El entonces presidente del Senado Jaime Quintana (PPD) estaba en Lautaro cuando la tarde del 18 de octubre de 2019 vio por televisión las primeras imágenes del estallido social. Dos días después, estaba embarcado en un avión de carabineros para llegar a una reunión de análisis de todos los poderes del Estado a la que lo invitó el exministro del Interior Gonzalo Blumel.
Ambos, luego, serían protagonistas de las tratativas que desembocaron en el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución que el 15 de noviembre de 2019 firmaron todas las fuerzas políticas y que buscó una salida institucional a la crisis.
A dos años del estallido, ¿cree que ha cambiado el clima social y político?
El 18 de octubre de 2019 explotaron dos bombas que venían hace años dando luces de alerta. Una institucional y otra social. De la primera nos hicimos cargo como Congreso habilitando el proceso constituyente. El gobierno nunca lo hizo. Dos años después, el camino de diálogo sigue su curso.
Me imagino que ha escuchado los términos “octubrista” o “noviembrista”, ¿cuál lo identifica más?
Noviembre es fundamental, pero no hubiese sido posible sin la movilización ciudadana. O sea, cómo olvidar la marcha el 25 octubre. La política estuvo a la altura de los acontecimientos. Sin estallido no hubiese ocurrido nada de lo que ocurrió en el acuerdo.
¿Incluyendo la violencia?
Yo no la comparto, pero la violencia generó temor en la población y también en actores políticos y en las instituciones también, negarlo es un error cultural. Pero la violencia hizo lo suyo, sin justificarla. Pero prefiero quedarme con la foto de la marcha multitudinaria del 25 octubre.
¿A qué se refiere con “hizo lo suyo”? ¿Que generó un clima político para el acuerdo?
La violencia, por supuesto que generó condiciones para el acuerdo. Pero la violencia por sí sola no podía mover la aguja. Yo creo que lo que más logró provocar esos cambios fue la movilización pacífica.
Aún así, el clima de polarización no ha logrado ser neutralizado. ¿Es un déficit del proceso constitucional?
Hoy día tenemos un clima más polarizado de lo que teníamos en ese minuto. Tiene que ver con el calendario electoral tan recargado que hemos tenido en el último tiempo.
Hay quienes sostienen que tal vez fue un error haber firmado el acuerdo ese 15 de noviembre. ¿Qué le dice a ese segmento?
Chile no tenía otro derrotero posible. Hasta hoy tenemos tensiones y violencia que condenamos. Pero si esto hubiese sido más tempranamente el proceso se podría haber encauzado más fácilmente. Cuando asumimos la mesa del Senado el 13 de marzo con Alfonso de Urresti fuimos a conversar con el Presidente Piñera y le dijimos que retomara el proceso constituyente que la Presidenta Bachelet avanzó.
Si la UDI hubiese sabido que en la Convención no alcanzaría el tercio al que aspiraba, probablemente no hubiese firmado el acuerdo...
Hay arrepentidos y arrepentidos. Están los sectores políticos, sociales y empresariales de la derecha que dicen “¿por qué no hicimos esto antes? A esta altura ya estaría redactada la Constitución. Y está el mundo más ultra de la derecha que creía que iba a tener posibilidad de veto en la Convención que, claro, ahora está arrepentido, pero si seguimos ese razonamiento no llegamos a ningún lado.
¿No teme que se rechace la nueva Constitución en el plebiscito de salida?
De la derecha del Parlamento no he escuchado eso. Francamente no, yo creo que el país está retomando la confianza en la Convención.
Igual la Convención ha bajado su apoyo ciudadano...
Hay datos que muestran eso, pero es propio del intento de desacreditar su rol. Hay que dejarla tranquila.
Gabriel Boric fue protagonista del acuerdo del 15 de noviembre a contrapelo de su sector y del Partido Comunista, ¿cómo ve ese hecho de cara a su candidatura presidencial y considerando que usted apoya a Yasna Provoste ?
Boric es un buen liderazgo, pero la coalición que lo sostiene no es la más adecuada para este momento. Jamás he sido anticomunista, pero debo decir que este Partido Comunista es muy distinto al del segundo gobierno de Bachelet.
Acusación a Piñera
Una de las premisas del acuerdo era encauzar institucionalmente el estallido y también evitar que el mandato del Presidente Piñera se viera afectado. Hoy eso está otra vez en entredicho ante el intento de acusarlo constitucionalmente. ¿cómo cree que esto afecta el clima político?
Puede haber muchos motivos para acusar al Presidente con mayor o menor rigor jurídico... Él tiene mucha responsabilidad, porque fue refractario a los cambios. Incluso, había sectores de su coalición que estaban mucho más dispuestos que él a lo del 15 de noviembre.
¿No cree que una acusación constitucional pone en riesgo la institucional?
Piñera no cuidó el cargo que ostenta y, por lo tanto, hay un daño importante a la institución Presidencia de la República. Por eso hoy no se puede descartar cuál va a ser el resultado de la acusación constitucional en la Cámara de Diputados. Incluso, hay sectores de Chile Vamos que han manifestado dudas o estar en reflexión. Entonces es un gobierno que no tiene el control sobre su propia coalición. El Presidente Piñera perdió la brújula desde hace mucho tiempo. Incluso, si esa acusación constitucional se llegara a aprobar no sería una tragedia desde el punto de vista de la institucionalidad del país.
¿Tiene una decisión tomada?
No. Yo te decía que al Presidente se lo podría haber acusado de muchas cosas. Para mí lo más grave es haber abandonado la agenda social antes y después de la pandemia. No he visto a los diputados acusarlo por eso. Pero miraremos en su momento el libelo si llega acá. b