o menos tranquila, sin altos ni bajos. He adquirido una experiencia tremenda, he conocido personas con las que he aprendido un montón sobre diversidad sexual y estoy comprometido con eso. Se me ha abierto la puerta de muchas cosas.
¿Ha podido encontrarle sentido a lo que le pasó a su hijo?
Yo soy de las personas que dicen: “por algo pasan las cosas”. Todo lo que ha pasado en el mundo, las guerras, los asesinatos, los robos, todo pasa por algo. Yo creo que es así: si la muerte de Daniel significó que la mente de la gente cambiara, la mente del Estado cambiara, fue por algo. Todas las leyes que favorecen a las personas se han aplicado porque pasó algo feo, o sea, todo mal es para bien.
¿Y cómo cree que ha cambiado el país en estos 10 años?
El país ha cambiado para bien. Se ha tomado en cuenta a la comunidad LGBTI+, se les hace participar, hay gente que representa a la comunidad en la Convención, en la Cámara, y en los municipios.
¿Cómo toma que lo que ocurrió a su hijo se convirtiera en el símbolo de una causa?
No teníamos idea de lo grandioso que fue el tema de Daniel. Ya después cuando murió Daniel empezamos a darnos cuenta, de ahí vimos la repercusión que hubo a nivel nacional y mundial. Nos empezaron a llegar cartas incluso de Movilh, de gente que nos apañaba, de muchos lados y de muchos países. Y hoy muchas organizaciones siguen mostrando la fotografía de Daniel para concientizar. Esto no se olvida: Daniel va ser parte de la historia de Chile siempre. Voy a estar muerto y la ley va a seguir llamándose Zamudio.
Se han hecho 500 denuncias desde que se promulgó la ley ¿Eso ha marcado la diferencia?
Con todo lo que ha pasado en estos 10 años, todas las leyes que se han propuesto, y políticas públicas respecto al tema, todo ha sido bueno. La ley antidiscriminación salió por lo que le pasó a Daniel, obviamente que faltan agravantes para que sea más condenable el tipo que haga un ataque en contra de un joven. Ese tipo de leyes son las que tienen que seguir avanzando.
No hay perdón
Mientras Daniel se encontraba en coma, el 10 de marzo, el fiscal encargado del caso, Ernesto Vásquez, solicitó prisión preventiva para los cuatro involucrados en el ataque. Luego de la muerte de Daniel, el delito pasó de tipificarse como homicidio frustrado a homicidio calificado, se encontró culpables a los cuatro participantes del ataque, definido por Vásquez como de “crueldad extrema”. Esa crueldad fue justamente la que Iván no quería que su ex mujer, Jacqueline Vera, escuchara en los detalles entregados durante el juicio.
¿Cómo fue para su familia vivir ese momento?
Por supuesto siempre apoyé a la mamá y a los hermanos de Daniel. Siempre estuvimos acompañados, fuimos para todos lados juntos, siempre estábamos pendientes, apañando y rezando. Durante todo el tiempo que pasó lo de Daniel nosotros estuvimos apoyándonos, pero después de como un año de la muerte de Daniel cada uno fue viviendo sus propias vidas.
Después de siete años de la muerte de su hijo, usted se reunió con uno de los condenados por su muerte, Fabián Mora ¿Por qué?
Yo hice esa cuestión por algo muy simple, porque ese cabrito tenía 19 años y yo soy papá, yo ya sabía su historia y ese cabrito fue el que más me inspiró confianza de que lo obligaron a estar ahí. Cuando terminó el juicio se supo que lo que le pasó a Daniel, y fue igual a como lo habló Fabián Mora. Él fue el que más ayudó para saber lo que realmente ocurrió. A él lo obligaron a pegarle a Daniel y en un momento intentó apoyarlo, pero después vinieron de vuelta los otros con los tragos y lo golpearon.
¿Confía en lo que dijo Fabián Mora en el juicio?
A diferencia de los otros acusados, a él, sin decir nada, le creí. Hubo uno en el juicio, que no me acuerdo el nombre, que nos pidió disculpas a la familia y no nos llegó, pero este cabro quedó como con una mueca, iba a decir algo y como que se paralizó, no sé qué le pasó y no pudo decir nada. Y con ese no poder decir nada, dijo muchas cosas. Fue un detalle que nunca se me olvidó. Cuando me llamó el canal de televisión para participar en ese encuentro, me costó harto aceptar, pero lo hice porque quería que entendiera que no hay perdón por parte mía, no hay perdón para ese cabro ni para los huevones que siguen encarcelados. Nunca.