Con el fin de reflexionar y avanzar en los desafíos del país desde una mirada internacional, la Universidad Andrés Bello inauguró esta semana el ciclo de encuentros “Diálogos Globales”, espacio de conversación para abordar temáticas en torno al valor de la democracia, la política, las relaciones internacionales, la economía, la educación, la ciencia y la cultura, entre otros, con invitados referentes y protagonistas en estas áreas.
En este primer conversatorio, moderado por la exsubsecretaria de Relaciones Exteriores y exco-agente de Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Carolina Valdivia, los invitados fueron los expresidentes de Chile y Bolivia, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Jaime Paz Zamora, respectivamente, quienes entablaron un diálogo sobre los desafíos y oportunidades en las relaciones bilaterales entre ambas naciones.
Durante su intervención, Paz Zamora (84), quien gobernó Bolivia entre 1989 y 1993, hizo un llamado a retomar y repotenciar las relaciones bilaterales entre los países vecinos, rotas a nivel diplomático desde 1978. “Yo quiero proponer aquí, no lo he hecho en Bolivia, es que no podemos perder más tiempo, bueno, es la hora de retomar las relaciones diplomáticas ya”. “Esto de tener relaciones es lo mínimo que se puede hacer, pero para eso hay que hacerlo sin condiciones”, retrucó Frei.
En conversación con La Tercera luego de este evento, Paz Zamora ahondó en su propuesta del restablecimiento de relaciones diplomáticas, así como en su evaluación del gobierno del actual Presidente de Bolivia, Luis Arce, así como en otros temas que marcan la agenda bilateral, entre ellos, el litio y la migración.
En marzo, el Presidente boliviano Luis Arce propuso una “nueva etapa” en las relaciones con Chile, con una agenda de siete puntos a tratar entre ambos países, que incluye la aspiración marítima de La Paz, la crisis migratoria y el litio, entre otros temas. ¿Cómo se entiende esta “nueva etapa”?
Bueno en realidad de nuevo no tiene nada, absolutamente nada. Diría que ha sido una especie de oportunismo del presidente que tenía que decir algo en el Día del Mar que celebramos en Bolivia el 28 de marzo y que apareció como generando una iniciativa, pero en la iniciativa no había nada nuevo, salvo la mención al litio que todavía está en veremos su explotación en Bolivia, pero que efectivamente es algo que nos obligará a coordinarnos en el futuro, porque hay litio en Chile, en Bolivia y en Argentina.
Pese al fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya de 2018, donde se establece que Chile no tiene obligación de negociar con Bolivia una salida soberana al mar, Arce abogó que “ambas partes puedan encontrar una solución a su controversia histórica”. ¿Cómo ve posible su planteamiento de integración fronteriza cuando aún subsisten este tipo de solicitudes por parte de La Paz?
El problema es que el mismo gobierno que cometió el error de La Haya es el que sigue gobernando en Bolivia, entonces de manera yo diría cínica, testaruda, toma un posicionamiento que no es necesariamente adecuado hasta el momento. O sea, si estamos de acuerdo que hoy hay una coyuntura internacional que nos lleva a unirnos y actuar en conjunto, ya haber planteado (el caso) en La Haya fue un error como la realidad lo mostró. Cuando nos invitaron a asistir a La Haya a todos los expresidentes yo no fui, porque no estaba de acuerdo. El MAS, el partido de gobierno, cometió el error histórico de plantearlo a comienzos del siglo XXI cuando ya la situación era muy distinta a la del siglo XIX, entonces para que persiste en esto.
En ese sentido, ¿usted cree que la causa marítima se sigue usando solamente con fines de campaña por parte del MAS?
No diría, en este momento, que de campaña, sino que se mantienen atornillados en algo que hicieron mal y no tienen el coraje de reconocer ante el pueblo boliviano que lo hicieron mal. Y que, por lo tanto, La Haya está ahí, nos guste o no nos guste. Bolivia tiene que replantear las cosas en el mejor de los sentidos para el país y para la época, para el momento. Entonces por eso digo que, por lo menos, ya no hablemos del mar, pero hablemos de negocios.
¿Considera que está dado el escenario en este momento para empezar un proceso restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países o no?
De los pueblos sí. Chile es el segundo país que más remesas en dólares manda a Bolivia, de los bolivianos que trabajan en Chile. Si el pueblo boliviano ya está de facto haciendo un proceso integrador en base a los negocios, en base al trabajo en territorio chileno y está enviando el dinero de retorno a Bolivia, ese casi es un mandato de lo que el pueblo boliviano quiere. Entonces, desde ese punto de vista, las cosas están maduras. Pero efectivamente, desde el punto de vista de lo que puede ser el accionar del actual gobierno, del actual régimen, no, porque cualquier acción conjunta beneficiosa boliviano-chilena hacia el futuro se tiene que basar necesariamente en la vigencia total, plena del sistema democrático y de sus instituciones, del Estado de Derecho en ambos países. Funcionando de un lado la democracia y del otro no, eso siempre va a ser algo disfuncional a cualquier iniciativa. Por eso digo que los pueblos están preparados. En Bolivia se necesita un cambio político, porque lo que hay es una involución democrática dramática, hay una especie de demolición sistemática de la democracia y de sus instituciones. Además, es absolutamente preocupante, porque no parece una casualidad, parece ser toda una visión. Los bolivianos tenemos que tratar de rectificar esto, ojalá lo podamos hacer dentro de dos años, en (las elecciones de) 2025, para que un nuevo sistema político, un nuevo gobierno, vea esta nueva realidad. No podemos perder más el tiempo, restablezcamos las relaciones, no podemos seguir como dos países que nadie los va a mover de ahí y que viven y duermen juntos, pero espalda con espalda y no hablan.
¿Entonces ve la posibilidad después de 2025, en el caso de que la oposición eventualmente llegue al poder, que el tema del mar no sea impedimento para restablecer relaciones entre ambos países?
Puede ser discutible, pero desmariticemos las relaciones boliviano-chilenas sin dejar de saber que el mar está ahí, pero desmariticemos y más bien hagamos la dominancia en los negocios, en los business. Por ahí de repente llegamos más pronto al mar que por cualquier otro lugar, porque los negocios son los negocios. Si el negocio sale interesante, Chile mismo va a querer que Bolivia esté ahí al medio metido en la costa, en la medida que eso signifique ganancias, recursos para Chile, para el norte chileno.
Usted hablaba de un proceso de demolición a la democracia en Bolivia. ¿Cómo califica la gestión de Arce?
Este proceso de demolición continúa y lo veo casi más sistemático. En la época de Evo Morales esta demolición parecía como más desordenada, han sistematizado la demolición. En realidad, hay un Parlamento que, fuera de aprobar las leyes que el Ejecutivo manda, no tiene otra función, no fiscaliza nada, no puede, no tiene capacidad de fiscalización, no le hacen caso, se ríen, lo insultan. Y hay un sistema judicial absolutamente en manos del Ejecutivo. De Evo a Arce la demolición se ha sistematizado.
¿Cómo lo ve la lucha entre Evo Morales y su delfín, Luis Arce, de cara a las elecciones de 2025? ¿Cómo se resuelve eso?
Yo no creo que se resuelva, porque es una pelea por el botín. El botín es uno solo. Entonces, es una neta pelea por este botín, que no solamente es de recursos, sino de poder. O sea, han creado un sistema de monopolio total de poder. Y se pelean por el control de ese.
¿Considera entonces que Arce logró despegarse de Morales con un liderazgo propio?
Sí. Arce es un tipo de personaje que tiene de alguna manera su mérito en un sentido, que estuvo como un gato sumiso en los brazos de Evo Morales, sirviéndolo fielmente durante 16 años. Y tan fiel era, y con la abundancia de recursos, de dólares que había, parecía que manejaba bien la economía (como ministro), que hace que Evo lo elija para salir de la crisis, que él mismo arma fugándose de Bolivia. Pero resulta que no había sido ningún gato. Había sido un zorro, que las tenía muy claras desde el primer momento. Entonces, el conflicto es real.
A la luz de la Asamblea Constituyente de Bolivia de 2006, ¿cuál es su mirada sobre el proceso constituyente en Chile?
Lo primero que yo admiro es la gran madurez finalmente que tiene el pueblo chileno. Sin lugar a dudas que el primer proyecto no era bueno. Yo como extranjero, mirando desde allá decía “no puede ser”. Además, se veían torpezas que se han hecho en Bolivia y que notoriamente no funcionan. Y que notoriamente perjudican y notoriamente van contra la unidad nacional.
¿Cómo qué cosas, por ejemplo?
Por ejemplo, el famoso concepto de lo plurinacional, que es muy bonito decirlo, pero cómo funciona. Ese tema en Bolivia nos generó una cantidad de problemas enormes. Hay otros más, pero tampoco quiero extenderme a esto, pero creo que este es el más notorio. Lo que me da tranquilidad es que el pueblo chileno finalmente, cuando acepte algo, va a aceptar algo que verdaderamente está equilibrado. Eso significa que de repente puede haber un rechazo más.