La historia de los 33 mineros atrapados por 69 días a más de 700 metros de profundidad recorrió el mundo. Cientos de personas llegaron al área del derrumbe de la mina San José, en la Región de Atacama, mientras varios millones de televidentes, desde todo el mundo, fueron testigos del desenlace.
Pero tras la megaoperación de rescate, en octubre de 2010, el recuerdo se fue desvaneciendo. Las cámaras se fueron y los mineros migraron. Todos salvo uno: Jorge Galleguillos.
“Yo nunca abandoné el lugar. Desde 2011 en adelante fui cada vez que tenía tiempo;una o dos veces por semana. Más que todo viajaba para distraerme, por ir a ver el lugar donde casi pierdo la vida”, dice.
Galleguillos, quien trabajó por 30 años en el lugar, cuenta que la mina San José ocupa un lugar especial en su memoria: allí fueron sus inicios como minero, ahí estaba cuando le avisaron el nacimiento de su primer hijo, luego su nieto, y en el mismo lugar creyó que terminaría su días, tras el derrumbe del 5 de agosto de 2010.
Por eso, detalla, volver a recorrer el lugar le servía como distracción y para superar lo que había pasado.
En la zona se acostumbraron a verlo en el sector, distante a 75 kilómetros de su hogar, en Copiapó. “Me hice conocido por las autoridades y a veces me invitaban para saber cosas de la mina”, explica.
En forma espontánea, el hábito se convirtió en su nuevo trabajo. El lugar atraía regularmente a curiosos y visitantes, que se sorprendían de encontrar allí a uno de “los 33” disponible para responder preguntas y contar en primera persona lo ocurrido. Y tomarse fotos.
Así, en 2015 formalizó está labor y en 2017 asumió como guía, en una ceremonia a cargo de la Municipalidad de Caldera y el Servicio Nacional de Turismo.
En el lugar hay un centro interpretativo, con varias piezas audiovisuales que van desde fotografías de los mineros hasta videos del rescate y de cuando se recibió el conocido mensaje: “Estamos bien en el refugio los 33”. Además, se ofrece información sobre la operación San Lorenzo de las cápsulas Fénix.
También hay 33 banderas -32 chilenas y una boliviana- que representan a los mineros. Desde allí es posible ver la entrada de la mina, que quedó clausurada, y los sitios donde se construyeron los distintos sistemas para tomar contacto con los trabajadores durante el cautiverio.
Y en ese lugar, de miércoles a domingo, Galleguillos recibe a los visitantes, les explica la información, les cuenta la historia y resuelve sus dudas.
Quienes han hecho el tour, lo destacan: “Una gran experiencia relatada de primera mano por don Jorge Galleguillos, uno de los héroes sobrevivientes de esta tragedia con final feliz. Vale mucho la pena la visita”, detalla un usuario de Tripadvisor, donde el minero destaca por las buenas reseñas obtenidas.
El guía cuenta que la pandemia ha afectado el flujo actual de visitantes, pero que el verano previo llegó a atender a 100 personas por día. Estima, incluso, que a futuro podrían ser más.
Para las autoridades de la zona, la mina es clave para el turismo y la historia regional. Brunilda González, alcaldesa de Caldera, explica que “es un sello. La Región de Atacama es conocida por la riqueza paleontológica y geológica, y la mina San José forma parte”.
En ese contexto, el director regional de Sernatur Atacama, Alejandro Martin, explicó que se seguirán invirtiendo recursos en el sitio para mantener operativas sus instalaciones y servicios turísticos.
Pero el sueño de Galleguillos es más grande. Su meta es convertir el yacimiento en un museo de sitio y “que Chile recuerde lo que ocurrió acá, que fue muy importante, muy bonito, y coronado con un rescate en el que salimos todos vivos”.