En Placilla (Región de O’Higgins) pasa sus vacaciones por estos días el senador electo y presidente de la UDI, Javier Macaya.

Pese al receso legislativo, ha estado atento a los artículos aprobados por el pleno de la Convención Constitucional -muchos de ellos, sin el apoyo del oficialismo-, y contactando a constituyentes del sector para analizar cómo se debe anticipar la coalición.

Esta semana se demostró que los 2/3 se pueden conseguir al margen de la derecha. ¿Cómo se debiera seguir?

Acá no sirven las campañas desde la derecha, que genera una especie de campaña del terror respecto de lo que está ocurriendo en la Convención. Lo que tiene que hacer la centroderecha es, con la mayor transparencia, entregar toda la información de las consecuencias de lo que está ocurriendo ahí, que las normas que se están aprobando van a afectar negativamente la vida de la ciudadanía. Porque es la ciudadanía la que tiene que movilizarse.

¿Está la derecha con las manos atadas para promover sus ideas?

Las peleas hay que seguir dándolas adentro y trabajar con la unidad que yo he visto. Además de tratar de sumar a personas que al interior de la Convención tengan claros los riesgos que supone aprobar un texto radical y refundacional. No basta solamente con la derecha, hay que buscar acuerdos y conversaciones con personas que lleguen a los 52 votos, que son un tercio de la Convención, para equilibrarla. Hasta que no se escriba la última línea de la Constituyente, la pelea hay que seguir dándola.

¿Ha hablado con los constituyentes sobre esto?

Sí. Primero, para transmitir empatía por el momento que se vive adentro. Es muy difícil ser un constituyente que defiende las ideas de la libertad, cuando estas ni siquiera son escuchadas ni debatidas.

Pronto se juntarán las directivas de Chile Vamos. ¿Hay un diagnóstico común en la coalición?

Sí, hay un diagnóstico como partido de lo que está ocurriendo hoy y también de que no puede ser la única solución lo que plantean algunos sectores, sin mayores propuestas adicionales, del rechazo de salida. No puede ser la única solución a todo el descalabro de lo que está ocurriendo apostar al plebiscito de salida. Porque, primero, todavía no hay un texto que aprobar. Segundo, hay una pelea que se tiene que seguir dando en la Convención. Y tercero, tenemos que ser capaces de mostrar propuestas y alternativas en caso de que el proyecto que redacte la Convención siga la lógica que ha imperado hasta el momento. Si la Convención sigue como hasta ahora, el rechazo no va a ser una consecuencia política por que se haga campaña por Chile Vamos, va a ser una consecuencia más ciudadana. Pero tiene que haber una alternativa arriba de la mesa con una nueva Constitución, porque está claro que el camino de la nueva Constitución ya comenzó. Eso es algo que se tiene que incluir exitosamente para darle estabilidad a nuestro país.

¿Sería un error entonces que la derecha se amarre al plebiscito de salida?

Trabajar por el rechazo pura y solamente está destinado al fracaso, porque sería trabajar para mantener una Constitución que los chilenos votaron para cambiar. Y hay que tener motivos para cambiarla, hay que tener nuevas propuestas en línea de lo que han dicho algunos constituyentes estos días. Además, no ayudaría a despejar la incertidumbre del país. El llamado, más que rechazar, tiene que ser a enmendar el rumbo en la Convención.

Algunos proponen una “tercera vía” como alternativa al rechazo.

Algunos han planteado que podría ser el texto que presentó la Presidenta Michelle Bachelet en marzo del 2018. Otros han planteado que se puede hacer algo con constitucionalistas de todos los sectores. Se ha escuchado también que si finalmente se rechaza, el Congreso retome su potestad constituyente.

¿Qué opción prefiere la UDI?

No tenemos una discusión sobre esto, porque todavía hay cosas que se tienen que cumplir al interior de la propia Convención.

¿En qué momento se podría comenzar a abrir la discusión hacia el rechazo?

Cuando tengamos visible un todo, el texto completo, orgánico, sistematizado y armónico. Nosotros vamos a esperar. Y quedan varios meses, estamos entrando a marzo y esto dura hasta julio.

¿Pero no hay un tema intransable para la UDI que motive a volcarse hacia el rechazo?

Cuando se escriba la última palabra de la Constitución, recién entonces definimos si vamos a aprobar o rechazar

¿Se anticiparon los convencionales al plantear estar en “estado de reflexión”?

Yo sé que hay algunos que quisieran que la derecha inmediatamente se quede en una trinchera que se llama rechazo, sin mayor contenido. Pero eso es justamente lo que ha hecho fracasar a este sector político en elecciones importantes en los últimos años. Tenemos que dotar de contenido a la etapa en la que estamos hoy.

¿Y la idea de algunos constituyentes de dejar sus cargos?

Lo he conversado con los constituyentes, al menos de la UDI, y no vislumbro eso. Abandonar algo para lo que se fue elegido democráticamente, aun cuando seas minoría, es algo que no está dentro del modo de actuar de los constituyentes de Chile Vamos.

Parlamentarios dicen que en el Congreso se podrá moderar lo que salga de la Convención con las leyes que sustenten sus artículos.

La Constitución es lo macro y lo micro son las leyes, y en el futuro un rol demasiado relevante le va a corresponder al Congreso.

¿Será una oportunidad para moderar el texto final?

El rol más importante de moderación lo tiene el presidente electo. El Gabriel Boric dialogante, que ha manifestado su disposición a hacer cambios graduales, es el que tiene la responsabilidad más importante de encauzar el proceso.

¿Ha hablado con el presidente electo de esto?

He tenido conversaciones con el presidente Boric y creo que él tiene un rol que cumplir en esto. Es una persona que está consciente de la importancia de este proceso. De hecho, el propio Giorgio Jackson señaló que esto era parte relevante para su gobierno y para el éxito de su administración. Sí, creo que tiene el rol de encauzar y llamar también a la racionalidad.

¿Qué discusiones venideras preocupan al sector?

Hoy hay un ánimo de algunas izquierdas que dominan la Convención y que también van a ocupar espacios estratégicos en el próximo gobierno, que tienen que ver con derogar el orden social y reemplazarlo por otro con resultados que son nefastos. La igualdad ante la ley, lo que significa tener una justicia distinta dependiendo del pueblo originario o la perspectiva de género. A partir de lo aprobado hasta el momento, me parece que son cosas que en términos genéricos pueden poner en riesgo la democracia representativa.

¿Comparte la tesis de Pablo Longueira de que si gana el rechazo se convoque a nuevos constituyentes para redactar una nueva Carta Magna?

Hay que esperar. Eso supone inmediatamente que ganó el rechazo, es anticiparse. En lo que sí puedo coincidir con Longueira, es que hay que tener alternativas, que no puede ser simplemente el rechazo una opción.

¿Mantener la Constitución actual si gana el rechazo no es opción?

La actual Constitución cumplió un ciclo y vamos a tener que tener un cauce institucional para dotar a Chile de una nueva Constitución para los próximos años.

En el pasado usted dijo tener esperanza de que ganara el Apruebo. ¿Cómo lo ve ahora?

Siempre sostuve que tenía la esperanza de que hubiese un proceso racional moderado, que le entregara a Chile un texto equilibrado. Si eso no ocurre, la consecuencia puede terminar siendo el rechazo. Pero ese rechazo no va a ser una consecuencia política. Va a ser una consecuencia ciudadana, si Chile se entera de lo que está ocurriendo en la Constituyente.

Esta semana hubo críticas cruzadas en la derecha de quienes estuvieron por el Rechazo a quienes apoyaron el Apruebo, a partir de las votaciones en el pleno. ¿Cómo cuidar la unidad?

Es importante que Chile Vamos y la derecha hagan el máximo esfuerzo de unidad y articulación. Me parece ridícula esa pelea. Tenemos dos grandes tareas por delante. Una, es tener una sola voz frente al proceso constitucional. Después, a partir del 11 de marzo, tener una sola voluntad como oposición.

¿Hace alguna autocrítica por el rol de la derecha en la Convención? Se critica falta de diálogo.

No, yo discrepo. Esto es matemática. Tiene que ver con la minoría. Además, la condición de minoría que tiene la derecha es relativa, porque si es que la ex Concertación sí hubiese tenido el coraje de desafiar a la izquierda radical y rechazar su excentricidad, probablemente formaría parte de una mayoría.

El Presidente Piñera criticó esta semana a la Convención. ¿Debiera abstenerse de opinar?

No, es el Presidente de la República. La Constituyente hoy día está opinando de todos los poderes. No me parece que él sea un actor inhabilitado.

Ahora que se termina su gobierno, ¿cómo queda el sector con él?

La historia va a juzgar a Piñera como un presidente que encabezó un gobierno que no pudo cumplir sus expectativas en materia de seguridad ciudadana y crecimiento económico, fundamentalmente por una izquierda radical que, por ejemplo, no fue capaz de apoyar una ley de inmigración o llegar a acuerdos. El Presidente va a ser juzgado por sacar adelante a Chile de la pandemia sanitaria. No fue capaz de cumplir su programa de gobierno por una responsabilidad, yo creo, mayoritaria de una izquierda absolutamente intransigente e intolerante.